Publicado hoy en el diario Información
Cuando hace unos días me senté a escribir este artículo no podía pensar en hablar de toses, de mocos, de fiebres, de bronquitis o de las primeras gripes que inundan nuestras consultas estos días, el ambiente festivo que respiramos no me lo permitía.
La consulta se viste también de fiesta, me lo paso bien, la mayoría de las consultas son al fin y al cabo por procesos banales o consultas de salud y la relación con los niños, con los jóvenes, es muy gratificante. Llegan contando lo que han pedido de regalos, o que en la casa del papá ha pedido ésto y en la casa de la mamá lo otro, disfrazados de pastor, o me informan que Papá Noel tiene a los renos malitos y no pueden cargar con muchos paquetes así que sólo traerán un regalo para cada niño… y a pesar de la sobrecarga de trabajo de estas fechas te hacen mantener la sonrisa.
Suelo tener impresos de cartas para los Reyes Magos y cambio la pegatina, con la que obsequiamos a lo largo de año si se portan bien, por la carta. Animo a los padres y madres a que la escriban juntos, porque el ejercicio de escribirla sirve de reflexión, es una toma de conciencia para el niño y la niña, también para los adultos, acerca de su conducta, de su comportamiento, de sus méritos. Luego la incertidumbre de lo que vendrá, la espera, el misterio, la ilusión… todo ello estimula su imaginación y forma parte de la magia de la Navidad y además es una espera educativa, sobre todo en nuestra sociedad en la que estamos acostumbrados a recibir la gratificación rápidamente, a la no valoración del esfuerzo. Esas cartas tienen además un valor añadido pues formarán parte de su historia. ¡Guardadlas para cuando sea mayor!.
Los días que voy relajada y tengo más tiempo por consulta doy pistas sobre las necesidades de los niños.
Me explico: parte de mi trabajo como pediatra es hablarles a los padres desde el niño, ponerle voz a su hijo o hija, a veces les digo “necesito quedarme en casa y no ir a la guardería porque estoy malito”, o en estos meses repito mucho “tengo derecho a tener mocos y a toser porque soy pequeño”…. Trato así de decir cuáles son sus necesidades, las que no son capaces todavía de expresar.
En esa carta que les propongo escribir juntos, si pudiera, no pediría sobre el catálogo de un centro comercial, porque los niños y las niñas de hoy, como los de siempre, lo que más necesitan es tiempo de estar con sus padres, tiempo compartido, actividades juntos, complicidades, sentir que pueden contar contigo, que son importantes para ti, necesitan que les pongamos límites para sentirse seguros, que les ayudemos a quitarse los miedos, sentirse queridos y también oírlo, necesitan palabras cálidas que les acaricien el alma… y el hijo o hija adolescente probablemente añadiría respeto, menos gritos y más risas o que confiéis en ellos.
Desde aquí mi deseo de una feliz Navidad, que disfrutemos del encuentro con los que más queremos y recordemos con amor a los que ya sólo están en nuestro corazón. ¡Feliz Navidad!.