El coste de la crianza en España



Save the children ha realizado un informe acerca de los gastos que supone criar a un niño o una niña en nuestro país. Como lo que no se mide, no se puede mejorar, han cuantificado el coste de la crianza en las distintas franjas de edad.

España cuenta con un índice de fecundidad de 1,21 hijos por mujer, dato obtenido del Instituto Nacional de Estadística (cifra correspondiente a 2021). Es el segundo más bajo de Europa, por detrás de Malta.
Las causas son múltiples, pero qué duda cabe que entre ellas está el insuficiente apoyo público a la crianza en nuestro país. Sí que ha habido cambios recientemente, “focalizados en ayudas suplementarias a las familias en situación de pobreza severa o ingresos bajos”, pero aún queda mucho por hacer.
En general, España carece de políticas de apoyo a la crianza homologables a nuestro entorno europeo. Dedicamos un 1,3% del PIB, un punto porcentual por debajo de la media de la Unión Europea.

Pero vayamos al Informe. La metodología de cálculo del coste de la crianza se basa en la tipología de hogar, definiendo 5 tipos de hogares. No es lo mismo criar en un hogar monoparental o que la crianza se realice en pareja. Tampoco es lo mismo el coste de criar a un hijo o hija que a dos o tres.
Se han definido tramos de edades: de 0 a 3 años, de 4 a 6, de 7 a 12 y de 13 a 17. También partidas de gasto: Alimentación, higiene, ropa y calzado, educación, ocio y juguetes, sanidad, vivienda… Se han utilizado los datos de las dos Encuestas de Presupuestos Familiares (EPF) más recientes, la de 2021 y 2020 para poder disponer de una muestra suficientemente grande y que los resultados sean fiables. Para aquellas partidas en las que no se utiliza la EPF se establece una lista de productos y cantidades basadas en otras fuentes de datos y en la consulta de precios en tiendas de alcance nacional. En definitiva, metodológicamente impecable.

Los resultados: El coste de la crianza en 2022 es de 672€ al mes por hijo o hija. Si lo comparamos con la anterior encuesta, del año 2018, el incremento ha sido de 85 euros al mes, lo que supone un incremento del 14,5%.
El mayor porcentaje se lo lleva la alimentación y me llama la atención que el menor sea la sanidad.
El coste de la crianza no es homogéneo y varía dependiendo del lugar de residencia de las familias. El mas caro es Cataluña (819 euros) y el más barato Andalucía (641 euros).
Estudiándolo por edades vemos que el gasto aumenta con la edad: desde 556€ el tramo 0-3 años hasta 736€ de 13 a 17 años.
Por tanto con estas cifras son muchas las familias que no pueden asumirlo, aunque dedicaran a ello la totalidad de sus ingresos.

Para terminar lanza una serie de recomendaciones, desde reducir el IVA de pañales, actualmente gravado como artículo de lujo con el 21%, hasta la necesidad de implementar una nueva ayuda a la crianza de 100 euros mensuales desde los 0 a los 17 años y en clave universal.

Es necesario que nuestra población infantil cuente con los recursos necesarios para tener un nivel básico de bienestar, protegerles del riesgo de pobreza, por lo que debemos exigir políticas públicas que sean garantes de ello.

Lectura del informe en: https://www.savethechildren.es/sites/default/files/2022-06/El_coste_de_la_crianza_2022.pdf

Prevención de ahogamientos


Publicado en el Suplemento de Salud del diario Información

Cada mes de julio hablo en estas páginas de ahogamientos, de lo que he venido llamando “la cara amarga del verano”.
He ido recordando que los accidentes no son accidentales, son inesperados pero no ocurren por casualidad y por tanto son evitables; que los ahogamientos son la segunda causa de muerte accidental en menores de 15 años en Europa, tras los accidentes de tráfico y por delante del cáncer y las enfermedades infecciosas; que son un grave problema de salud pública y es necesario un abordaje desde distintos niveles. Pero hay mucho por hacer. Tan solo hace dos años que la Asamblea General de Naciones Unidas decidió celebrar, cada 25 de julio, el Día Mundial para la Prevención de los Ahogamientos. El objetivo: alentar a todos los Estados miembros a “elaborar un plan nacional de prevención de los ahogamientos”, pidiéndoles promover concienciación pública y cambio de comportamiento.

Año a año he seguido echando en falta campañas institucionales cuando llega el verano, como las de tráfico, de sensibilización y prevención frente a los ahogamientos. Por ejemplo, si la mayoría de los ahogamientos (un 70%) ocurren en piscinas privadas que carecen de las debidas medidas de seguridad habrá que incidir en ello.
A las cifras de fallecimientos (37 menores de 17 años murieron en el 2022) hay que añadir las importantes secuelas que sufrirán el 25% de los que sobreviven.

Frente a esta realidad, hablemos de PREVENCIÓN.
Los pediatras recomendamos que niños y niñas aprendan a nadar lo antes posible, es una de las capacidades que deben adquirir en su desarrollo. Además es importante que sea precozmente porque la mayor tasa de muertes por ahogamiento en España se da en los menores de 5 años.


El ahogamiento ocurre en apenas unos minutos de descuido, de forma rápida y silenciosa. La vigilancia ha de ser continua cuando estén en el agua o jugando cerca de ella y debe hacerla un adulto. No delegar esta responsabilidad en un niño más mayor. Se aconseja la norma 10/20: mirar a la piscina al menos cada 10 segundos y llegar hasta donde está el menor en menos de 20 segundos. “La mejor prevención son tus ojos y el mejor salvavidas tus brazos”.
La vigilancia durante el baño no es compatible con estar pendiente del móvil.

Dado que son más frecuentes en el entorno familiar, en piscinas privadas, éstas deben estar valladas, con un cercado completo que mida al menos 120 cm desde el suelo y con una puerta con seguro.

La piscina hinchable debe vaciarse inmediatamente después de usarla y dejarla fuera del alcance infantil. Sólo 10 cm son suficientes para cubrir la carita del bebé.

Aunque acudas a playas o piscinas con socorristas, la misión de éstos es el rescate cuando sea necesario, pero la vigilancia de los menores es una responsabilidad del adulto que les acompaña.

Enseña a tus hijos e hijas a respetar las normas de seguridad en piscinas, parques acuáticos y aguas abiertas (ríos, lagos, pantanos y playas).
Permite que se bañen solo si hay bandera verde. Los padres y madres sois su ejemplo: lo que hagáis hoy ellos lo harán solos mañana.

En la piscina evitar el cabello largo suelto, ropa de baño holgada, colgantes, cadenas, cuerdas y otros elementos que puedan ser succionados.

Los flotadores hinchables y manguitos no son aconsejables, mejor chaleco salvavidas.

Animo a aprender primeros auxilios y maniobras de reanimación. Y recordad que el teléfono de emergencias es el 112

Y para terminar, ¿sabéis cuál es la mejor prevención? ¿ la más recomendable? que disfrutéis juntos del agua, que juguéis con vuestros hijos e hijas compartiendo el tiempo de baño… aprender a flotar, a sumergirse, a nadar. ¡Regalaos esos momentos!.
¡Feliz verano!.

IDENTIDAD DE GENERO Y ORIENTACION SEXUAL


Hoy en el suplemento de salud del periódico Información la Dra. M. Mar Clavera Roger, Psiquiatra infantojuvenil, publica este interesante artículo que difundo con su permiso.


Abordo hoy un tema muy espinoso que está de plena actualidad y sobre el que hay posturas muy polarizadas , desde las más negacionistas a las más liberalizadoras. Así que, aún venciendo mi resistencia inicial, he preferido tocarlo porque creo que probablemente a muchos padres les vendrá bien si consigo aclararles algunos conceptos.

Los que nos dedicamos a la Salud Mental Infantojuvenil estamos sensibilizados con el tema, pues recibimos, cada vez más a menudo, pacientes con sintomatología ansioso-depresiva, autolesiones e incluso intentos de suicidio cuyo origen está en el desconcierto o el rechazo (propio y/o de su medio sociofamiliar) bien por su identidad, bien por su orientación sexual.
Los pediatras también viven con incertidumbre las consultas que reciben sobre esto, pues las cosas han cambiado mucho en los últimos tiempos y es difícil formar criterio para poder orientar luego el caso.

Hoy me centraré en la Identidad de género, ya que debuta en la edad pediátrica.
La Orientación sexual , es decir la capacidad de sentir atracción sexual por personas del género opuesto o del mismo, suele desarrollarse ya más bien a partir de la pubertad.
La Identidad Sexual refleja cómo se ve la persona a sí misma, ya sea masculina, femenina o alguna otra cosa ( a veces llamada como sexualidad periférica o queer en inglés).
El año pasado la Asociación Americana de Psiquiatría sustituyó en su Manual de Enfermedades Mentales DSM el Trastorno de Identidad Sexual por el término Disforia de género. Por tanto ya no se considera que se trate de un Trastorno Mental , sino de una posible sensación de incomodidad que puede ocurrir cuando el sexo biológico de un niño/a no coincide con su identidad sexual, entendida como el sentimiento intimo de pertenecer al sexo opuesto.

Cómo se manifiesta
1. Prefieren vestirse como el otro sexo
2. Insisten en que pertenecen al otro sexo
3. Desean despertarse perteneciendo al otro sexo
4. Prefieren participar en juegos y actividades estereotípicos del otro sexo
5. Tienen sentimientos negativos sobre sus genitales
Estas vivencias inquietantes sobre el propio cuerpo suelen aparecer desde los primeros años, se manifiestan más claramente a partir de los 7 u 8, y tienen un pico importante de malestar en la pubertad, a medida que se va produciendo la diferenciación sexual . Son persistentes en el tiempo, por supuesto no temporales ni sujetas a por ejemplo, modas en juegos o vestimenta. Sobre el origen del cuadro se habla de posible influencia de factores hormonales intraútero, genéticos o incluso sociales, pero no hay nada concluyente a día de hoy.

Existe la percepción de que los casos de disforia de genero están aumentando mucho, aunque lo más probable es que sencillamente ahora afloren más fácilmente, al haberse creado un estado de opinión menos estigmatizador . Yo lo equiparo en cierto modo a lo que ocurrió hace unas décadas con la homosexualidad.

Mis recomendaciones a los padres que observen en sus hijos conductas sugestivas de que no se identifican con su sexo biológico , sea cual sea su edad, serían:
1. No tener una respuesta punitiva de entrada. En ningún caso se ha descrito que un niño/a busque así llamar la atención de sus padres, ni mucho menos provocarles o enfadarles.
2. Mantener una actitud expectante, no fomentar las conductas sugestivas de la disforia pero tampoco negar que existen.
3. No distanciarse afectivamente del niño/a, por más que se tenga que luchar contra miedos y prejuicios personales.
4. Comentarlo con el pediatra, es el profesional más indicado para valorar y orientar cada situación.
5. Nunca permitir que se frivolice con el tema. Su hijo/a necesitará en todo momento de unos padres fuertes y capaces de darle todo su apoyo emocional. Está demostrado que esto es siempre un importante factor de protección para preservar su salud mental ante los innumerables retos que tendrá que afrontar.

¿Usamos ropa protectora contra el sol?

Publicado en el diario Información


Hablaba hace unas semanas de fotoprotección y decía que la protección más fácil, lógica y eficaz es ponernos siempre que podamos a la sombra e ir tapado con ropa. Además, es la protección mas barata y ecológica.

La OMS habla de la ropa como nuestra “primera línea de defensa” frente al sol. Recuerdo en mi infancia, años en los que no habían llegado las cremas solares, que niños y niñas de piel blanca nos bañábamos con camisa. Los pediatras siempre hemos recomendado llevar a los más pequeños con ropa cuando van a la playa o a la piscina.

Pero ¿qué ropa es la más adecuada?. Se sabe que cuanto menores son los espacios entre los hilos y mayor es el peso y grosor del tejido la protección frente a los rayos ultravioleta es mayor. También los colores oscuros protegen más que los claros. Una tela de las que menos rayos ultravioleta deja pasar es la vaquera, por ejemplo. Por tanto una cosa es combatir el calor con ropas frescas, tejidos naturales y claros y otra protegernos de las radiaciones.
Afortunadamente la industria ha sabido combinar frescura del tejido y protección solar y desde hace años disponemos de prendas de tejidos con factor de protección ultravioleta (FPU).

¿Y qué es el factor de protección ultravioleta? Se denomina FPU de un tejido a la protección que ofrece frente a los rayos ultravioleta, es decir, la cantidad de radiación solar que es capaz de bloquear. Sería el equivalente al Factor de Protección Solar (FPS) de las cremas solares.

La primera normativa publicada sobre los métodos para determinar FPU de la ropa fue el Standard Australia/Nueva Zelanda, que establece una clasificación:Tejido con FPU entre 15-24 se considera una buena protección porque transmiten entre un 4,2-6,7 % de radiación UV. Tejidos con FPU entre 25-39 se considera una protección muy buena porque transmiten entre 2,6 y 4,1 % de radiación UV. Tejidos con FPU por encima de 40 se considera una protección excelente porque transmiten menos del 2,5 % de la radiación UV.

Para el Skin Cancer Foundation’s un tejido debe tener un FPU mínimo de 30 para darle su sello de recomendación. Hoy día disponemos de ropa, bañadores, gorras, camisetas, pantalones… con alto nivel de protección. Son ya muchas las marcas y tiendas que ofrecen esta ropa, lo indica en su etiquetado, con precios razonables y creo que es una buena alternativa para el tiempo del baño o de las actividades al aire libre. Poco a poco se está abriendo un nuevo mercado con prendas de vestir para la vida diaria puesto que son muchas las horas de exposición solar.

Y para terminar este repaso, recordar el uso de gorras, sombreros y viseras. Pero no todo protege por igual: un sombrero de paja, poco tupido, no llegará a proteger ni del 40% de las radiaciones. Es recomendable usar sombreros de alas anchas (mayores de 7,5 cm) para proteger cara, orejas, nariz y cuello. También gafas protectoras solares frente a rayos UVA + UVB, que no sean pequeñas.
En el tema de la protección solar, como para casi todo, siempre sentido común.

Depresión en la infancia y adolescencia. ¿Qué está pasando?

Publicado en el diario Información


La depresión ha dejado de ser una enfermedad del adulto. En los últimos años han aumentado en pediatría las consultas por síntomas que nos hacen sospechar un trastorno depresivo y por tanto hemos incrementado las derivaciones a las Unidades de Salud Mental Infantojuvenil. La tendencia prevista es que vaya en aumento.
¿Pero de qué cifras estamos hablando?. Varían ligeramente de unos estudios a otros. Acaba de salir publicado un artículo sobre los trastornos depresivos de la infancia y la adolescencia y cuyas autoras, psicólogas y psiquiatra de los Hospitales Clínico de Barcelona y Universitario Mutua de Terrassa estiman que afectaría al 1-2 % de los niños y niñas, aumentando hasta el 8% en la adolescencia. Mientras que en la infancia afectaría por igual a ambos sexos, más tarde la proporción es doble en las chicas que en los chicos.

¿Cuál es la causa?. Como en casi todas las cosas de la vida, son múltiples factores los que intervienen, no una única causa. Hay factores de riesgo familiares, uno de los más estudiados son los antecedentes de depresión. Se ha visto que la existencia de un familiar de primer grado con depresión multiplica por 3-4 el riesgo. También cuentan las interacciones familiares, la relación de los progenitores como pareja, la violencia o la escasa expresión de afecto.
Hay factores de riesgo ambiental como el aislamiento social y aquí la pandemia ha tenido un importante papel.
Y por supuesto factores de riesgo individual, que tendrían que ver con lo genético, con el temperamento y el género.

¿Qué síntomas nos deben hacer sospechar? Los síntomas varían dependiendo de la edad. En la etapa escolar, una edad en la que apenas vienen al pediatra, suelen consultar mucho y por ahí debe ir la sospecha. Se quejan de dolores de cabeza, dolores abdominales o apatía, pero no suelen hacer referencia a síntomas afectivos y pasan desapercibidos. En la adolescencia, por el contrario, sí hablan de sentimiento de tristeza y lloran. Debemos alertarnos si observamos en nuestra hija o hijo adolescente un cambio de actitud y de comportamiento, si pierde el interés por las actividades que realizaba y que le eran placenteras, si presenta altibajos emocionales, tristeza a lo largo del día y de los días o irritabilidad; si se queja por todo, se siente solo o sola, sentimientos de inutilidad o de culpa, opinión negativa de sí mismo/a, sentimientos de desesperanza o pensamientos de muerte.
Todo ello se observa en el entorno familiar, escolar y social.
También puede haber cambios en el apetito, sobre todo anorexia con pérdida de peso, insomnio o por el contrario dormir mas, cansancio, falta de concentración o bajo rendimiento escolar.

La sospecha debe hacernos consultar. No podemos dejarlo diciendo “ya se le pasará” o “puedes superarlo con fuerza de voluntad”. Ante la sospecha es necesario un abordaje en profundidad para hacer el diagnóstico y tratar lo más precozmente posible. Derivamos por ello a las Unidades de Salud Mental Infanto-Juvenil.

Hablar de tratamiento es abrir un abanico de intervenciones. Es necesaria la psicoterapia, en la vertiente que se considere más adecuada: interpersonal, grupal o terapia familiar. Puede ser necesario también un tratamiento farmacológico con antidepresivos o fármacos para tratar otros síntomas, como el insomnio o la ansiedad en la fase inicial.
En este amplio abordaje terapéutico hay que incluir recuperar hábitos saludables perdidos, una alimentación adecuada, las horas de sueño, el deporte o salidas a la naturaleza. Imprescindible siempre el abordaje familiar.

Termino el artículo. Ha sido una mirada al niño, a la niña, al adolescente con sospecha de depresión, una mirada individual. Pero el problema es más amplio, es social. Habrá que plantearse más cosas que a mí se me escapan. Desde luego son necesarias intervenciones psicosociales que promocionen la salud mental de nuestra infancia y adolescencia y trabajar con grupos que tengan factores de riesgo. No hacerlo implica un coste que no podemos admitir.





Preparados para un largo verano

Publicdo en el diario Información

Los termómetros invitan al baño desde hace semanas y las playas se van llenando. Las noticias anuncian un largo verano. Toca hablar de protección solar.

Llevamos años informando porqué es necesario proteger la piel de la luz solar. A estas alturas sabemos la relación entre sol y cáncer de piel, pero lo cierto es que año a año sigue en aumento el número de personas diagnosticadas de cáncer de piel y en edades más jóvenes. Aunque afecta a los adultos, la radiación ultravioleta (UV) del sol acumulada durante la infancia es la que implica el mayor riesgo. Nuestra piel tiene memoria y almacena las sucesivas veces que la hemos sometido a un sol excesivo. Además la piel en la infancia es más susceptible al daño derivado de la radiación UV, sus mecanismos de defensa son menos eficaces y son los años de mayor exposición solar. Por ésto vuelvo a insistir en la necesidad de una correcta fotoprotección.

Hablar de fotoprotección es hablar de sentido común. La protección más fácil, lógica y eficaz es ponernos siempre que podamos a la sombra, ir tapado con ropa y limitar el tiempo que pasamos al sol, evitándolo sobre todo en el centro del día.

¿Qué fotoprotector usamos? De entrada no son aconsejables en menores de 6 meses. A partir de esta edad pueden usarse los fotoprotectores físicos o pantallas minerales. En cuanto al Factor de Protección Solar (SPF) es un índice que mide la capacidad protectora. El número del FPS indica la relación entre el tiempo que podemos estar expuestos al sol con él antes de que aparezca el eritema solar, respecto al tiempo que tardaría en aparecer sin el fotoprotector. Así un FPS de 30 indica que con el filtro el eritema solar tardaría 30 veces más tiempo en aparecer que sin él. Usaremos un SPF mínimo de 30, mejor 50. Superiores a 50 o los que se anuncian como “pantalla total” dan una falsa seguridad porque no existe “protección total”. Tampoco aplicar capas superpuestas de crema solar aumenta el factor de protección. Nunca utilizar aceites solares. Aplicarlo 30 minutos antes de salir al aire libre en cantidad suficiente por toda la superficie expuesta y repetir cada 2 horas, tras estar tiempo en el agua, secarse con toalla o sudar mucho. ¿Sirven de una temporada para otra? si durante el verano pasado estuvieron expuestos al sol, que es lo habitual, deben desecharse; sólo los que se han guardado en condiciones óptimas de temperatura y que no hayan caducado podrían usarse.

En cuanto a qué ropa es la más adecuada, tendríamos que usar prendas de vestir frescas, ligeras, que cubran la mayor superficie corporal. Afortunadamente se vienen fabricando prendas con tejidos que ofrecen protección frente a los rayos UV para las actividades al aire libre. El Factor de Protección Ultravioleta (FPU) de un tejido es el equivalente al FPS en cremas solares. Tejido con FPU a partir de 15 se considera una buena protección. Recomiendo usar este tipo de camisetas y prendas.

También es aconsejable utilizar gafas de sol para proteger los ojos; llevar sombrero, mejor si es con ala ancha para proteger cara, orejas, nariz y cuello.
Es muy importante lograr una mayor concienciación social y cambiar de una vez por todas nuestros hábitos de exposición solar. Ha de ser otro hábito de vida saludable en el que eduquemos a nuestros hijos e hijas.