Publicado hoy en el diario Información
La Fundación ANAR ha publicado un estudio, Agresión sexual en niñas y adolescentes según su testimonio. Evolución en España (2019-2023).
Para quien no la conozca, la Fundación ANAR es una organización sin ánimo de lucro que, desde 1970, ayuda a niños/as y adolescentes en riesgo.
Este último estudio ha sido realizado a partir de los datos que la Fundación tiene de las llamadas de niños, niñas y adolescentes que consultaron o pidieron ayuda por agresión sexual a las líneas de teléfono de Ayuda Anar, entre los años 2019 al 2023.
En estos últimos 5 años son 4.522 los casos de agresiones sexuales documentados y suponen un incremento del 55%.
El perfil de las víctimas es mayoritariamente femenino, un 78,7%. En el 80% los agresores son personas del entorno cercano. En los menores de 12 años el agresor está en la familia, vive o está cerca de él o ella en un 90% de los casos. Sí, el monstruo está en casa, aunque sigamos viendo más el peligro en el exterior y no en el entorno.
En cuanto a la edad, nos encontramos ante una media de 12,5 años. No obstante, en el caso de los chicos es especialmente reseñable que la mayoría son menores de 9 años.
Otras cifras nos hablan de que el 26% de las niñas y adolescentes atendidas sufrían abusos cada día y durante mas de un año cuando se han decidido a llamar. Si atendemos al entorno de las víctimas, el 40,7% vive con ambos progenitores y un 36,1% en familias monoparentales.
El 58,7% proceden de familias españolas y el 41,3% de familias migrantes, un porcentaje alto teniendo en cuenta que la proporción de menores de edad extranjeros/as en España supone el 12,8% de la población infantil total.
Un 2,5% de las víctimas tiene alguna discapacidad y siete de cada 10 presentan un rendimiento escolar bajo.
Las agresiones en un 91,5% son físicas y empiezan a aumentar las cometidas en las redes. Este informe recoge cinco tipos de agresiones sexuales: agresiones sexuales presenciales (91,5%), grooming (3,1%), sexting no consentido (2,2%), pornografía (1,3%) y explotación sexual y/o prostitución (1,9%).
¿Y quién es el monstruo?
El perfil del agresor es hombre (94,3%), mayor de edad, del entorno de la víctima.
Existe escasa percepción de riesgo en el entorno, que choca con lo que sabemos: casi 8 de cada 10 agresores (79,5%) son personas conocidas por la víctima y, de éstos, el 50,3% son miembros de su propia familia. Un dato que aumenta hasta el 85,9% en el caso de las víctimas más pequeñas (menores de 9 años).
El padre biológico o la pareja de la madre en el 27,9% de los casos. Porcentaje similar tíos, abuelos o hermanos mayores.
Las consecuencias de este tipo de agresiones son muy graves, incluida la conducta e ideación suicida en un 9%.
Al trauma se añade la soledad de estos menores, incluso cuando son capaces de contarlo.
El trabajo realizado por el Centro de Estudios e Investigación ANAR también ha arrojado datos preocupantes respecto al tratamiento recibido por las víctimas. Si ya han vivido la soledad de mantener el secreto, cuando ya han sido capaces de contarlo no se les acompaña después: un 70% no recibe tratamiento psicológico tras la agresión, cifra que se eleva al 79,5% en el caso de los menores de 9 años.
Es preocupante también que 6 de cada 10 progenitores no saben cómo actuar o no actúan correctamente ante las agresiones sexuales por negligencia o falta de reacción (41,5%), miedo a la revictimización (21,8%), negación (17,9%) y lo que es peor, culpabilización (9,8%) o justificación al agresor (9%).
En lo referente al entorno profesional, en 2 de cada 10 casos los profesionales no reaccionaron de forma correcta.
Estos son los datos. Como sociedad hemos de dar respuesta.
* “Hay un monstruo en mi casa”, vídeo de la asociación REA sobre el abuso sexual infantil que podéis ver en YouTube. Mi felicitación a sus autores, imposible abordar el tema mejor.