Ayer publicaba este artículo en el periódico Información
Cada mes de noviembre la Organización Mundial de la Salud nos recuerda la importancia del buen uso de los antibióticos.
Es una semana para concienciar a los profesionales de la salud, a los responsables de políticas públicas y a la población general, acerca de las resistencias a los antibióticos.
Los antibióticos han supuesto un gran avance en la lucha de la humanidad frente a las enfermedades infecciosas. También en veterinaria. Pero un uso excesivo e indebido acarrea que los gérmenes se vayan haciendo resistentes a ellos. Este problema es uno de los retos a los que nos enfrentamos: cada vez hay más bacterias que son más difíciles de combatir.
Empecemos por el principio. ¿Qué es un antibiótico?, en términos generales podemos decir que es una sustancia química que mata o impide que crezcan las bacterias. El primer antibiótico fue la Penicilina, descubierta por Alexander Fleming en 1928. Después la industria farmacéutica ha ido descubriendo muchos otros.
¿Cómo sabemos si hay que dar, o no, un antibiótico?
Tras preguntaros los síntomas que tiene vuestro hijo o hija, pasamos a explorarlo y finalizamos con pautas de observación si la fiebre es reciente y no está claro el proceso infeccioso que tiene o bien llegamos a un diagnóstico.
Si el proceso infeccioso es de causa vírica: catarro, gripe, bronquiolitis, bronquitis, muchas de las faringoamigdalitis o diarreas…no estará indicado dar un antibiótico porque de nada sirve. Los antibióticos no actúan frente a los virus, los antibióticos no curan el resfriado.
En ocasiones, cuando hay duda por ejemplo en una faringoamigdalitis si es de causa vírica o bacteriana, podemos realizar un test de diagnóstico rápido del estreptococo del grupo A del que disponemos en las consultas de pediatría. Pero muy a menudo basta con los síntomas que tiene el niño y la exploración física para orientar el diagnóstico vírico o bacteriano.
¿Qué consecuencias tiene el abuso de antibióticos?
Un uso excesivo de antibióticos, un uso inadecuado o tomarlos menos tiempo del prescrito y dejar a las bacterias “medio muertas”, nos lleva a la aparición de bacterias cada vez más resistentes, enfermedades difíciles de combatir que se están convirtiendo en un gran problema de salud pública. Se estima que causan tantas muertes en Europa como la suma de muertes por gripe, tuberculosis y sida.
Y el futuro es sombrío: se calcula que en unos 25 años causarán más muertes que el cáncer.
Pero las resistencias bacterianas no sólo tienen consecuencias a nivel general, también a nivel individual. Además hay que tener en cuenta los efectos secundarios que provocan y los cambios en la microbiota, alteración en la flora intestinal con consecuencias a corto y largo plazo.
España es el cuarto país europeo con mayor consumo de antibióticos, por detrás de Grecia, Chipre y Rumanía. Datos del pasado año. Y es en el ámbito de atención primaria, servicios de urgencias y consultas privadas donde se prescriben más del 90%. Por edades, son los niños menores de 5 años y las personas mayores de 85, a los que más antibióticos se recetan.
¿Cómo podemos avanzar mejorando esta situación?
Es necesario actuar a tres niveles: En primer lugar mejorar la prescripción antibiótica. En Pediatría de Atención Primaria estamos en ello, somos conscientes que los niños y niñas son uno de los grupos de edad que más antibióticos reciben. Es necesaria mantener una formación continuada de los profesionales para mejorar los diagnósticos, usando pruebas de diagnóstico rápido con sentido común, realizar una prescripción ajustada al diagnóstico y elección del mejor antibiótico para ese proceso infeccioso. Evitar exceso de trabajo y aumentar tiempo por consulta.
Es importante la necesidad de investigación y estudios microbiológicos con datos de prevalencia de gérmenes y resistencias microbianas por áreas geográficas. Estrategias de optimización del uso de antibióticos por parte de los organismos y administraciones competentes.
Es necesario también la educación de la población de forma continua y desde distintos ámbitos: consultas médicas, administraciones sanitarias y medios de comunicación. Legislar y evitar la dispensación de antibióticos sin receta.
Sólo actuando en todos los frentes podremos frenar las resistencias a los antibióticos y avanzar hacia un futuro esperanzador.