El sábado pasado, en el suplemento de salud del periódico Información, publiqué este artículo. ¡Empieza el verano!
Parece que, por fin, el verano ha llegado. Los procesos infecciosos, sobre todo de vías respiratorias que convierten nuestras salas de espera en un concierto de toses, han ido disminuyendo y se inician otras consultas propias de “la temporada”: prevención de las picaduras, ¿sirven para algo la multitud de productos que se venden para evitarlas?, ¿que fotoprotector compro?….
Pues bien, hagamos un repaso de la fotoprotección por la importancia que tiene. No hay excusas para que sigamos viendo quemaduras solares cada verano, aunque habitualmente el niño que acude por quemadura solar se ha puesto protección pero, o la ha puesto de forma irregular y han quedado zonas sin crema, o ha olvidado administrarla más veces a lo largo del tiempo de exposición.
Para empezar, la mejor protección es no exponernos en las horas de mayor radiación y hacerlo progresivamente, ponernos a la sombra e ir tapados con ropa, gorro o sombrero con ala para proteger cara, orejas, nariz y cuello, ¡sentido común!. Y no olvidemos las gafas protectoras solares.
Pero, ¿qué ropa es la más adecuada?. Sin entrar en profundidades debéis conocer que la ropa tiene un factor de protección ultravioleta (FPU), el equivalente al FPS en cremas solares. Se ha establecido una clasificación según el FPU:
* Tejido con FPU entre 15-24 se considera una buena protección porque transmiten entre un 4,2-6,7 % de radiación UV.
* Tejidos con FPU entre 25-39 se considera una protección muy buena porque transmiten entre 2,6 y 4,1 % de radiación UV.
* Tejidos con FPU = o >40 se considera una protección excelente porque transmiten menos del 2,5 % de la radiación UV.
Hoy día podemos adquirir prendas en multitud de establecimientos o a través de internet, cuyos tejidos sean transpirables y que no den calor y que también bloqueen la radiación ultravioleta.
En cuanto a los fotoprotectores ya sabéis que se clasifican en químicos y físicos: los químicos absorben la radiación solar y la transforman en otros tipos de energía que no produce daño cutáneo y los físicos o pantallas minerales actúan como una barrera física, dispersan y reflejan la radiación lumínica que incide sobre ellos, son menos alergénicos que los químicos y por ello están especialmente indicados en niños. Y por último están los mixtos: una mezcla de filtros químicos y físicos.
A la hora de comprar un protector solar hay que tener en cuenta:
El factor de protección solar (FPS), que es un índice que mide la capacidad protectora de un filtro frente a los efectos nocivos del sol. El número del FPS de un fotoprotector indica la relación entre el tiempo que podemos estar expuestos al sol con él antes de que aparezca el eritema solar, respecto al tiempo que tardaría en aparecer sin el fotoprotector. Un factor 30 a 50 es suficiente, más del 50 no ofrece beneficio adicional, al igual que tampoco sirve aplicar capas de crema superpuestas. En cuanto a la etiqueta de “resistente al agua”, ¡ojo!, en realidad no deberían de anunciarse como resistentes al agua sin más, más bien deberían revelar cuánto tiempo dura la crema en el cuerpo tras el contacto con el agua, por ejemplo, “resistente al agua durante 40 minutos”, pues permitiría saber cuando debemos aplicar la crema de nuevo.
Nunca utilizar aceites solares, según los dermatólogos habría que prohibirlos.
No se recomiendan fotoprotectores en los menores de 6 meses aunque ya existen en el mercado cremas con filtros exclusivamente físicos que se publicitan para los primeros meses de vida, pero la FDA (Food and Drug Administration de EEUU) no los aconseja; en mi opinión el aplicar la crema da una falsa sensación de protección. Lo mejor, como decía al inicio, no exponerlos y cubrirlos con ropa.
Es mucha la exposición solar en la infancia, se estima que entre el 50 y el 80% del daño ocasionado por el sol que un individuo sufre a lo largo de su vida se produce durante su infancia y adolescencia, porque en esta etapa de la vida la piel es más susceptible al daño derivado de la luz solar, sus mecanismos de defensa son menos eficaces.
Protejamos pues la piel de nuestros hijos e hijas e inculquemos la importancia de cuidarla a nuestros adolescentes, porque está demostrado que nuestra piel tiene “memoria” y almacena las sucesivas veces que hemos sometido nuestra piel a un sol excesivo.