La mirada social del pediatra

Hablaba en el artículo anterior, en estas mismas páginas, de la figura del pediatra de cabecera y de la implicación con las familias que atendemos. Podríamos decir que son distintas miradas; empezamos mirando sólo al niño enfermo y progresivamente vamos desarrollando una mirada más amplia: al niño o adolescente en primer plano y a sus padres y a su familia en segundo o tercer plano. Tratamos así de descubrir preocupaciones o problemas que hay alrededor de la enfermedad o conflictos existentes debajo del motivo de consulta, realizando un enfoque realista y adecuado de los problemas y necesidades de ese niño y su familia.

Pero si ampliamos más la mirada vemos que ese niño, esa familia, están insertos en sociedad, una sociedad que, sin duda, repercute en la salud del niño, favoreciéndola o limitándola.
Sabemos que los determinantes sociales tienen un peso importante en la salud y la enfermedad de adultos y niños y, aunque escapan de nuestro ámbito puesto que dependen fundamentalmente de decisiones políticas y económicas, debemos conocer el entorno no solo familiar sino social de los niños y familias que atendemos. Es necesario ir registrando en la historia los datos sociales, paro de los padres, subsidio, discapacidad o enfermedad en la familia, estudios, vivienda, país de orígen de una familia inmigrante, etc. porque el entorno influye decisivamente en el crecimiento y desarrollo infantil y porque nos permitirá entender e interpretar muchas de las consultas por las que traen al niño.

Una visión social apuesta por la educación para la salud, fomenta la autonomía y las capacidades personales y familiares y rechaza la medicalización de problemas psicosociales.

Una mirada social nos hace ver más allá del cupo de niños a los que atendemos. En el informe de Unicef La infancia en España 2012-2013 se presentaba “una fotografía objetiva y actualizada sobre la situación de los niños en nuestro país. En un contexto como el actual, el tema central es en consecuencia obligado: la crisis económica está teniendo un enorme impacto sobre la infancia, a pesar de lo cual se trata de un tema que permanece prácticamente invisible en el discurso político, social o mediático.
Nuestro objetivo es hacer visibles a los niños en el panorama de retos sin precedentes a los que nos enfrentamos.” En este informe, que bien merece una lectura, el porcentaje de niños y niñas que están en riesgo de pobreza o exclusión social es de un 29,8%, cifra similar a la del informe de Cáritas Europa presentado el mes pasado y que sitúan a España a la cabeza de los países europeos con mayor índice de pobreza infantil.
En definitiva, esta mirada social del pediatra es una forma de mirar la infancia, una manera de ejercer la pediatría.

Por último insistir en que la formación del pediatra no sólo debe estar centrada en el ámbito hospitalario y en los aspectos biomédicos, sino que también debe formarse en aspectos bioéticos y psicosociales para mejorar la calidad de la asistencia sanitaria a nuestros niños y adolescentes.

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