Familiarizar

 Familiarizar

Un nuevo artículo de Vicenç Arnaíz, que  os puede interesar.

“Familiarizar”, “hacer familia”, tiene que ver entre otras muchas cosas con satisfacer las necesidades básicas: el alimento, la seguridda, los vínculos, el afecto y los sentimientos, la salud…

…en el territorio familiar es casi más esencial comer juntos que el alimento ingerido. Ser comensal es un detonante para los sentimientos de aceptación y pertenencia al grupo. Por eso ya con un año les atrae tanto comer del plato de los otros, comer todos del mismo plato.

¡Qué difícil es “familiarizar” acelerados! Si vamos con tantas prisas a menudo es porque creemos que las cosas importantes ocurren fuera de casa, incluso fuera de la familia. ¡Qué error y qué lástima!

“Familiarizar” tiene que ver con educar por contagio

Por esto cueando pensamos la educación en términos familiares es preciso pensar qué hacemos, cómo nos comportamos, cómo escuchamos, de qué hablamos, qué admiramos…

La vida no es siempre fácil y a veces es muy difícil. Incluso excepcionalmente se tienen que afrontar situaciones extremas. Es en familia que se descubre que el imprescindible cuidado de uno mismo es también el cuidado del otro.

Nuevo curso on-line para padres y madres: “EN FAMILIA”

2014-Profundizando-castellano La Conselleria de Sanitat de la Generalitat, en colaboración con la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), pone en marcha una nueva edición del CURSO ON-LINE PARA PADRES Y MADRES: “EN FAMILIA”. Consta de cinco módulos en los que se facilitarán, a todos los padres y madres que se inscriban, documentos, materiales audiovisuales, foros de consulta y debate, actividades y asesoramiento para que mejoren sus capacidades educativas. Los contenidos que se abordan en esta primera edición de profundización son:

  • El mundo emocional en la familia
  • Jóvenes, ocio y drogas
  • La familia ante las nuevas tecnologías
  • Conflictos, tensiones y violencia familiares
  • Estrés familiar

“En Familia” comienza el  10 de noviembre y finaliza el 22 de diciembre de 2014. Más información e inscripción en la siguiente dirección Web http://aulavirtualfad.org/enfamilia_VALENCIA2.htm. Abierto plazo de inscripción. Por último recordad que tenéis un Servicio Integral de Orientación Familiar sobre Drogas, a través del teléfono 900 22 22 29, gratuito y confidencial, que ofrece asesoramiento personalizado sobre cómo manejar adecuadamente situaciones y problemas que surjan en las relaciones familiares.

Alegría y optimismo para educar y educarse

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Leo este artículo publicado en Es Diari de Menorca, de mi buen amigo Vicenç Arnaiz, psicólogo, que nos regala cosas como ésta….

«Aristóteles ya explicaba hace más de 2000 años que la felicidad es el bien más buscado por los humanos. Solemos percibir la alegría y el optimismo como el síntoma de que vamos por buen camino. Por eso el buen humor nos atrae y la alegría nos convoca.

Nos cuesta mucho explicar y explicarnos qué es la felicidad. Más difícil es todavía saber cómo encontrarla. Aun así la alegría nos permite intuir que la felicidad debe ser posible y además da señales de por donde anda.

Si la felicidad es el bien más preciado por los humanos, la alegría, el buen humor y el optimismo nos dan pistas de quien lo habita.

Si el vínculo es la experiencia fundadora del humano como ser social, el optimismo es el sentimiento que necesitamos para ir por la vida sin que la vida sea sólo ir de un lado a otro.

Las relaciones son un campo por descubrir. Los niños aprenden a confiar en las relaciones porque son estimados y por eso les atrae sumergirse en el complejo entramado relacional. El afecto no necesita referentes previos: el niño lo reconoce inmediatamente. Quien ha sido amado goza amando. Antes de saber hablar ya se declina el amor: amistad, aprecio, compasión, afecto, compañía, caricia, cooperación, intimidad…

Los niños necesitan el buen humor para transitar entre conflictos y contradicciones. Tienen que saber salir de los malos humores y sobre todo no pueden vivir sumergidos en nuestro mal humor. Los conflictos nos cansan porque cuando estamos enfadados somos menos inteligentes y además consumimos más energía, por eso todo se hace más pesado. El malhumor esconde el buen sentido de las cosas. Los niños para crecer precisan sentirse atraídos y si vivimos enfadados lo que tienen son ganas de salir huyendo.

La alegría es contagiosa y los orienta en el misterioso sentido de la vida: cuando nos ven alegres intuyen qué es lo fundamental en el vivir. Cuando todavía no saben que la luna existe, el entusiasmo contagioso ya les orienta.

No me puedo imaginar un cascarrabias educando y mucho menos si vive decepcionado y triste.

Optimismo y esperanza a menudo son sinónimos y complementarios. La esperanza nos da criterios para elegir buenos objetivos y el optimismo nos activa la inteligencia, nos aporta energía y provoca alianzas. En cambio el pesimismo nos lleva a la inoperancia y, peor todavía, nos deja abandonados.

La alegría cohesiona la vida como la fuerza de la gravedad organiza el universo. El optimismo, el buen humor, la alegría…no se enseñan sino que se contagian. Convivir con alguien alegre genera entusiasmo. Sabemos que el buen ánimo es una condición para poder educar y para poder crecer.

El optimismo constituye una «célula madre» de la felicidad y ¿quién no quiere ser feliz?. Sobre todo, ¿quién no pretende aprendan ya a buscar la felicidad?»

De pequeñico se endereza el arbolico

Hoy en el Suplemento de Salud del periódico Infomación se publica este artículo, del que no soy autora, aunque aparece con mi nombre. Lo ha escrito la Dra. Cristina Giménez, Médico Residente de Pediatría del Hospital General Universitario de Elda que actualmente realiza rotación conmigo. ¡Gracias Cristina!.

El otro día fui a una librería a buscar un regalo para unos padres primerizos que, desde que nació su pequeña Elena, se han apoyado mucho en esos “manuales para padres” que tanto abundan hoy en día. La niña tiene ya 6 años, y la cuestión es que me costó mucho trabajo encontrar algo adecuado.
Resulta que se han escritos miles y miles de páginas sobre el primer año de vida, o los 2 primeros, y también mucho sobre la adolescencia y sus problemas, pero entre medias, nada. Es como si durante ese periodo de tiempo, delimitado entre las rabietas de los 2 años y las “broncas” del adolescente, no hubiera trabajo por hacer o no fuera necesario ejercer de padres.
Y lo cierto es, que durante este periodo es cuando más cosas podemos hacer para asentar los cimientos de una buena relación padre-hijo, que sea capaz de combatir cien adolescencias y sus peligros.
Cuando pensamos en la adolescencia nos ponemos siempre en lo peor, y nos viene a la cabeza el alcohol, las drogas, los embarazos,… cosas que todo padre querría evitar para su hijo o hija adolescente. Y aunque nadie tiene la fórmula mágica para poder evitar al cien por cien que nuestros chicos se vean arrastrados al mundo de las adicciones y las conductas de riesgo, se ha visto que una buena relación padre-hijo disminuye considerablemente el riesgo de que esto ocurra., aquella que hemos de ir construyendo desde la infancia, mucho antes de los primeros cambios de la pubertad.

¿Y qué cosas podemos hacer como padres?
Para empezar debemos dedicarle tiempo a nuestros hijos, conversar con ellos cada día sobre sus vidas, sus sentimientos. Debemos hacer que el hogar sea un lugar positivo para todos, animar a nuestros hijos a que se pongan metas a corto y largo plazo, y que se sientan bien consigo mismos y con sus logros. Hablar acerca de su futuro, que sean conscientes (y también debemos serlo los padres) de que un día habrán de hacerse mayores, marcharán de casa, serán autosuficientes, tendrán sus hijos y pondrán sus reglas.

Se debe establecer una opinión “familiar” de rechazo firme hacia las sustancias y conductas nocivas. Aprovechando las situaciones que van surgiendo a lo largo de la vida (casos en televisión o de conocidos) para reafirmar esa opinión de claro rechazo hacia las drogas, el abuso de alcohol, la conducción temeraria, el tabaco,…

Debemos ser unos padres que se “meten” en las vidas de sus hijos. Respetando su intimidad, pero interesados en conocer a sus amigos, en saber a dónde van, con quién. Y dejarles claro que forma parte de ser buenos padres y que lo hacemos porque les queremos.

Y nosotros dictaremos las reglas de conducta (ayudar en tareas del hogar, volver a casa a una determinada hora, etc), y dejaremos claro que habrá consecuencias si estas reglas no se cumplen, consecuencias que serán avisadas de antemano, y mejor si han sido consensuadas con los propios chicos.

En definitiva, más vale prevenir que curar. Y si nos dormimos en los laureles, cuando llegue la adolescencia y nos despierte de golpe, no vamos a ser capaces de reaccionar a tiempo. Y en plena revolución puberal, no podremos esperar de nuestros hijos conductas y actitudes que durante toda la infancia no nos hemos preocupado por inculcar.

CURSO ON-LINE PARA PADRES Y MADRES: “EN FAMILIA”

Recibo la información de este Curso Virtual para Familias que creo os puede interesar, aunque se cierra ya el plazo de inscripción:

La Conselleria de Sanitat de la Generalitat, en su afán de dotar a las familias de instrumentos que faciliten su labor de prevención de conductas de riesgo, está desarrollando el CURSO ON-LINE PARA PADRES Y MADRES: “EN FAMILIA”, en colaboración con la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), como una experiencia pionera en la intervención familiar Municipal.

El Curso On-line para padres “En Familia” ha sido diseñado para fortalecer el papel preventivo de conductas de riesgo (entre las que se encuentran, entre otras, los problemas derivados por el consumo de drogas), desde el convencimiento de que prevenir en la familia es algo natural, es decir, algo posible de realizar día a día, de forma sencilla y constante desde una edad muy temprana. Está dirigido a padres y madres con hijos en edad escolar, interesados en conocer o, en su caso, profundizar en las posibilidades de actuación preventiva en su familia.

En concreto, el Programa “En Familia” te ofrece posibilidades para, entre otras cosas:

  • Mejorar la comunicación dentro de la familia: cómo hacer una crítica, cómo escuchar, cómo enseñar a decir “no”,…
  • Aumentar la calidad de la vida afectiva de tu familia: cómo incrementar la autoestima de tus hijos, cómo expresar afecto y recibirlo,…
  • Cómo poner límites a tus hijos: la influencia en el desarrollo de tus hijos y en el clima familiar de saber poner normas y también de saber hacerlas cumplir.
  • Tu ocio y tu tiempo libre como espacios para educar a tus hijos.
  • Cómo entenderles y relacionarnos con ellos teniendo en cuenta su momento de desarrollo.
  • Cómo y cuándo hablarles de drogas, cómo afrontar situaciones de consumo iniciales si se producen.

Partimos del convencimiento de que prevenir en la familia es algo natural, es decir, algo posible de realizar día a día, de forma sencilla y constante, desde una edad muy temprana. Esperamos que este curso virtual «En familia», sea un tiempo en el que padres y madres tomen conciencia de la amplia capacidad de influencia que tienen sobre sus hijos-as, y de todos los recursos que pueden poner en marcha para la prevención de conductas de riesgo social.

Queremos animarte a conseguir estos objetivos y, en nuestro nombre y, si nos lo permites, en el de tus hijos, agradecerte el tiempo que vas a dedicar a ser más capaz de ayudarles a desarrollarse como personas.

Es gratuito y podéis inscribiros en la Web. Comienza el 15 de septiembre pero las inscripciones se pueden realizar desde el 1 hasta el 29 de septiembre.

 

La mirada social del pediatra

Hablaba en el artículo anterior, en estas mismas páginas, de la figura del pediatra de cabecera y de la implicación con las familias que atendemos. Podríamos decir que son distintas miradas; empezamos mirando sólo al niño enfermo y progresivamente vamos desarrollando una mirada más amplia: al niño o adolescente en primer plano y a sus padres y a su familia en segundo o tercer plano. Tratamos así de descubrir preocupaciones o problemas que hay alrededor de la enfermedad o conflictos existentes debajo del motivo de consulta, realizando un enfoque realista y adecuado de los problemas y necesidades de ese niño y su familia.

Pero si ampliamos más la mirada vemos que ese niño, esa familia, están insertos en sociedad, una sociedad que, sin duda, repercute en la salud del niño, favoreciéndola o limitándola.
Sabemos que los determinantes sociales tienen un peso importante en la salud y la enfermedad de adultos y niños y, aunque escapan de nuestro ámbito puesto que dependen fundamentalmente de decisiones políticas y económicas, debemos conocer el entorno no solo familiar sino social de los niños y familias que atendemos. Es necesario ir registrando en la historia los datos sociales, paro de los padres, subsidio, discapacidad o enfermedad en la familia, estudios, vivienda, país de orígen de una familia inmigrante, etc. porque el entorno influye decisivamente en el crecimiento y desarrollo infantil y porque nos permitirá entender e interpretar muchas de las consultas por las que traen al niño.

Una visión social apuesta por la educación para la salud, fomenta la autonomía y las capacidades personales y familiares y rechaza la medicalización de problemas psicosociales.

Una mirada social nos hace ver más allá del cupo de niños a los que atendemos. En el informe de Unicef La infancia en España 2012-2013 se presentaba “una fotografía objetiva y actualizada sobre la situación de los niños en nuestro país. En un contexto como el actual, el tema central es en consecuencia obligado: la crisis económica está teniendo un enorme impacto sobre la infancia, a pesar de lo cual se trata de un tema que permanece prácticamente invisible en el discurso político, social o mediático.
Nuestro objetivo es hacer visibles a los niños en el panorama de retos sin precedentes a los que nos enfrentamos.” En este informe, que bien merece una lectura, el porcentaje de niños y niñas que están en riesgo de pobreza o exclusión social es de un 29,8%, cifra similar a la del informe de Cáritas Europa presentado el mes pasado y que sitúan a España a la cabeza de los países europeos con mayor índice de pobreza infantil.
En definitiva, esta mirada social del pediatra es una forma de mirar la infancia, una manera de ejercer la pediatría.

Por último insistir en que la formación del pediatra no sólo debe estar centrada en el ámbito hospitalario y en los aspectos biomédicos, sino que también debe formarse en aspectos bioéticos y psicosociales para mejorar la calidad de la asistencia sanitaria a nuestros niños y adolescentes.