¿Usamos ropa protectora contra el sol?

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Hablaba hace unas semanas de fotoprotección y decía que la protección más fácil, lógica y eficaz es ponernos siempre que podamos a la sombra e ir tapado con ropa. Además, es la protección mas barata y ecológica.

La OMS habla de la ropa como nuestra “primera línea de defensa” frente al sol. Recuerdo en mi infancia, años en los que no habían llegado las cremas solares, que niños y niñas de piel blanca nos bañábamos con camisa. Los pediatras siempre hemos recomendado llevar a los más pequeños con ropa cuando van a la playa o a la piscina.

Pero ¿qué ropa es la más adecuada?. Se sabe que cuanto menores son los espacios entre los hilos y mayor es el peso y grosor del tejido la protección frente a los rayos ultravioleta es mayor. También los colores oscuros protegen más que los claros. Una tela de las que menos rayos ultravioleta deja pasar es la vaquera, por ejemplo. Por tanto una cosa es combatir el calor con ropas frescas, tejidos naturales y claros y otra protegernos de las radiaciones.
Afortunadamente la industria ha sabido combinar frescura del tejido y protección solar y desde hace años disponemos de prendas de tejidos con factor de protección ultravioleta (FPU).

¿Y qué es el factor de protección ultravioleta? Se denomina FPU de un tejido a la protección que ofrece frente a los rayos ultravioleta, es decir, la cantidad de radiación solar que es capaz de bloquear. Sería el equivalente al Factor de Protección Solar (FPS) de las cremas solares.

La primera normativa publicada sobre los métodos para determinar FPU de la ropa fue el Standard Australia/Nueva Zelanda, que establece una clasificación:Tejido con FPU entre 15-24 se considera una buena protección porque transmiten entre un 4,2-6,7 % de radiación UV. Tejidos con FPU entre 25-39 se considera una protección muy buena porque transmiten entre 2,6 y 4,1 % de radiación UV. Tejidos con FPU por encima de 40 se considera una protección excelente porque transmiten menos del 2,5 % de la radiación UV.

Para el Skin Cancer Foundation’s un tejido debe tener un FPU mínimo de 30 para darle su sello de recomendación. Hoy día disponemos de ropa, bañadores, gorras, camisetas, pantalones… con alto nivel de protección. Son ya muchas las marcas y tiendas que ofrecen esta ropa, lo indica en su etiquetado, con precios razonables y creo que es una buena alternativa para el tiempo del baño o de las actividades al aire libre. Poco a poco se está abriendo un nuevo mercado con prendas de vestir para la vida diaria puesto que son muchas las horas de exposición solar.

Y para terminar este repaso, recordar el uso de gorras, sombreros y viseras. Pero no todo protege por igual: un sombrero de paja, poco tupido, no llegará a proteger ni del 40% de las radiaciones. Es recomendable usar sombreros de alas anchas (mayores de 7,5 cm) para proteger cara, orejas, nariz y cuello. También gafas protectoras solares frente a rayos UVA + UVB, que no sean pequeñas.
En el tema de la protección solar, como para casi todo, siempre sentido común.

Depresión en la infancia y adolescencia. ¿Qué está pasando?

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La depresión ha dejado de ser una enfermedad del adulto. En los últimos años han aumentado en pediatría las consultas por síntomas que nos hacen sospechar un trastorno depresivo y por tanto hemos incrementado las derivaciones a las Unidades de Salud Mental Infantojuvenil. La tendencia prevista es que vaya en aumento.
¿Pero de qué cifras estamos hablando?. Varían ligeramente de unos estudios a otros. Acaba de salir publicado un artículo sobre los trastornos depresivos de la infancia y la adolescencia y cuyas autoras, psicólogas y psiquiatra de los Hospitales Clínico de Barcelona y Universitario Mutua de Terrassa estiman que afectaría al 1-2 % de los niños y niñas, aumentando hasta el 8% en la adolescencia. Mientras que en la infancia afectaría por igual a ambos sexos, más tarde la proporción es doble en las chicas que en los chicos.

¿Cuál es la causa?. Como en casi todas las cosas de la vida, son múltiples factores los que intervienen, no una única causa. Hay factores de riesgo familiares, uno de los más estudiados son los antecedentes de depresión. Se ha visto que la existencia de un familiar de primer grado con depresión multiplica por 3-4 el riesgo. También cuentan las interacciones familiares, la relación de los progenitores como pareja, la violencia o la escasa expresión de afecto.
Hay factores de riesgo ambiental como el aislamiento social y aquí la pandemia ha tenido un importante papel.
Y por supuesto factores de riesgo individual, que tendrían que ver con lo genético, con el temperamento y el género.

¿Qué síntomas nos deben hacer sospechar? Los síntomas varían dependiendo de la edad. En la etapa escolar, una edad en la que apenas vienen al pediatra, suelen consultar mucho y por ahí debe ir la sospecha. Se quejan de dolores de cabeza, dolores abdominales o apatía, pero no suelen hacer referencia a síntomas afectivos y pasan desapercibidos. En la adolescencia, por el contrario, sí hablan de sentimiento de tristeza y lloran. Debemos alertarnos si observamos en nuestra hija o hijo adolescente un cambio de actitud y de comportamiento, si pierde el interés por las actividades que realizaba y que le eran placenteras, si presenta altibajos emocionales, tristeza a lo largo del día y de los días o irritabilidad; si se queja por todo, se siente solo o sola, sentimientos de inutilidad o de culpa, opinión negativa de sí mismo/a, sentimientos de desesperanza o pensamientos de muerte.
Todo ello se observa en el entorno familiar, escolar y social.
También puede haber cambios en el apetito, sobre todo anorexia con pérdida de peso, insomnio o por el contrario dormir mas, cansancio, falta de concentración o bajo rendimiento escolar.

La sospecha debe hacernos consultar. No podemos dejarlo diciendo “ya se le pasará” o “puedes superarlo con fuerza de voluntad”. Ante la sospecha es necesario un abordaje en profundidad para hacer el diagnóstico y tratar lo más precozmente posible. Derivamos por ello a las Unidades de Salud Mental Infanto-Juvenil.

Hablar de tratamiento es abrir un abanico de intervenciones. Es necesaria la psicoterapia, en la vertiente que se considere más adecuada: interpersonal, grupal o terapia familiar. Puede ser necesario también un tratamiento farmacológico con antidepresivos o fármacos para tratar otros síntomas, como el insomnio o la ansiedad en la fase inicial.
En este amplio abordaje terapéutico hay que incluir recuperar hábitos saludables perdidos, una alimentación adecuada, las horas de sueño, el deporte o salidas a la naturaleza. Imprescindible siempre el abordaje familiar.

Termino el artículo. Ha sido una mirada al niño, a la niña, al adolescente con sospecha de depresión, una mirada individual. Pero el problema es más amplio, es social. Habrá que plantearse más cosas que a mí se me escapan. Desde luego son necesarias intervenciones psicosociales que promocionen la salud mental de nuestra infancia y adolescencia y trabajar con grupos que tengan factores de riesgo. No hacerlo implica un coste que no podemos admitir.





Preparados para un largo verano

Publicdo en el diario Información

Los termómetros invitan al baño desde hace semanas y las playas se van llenando. Las noticias anuncian un largo verano. Toca hablar de protección solar.

Llevamos años informando porqué es necesario proteger la piel de la luz solar. A estas alturas sabemos la relación entre sol y cáncer de piel, pero lo cierto es que año a año sigue en aumento el número de personas diagnosticadas de cáncer de piel y en edades más jóvenes. Aunque afecta a los adultos, la radiación ultravioleta (UV) del sol acumulada durante la infancia es la que implica el mayor riesgo. Nuestra piel tiene memoria y almacena las sucesivas veces que la hemos sometido a un sol excesivo. Además la piel en la infancia es más susceptible al daño derivado de la radiación UV, sus mecanismos de defensa son menos eficaces y son los años de mayor exposición solar. Por ésto vuelvo a insistir en la necesidad de una correcta fotoprotección.

Hablar de fotoprotección es hablar de sentido común. La protección más fácil, lógica y eficaz es ponernos siempre que podamos a la sombra, ir tapado con ropa y limitar el tiempo que pasamos al sol, evitándolo sobre todo en el centro del día.

¿Qué fotoprotector usamos? De entrada no son aconsejables en menores de 6 meses. A partir de esta edad pueden usarse los fotoprotectores físicos o pantallas minerales. En cuanto al Factor de Protección Solar (SPF) es un índice que mide la capacidad protectora. El número del FPS indica la relación entre el tiempo que podemos estar expuestos al sol con él antes de que aparezca el eritema solar, respecto al tiempo que tardaría en aparecer sin el fotoprotector. Así un FPS de 30 indica que con el filtro el eritema solar tardaría 30 veces más tiempo en aparecer que sin él. Usaremos un SPF mínimo de 30, mejor 50. Superiores a 50 o los que se anuncian como “pantalla total” dan una falsa seguridad porque no existe “protección total”. Tampoco aplicar capas superpuestas de crema solar aumenta el factor de protección. Nunca utilizar aceites solares. Aplicarlo 30 minutos antes de salir al aire libre en cantidad suficiente por toda la superficie expuesta y repetir cada 2 horas, tras estar tiempo en el agua, secarse con toalla o sudar mucho. ¿Sirven de una temporada para otra? si durante el verano pasado estuvieron expuestos al sol, que es lo habitual, deben desecharse; sólo los que se han guardado en condiciones óptimas de temperatura y que no hayan caducado podrían usarse.

En cuanto a qué ropa es la más adecuada, tendríamos que usar prendas de vestir frescas, ligeras, que cubran la mayor superficie corporal. Afortunadamente se vienen fabricando prendas con tejidos que ofrecen protección frente a los rayos UV para las actividades al aire libre. El Factor de Protección Ultravioleta (FPU) de un tejido es el equivalente al FPS en cremas solares. Tejido con FPU a partir de 15 se considera una buena protección. Recomiendo usar este tipo de camisetas y prendas.

También es aconsejable utilizar gafas de sol para proteger los ojos; llevar sombrero, mejor si es con ala ancha para proteger cara, orejas, nariz y cuello.
Es muy importante lograr una mayor concienciación social y cambiar de una vez por todas nuestros hábitos de exposición solar. Ha de ser otro hábito de vida saludable en el que eduquemos a nuestros hijos e hijas.

Educación digital en la etapa escolar


Artículo publicado en el diario Información


La etapa escolar es una etapa enormemente importante en la educación de nuestros hijos e hijas: son los años en los que cultivar hábitos, normas, valores y habilidades para la vida. Por tanto, aunque es una etapa tranquila, hay que echarle horas. También es importante porque antes de los 8-9 años es cuando adquieren hábitos digitales, aún no han iniciado las redes sociales y cuando los padres todavía ejercen un control sobre el uso de las pantallas. Es además una edad de máxima plasticidad cerebral, en la cual las experiencias reales y también virtuales modelan el desarrollo cognitivo, emocional y social.
Si ejercemos de padre o madre con amor y autoridad, si hay complicidades y una buena comunicación en estos años, no tengamos miedo a la adolescencia.

¿Cómo acompañamos a nuestros hijos e hijas en su incorporación a las tecnologías digitales?
La recomendación de los Ministerios de Educación y Sanidad en la etapa escolar es limitar el tiempo de uso de pantallas, con fines recreativos, a un máximo de dos horas al día. No sólo se trata de tiempo recomendado, sino de calidad de lo que ve y si es, o no, tiempo compartido con el adulto.
Como todo proceso educativo iremos de la protección a la autonomía.

Veamos algunas orientaciones:
1. Tu hijo/a no puede ser huérfano/a digital, por eso de ahora en adelante padres y madres necesitáis formación, estar al día de la evolución de la tecnología para acompañarles. No puede quedarse sin un padre o una madre que le guíe y le proteja. Hay que enseñarle a caminar por internet, es otro espacio real, en el que nos movemos.

2. Normas claras. Tiempo de uso. Horarios y lugares sin pantallas.

3. Cualquier dispositivo se usa en lugares comunes de la casa para poder supervisar sus actividades.

4. Enséñale a caminar por internet. Como hemos hecho cuando salíamos a la calle: al principio los llevamos de la mano, luego a nuestro lado y más adelante confiamos en ellos/as y los dejamos salir solos/as, sabiendo dónde va, con quién y límite de tiempo. Durante años tiene que haber navegación compartida. Enséñale las oportunidades y progresivamente háblale de los riesgos. Protégele fomentando el diálogo de lo que es una navegación segura.

5. Instala programas de control parental. Pero no podemos basar todas nuestras estrategias en estos programas. El mejor filtro parental sois vosotros: padres y madres. Requiere conocimiento de las tecnologías, una buena comunicación familiar y educación.

6. Contenidos digitales: informaos sobre juegos, aplicaciones y las edades recomendadas antes de permitir que vean o jueguen con ellos. Se puede buscar información sobre juegos y aplicaciones en organizaciones como Common Sense Media. Es aconsejable que juguéis en familia. Progresivamente dar mas autonomía, pero conociendo el contenido que consumen. Normas claras: no descargar contenido sin autorización o el límite de tiempo para los videojuegos. Más adelante será fundamental conocer las apps que utiliza, también los “influencer” que sigue o las páginas que frecuenta.

7. Debe aprender a ser un ciudadano digital. Educación y buenos modales cuando se usan los medios de comunicación. Las consecuencias del acoso cibernético y qué hacer cuando se es víctima.

8. Fomenta el espíritu crítico, que cuestione la información.
Tener también en cuenta la exposición a la publicidad. Ofrecer contenidos previamente descargados. Educar sobre el contenido de la publicidad.

9. Demos ejemplo. Padres y madres somos el modelo, seamos coherentes con lo que les exigimos.

Para terminar :
* Las redes sociales tienen una edad legal recomendada que sobrepasa la etapa escolar por lo que no entramos en ellas.
* El uso excesivo de las pantallas interactivas (móvil, tablet, ordenador) lleva a problemas tan importantes que se describen ya como adicción y son tratadas como tal. Los padres podéis prevenir y detectar los signos de que esto está ocurriendo.
* Son factores protectores frente a la adicción, las actividades de relación con la naturaleza y el deporte.

Páginas web de interés:
pantallasamigas.net
https://www.is4k.es
Oficina de Seguridad del Internauta osi.es.

Dra. Pilar Suárez. Pediatra C.S. Calpe
Dra. Isabel Rubio. Pediatra

Crianza digital

Publicado en el diario Información.


En apenas unos años las tecnologías han cambiado nuestro mundo. Vivimos un tiempo de innovación digital sin precedentes. En este marco social, padres y madres se enfrentan al desafío de educar en la era digital. No es una tarea fácil porque no hay experiencia previa, cuentan con escaso apoyo y están ellos mismos aprendiendo a moverse en estos nuevos territorios.
A esta otra tarea educativa que tienen los padres y madres de hoy podemos llamarla crianza digital. Un término apropiado cuando hablamos de los primeros años de vida y en ellos nos centraremos en este artículo.

Empezaremos por las Recomendaciones de los Ministerios de Educación y Sanidad para menores de 2 años: A esta edad NO al uso de pantallas.
Es la misma recomendación que hacen las distintas Asociaciones de Pediatría nacionales y la misma Organización Mundial de la Salud.
¿Porqué una recomendación tan tajante? Por que las pantallas a esa edad no tienen ningún efecto beneficioso y sí muchos efectos negativos. Si le ponemos una pantalla delante estamos limitando sus habilidades motoras, limitando la comunicación y las habilidades sociales. Lo que un bebé necesita es moverse, gatear, aprender a ponerse de pie, a caminar, manipular con sus manos. Los niños menores de 2 años y medio son incapaces de aprender de una pantalla en dos dimensiones , pueden repetir o imitar lo que ven pero no lo entienden y menos lo pueden transferir a la realidad en tres dimensiones.
También necesitan relacionarse, mirar a la cara de sus padres, de sus hermanos, de otros niños y niñas, e interpretar sus reacciones para luego modelar su propia respuesta y así aprender a hablar, jugar… el tiempo de pantalla es tiempo perdido para su desarrollo.

Por otro lado las pantallas le ofrecen estímulos intensos con música e imágenes de colores brillantes a una velocidad que no es la real. Esta sobreestimulación está diseñada adrede con fines de marketing para mantener la atención en la pantalla el mayor tiempo posible y en los niños y niñas se traducirá en nerviosismo, en que no aprenden a esperar y en problemas en el sueño.
Van saliendo estudios acerca del impacto que la exposición a pantallas tiene en los pequeños. Por ejemplo en noviembre del 2019 se publicaban los resultados de un estudio en el que se ha observado peor integridad de la sustancia blanca cerebral del área del lenguaje a más horas de pantallas.
Otros estudios nos hablan de que a más tiempo de pantallas en los primeros años, cuando tienen 5-6 años presentan retraso en el lenguaje, falta de atención y problemas en el aprendizaje. También dificultad para relacionarse.

De 2 a 4 años también hay unanimidad en la recomendación: menos de 1 h. al día. Los contenidos han de ser adecuados al nivel de desarrollo del niño o del niña y con el adulto presente, que sea un tiempo compartido. Lo que vemos a diario es la “tableta niñera” para que estén silenciosos y ausentes.
Las razones son las mismas que en los menores de 2 años, por eso cuanto menos tiempo mejor y siempre menos de una hora al día. A estas edades va aprendiendo explorando el mundo físico que les rodea, interactuando con adultos, niños y niñas.
Por otro lado los beneficios de las pantallas en la educación temprana son limitados y sólo existen si su contenido cumple tres condiciones: que contenga pocas características que distraigan del fin educativo, que permita visualizaciones e interacciones duales, es decir que permita ser utilizados por el niño y un adulto educador y que que induzcan a transferir el conocimiento adquirido en la pantalla a la vida real. Además a esta edad el riesgo de adicción ya es alto.

El uso de las pantallas en la infancia debe estar controlado siempre por los padres para mantener los tiempos adecuados de juego real, de actividad física, de interacciones sociales y de sueño. Los padres también deben controlar el contenido y no dejar que sus hijos e hijas a edades tan tempranas “consuman“ pantalla sin acompañamiento.

Pilar Suárez. Pediatra C.S. Calpe
Isabel Rubio. Pediatra

Quemaduras en el hogar


Publicado hoy en el diario Información


Hay accidentes que ocurren sobre todo en el hogar, es el caso de las quemaduras en los primeros años de vida.
En los más mayores y adolescentes tienen que ver con actividades de riesgo y suelen ocurrir fuera de casa.

Veamos qué peligros hay en nuestro hogar, dónde suelen producirse, en qué circunstancias y lo más importante, cómo podemos evitarlas.

Para empezar hay que hablar de las escaldaduras, que son las quemaduras que se producen con agua o líquidos calientes. Son las más frecuentes en los menores de 5 años.
El lugar donde se producen suele ser la cocina o el baño. Una sartén o un cazo con el mango hacia fuera y el niño o la niña intenta alcanzarlo, o al chocar accidentalmente con un adulto que lleva el plato con la sopa caliente… o se echa el plato encima estando ya sentado en la mesa. Son muchas las situaciones cotidianas por las que un vertido de líquido caliente puede caer sobre un/a niño/a.
Es necesario saber que el líquido derramado tiene mucha importancia, el agua, el caldo y la leche hierven a 100 grados, mientras que el aceite de oliva lo hace a 180 grados, por lo que las quemaduras son mas profundas. También las papillas o purés al ser densos hay más tiempo de contacto y provocan quemaduras más profundas.

Otra quemadura frecuente es en la boca, al ingerir un alimento demasiado caliente.
En la cocina se producen también quemaduras por contacto, por ejemplo con la puerta del horno o con menaje de cocina.

Recomendaciones:
* Cocinar preferentemente en los fuegos de atrás y siempre los mangos de cazos y sartenes hacia dentro.
* No cocinar con el niño/a en brazos.
* Atentos cuando traslademos caldos o líquidos calientes, que no estén los/as niños/as cerca.
* Colocar los líquidos calientes en el centro de la mesa.
* Si el horno está al alcance de los/as niños/as, evitemos que estén en la cocina cuando esté encendido.
* Probar los alimentos calientes antes de ofrecérselos a nuestro bebé. Atentos especialmente a los calentados al microondas, es necesario remover bien para que la temperatura sea uniforme.

El baño es otro espacio donde se producen numerosas quemaduras, sobre todo por inmersión en agua muy caliente en la bañera. También quemaduras por contacto con planchas de pelo por ejemplo.
Recomendaciones:
* Tener graduada el agua caliente a un máximo de 50 grados.
* Comprobar siempre la temperatura del agua del baño.
* Protectores para grifos si puede alcanzarlos mientras se baña.
* Cuidado con las planchas de pelo o rizadores tras su uso.

Otros elementos peligrosos son los enchufes. Si meten los dedos en un enchufe o en un alargador conectado, puede producirse una quemadura eléctrica. La recomendación es clara: los enchufes que no se están utilizando se tapan. Los alargadores también. Y no debemos dejar que manipulen pequeños electrodomésticos como la tostadora.

Unas últimas recomendaciones:
* Cerillas, mecheros o velas, fuera de su alcance.
* Barrera protectora delante de chimeneas o estufas.
* Evitar que toque la plancha de la ropa.

Afortunadamente hay menos quemaduras graves. Han ido mejorando las condiciones de vida y llevamos un camino recorrido en prevención. Pero hay sectores sociales desfavorecidos en los que el riesgo para las quemaduras sigue siendo alto.

La imagen corresponde a la Guía para padres sobre la prevención de lesiones no intencionadas en la edad infantil.