La entrada a la escuela infantil


En estos días es una consulta frecuente “estoy/estamos pensando en llevarl@ a la guardería/escuela infantil”… y tras este comentario debo indagar si es verdad que estáis en la fase de recoger información para tomar la decisión o, como ocurre habitualmente,  acudís con la decisión de escolarizarlo ya tomada y lo habláis conmigo sólo para que “avale” vuestra decisión, esperáis que os dé el “visto bueno”, que diluya las últimas dudas que tenéis, dudas que a veces planteáis intentando convencerme a mí de la decisión con frases como “necesita a otros niños, en casa está muy sol@”, “así ya estará acostumbrad@ cuando vaya al cole”, “no pasa nada si coge todos los catarros juntos”, etc.; pero incluso si ya tenéis la reserva de plaza o lo habéis matriculado, al acercarse la fecha de la entrada en el cole la angustia de la separación es mayor, las dudas vuelven, “¿hemos hecho bien?”…En estos casos, «a decisión tomada, decisión respetada», la consulta es un espacio donde hablar de esa cercana escolarización, os planteo, dependiendo de la edad del niño, cómo hacer la separación, cómo facilitar su salida al mundo y de ésto hablaré en los próximos días.
También hablamos que debéis tener previsto la persona que le cuidará la mañana que amanezca con fiebre, enfermo, que siempre ha de quedarse en casa, por respeto a él, porque tiene que ser cuidado y también por respeto a sus compañeros de escuela, para evitar, en la medida de lo posible, el contagio.

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Educación y malos tratos


Con esta segunda parte quiero poner la mirada en los malos tratos a los niños “institucional”, aceptada por la sociedad, y para no seguir con nuestro mundo occidental, para que veamos “otros mundos” os muestro el Códice Mendoza, llamado así porque fue encargado por el primer virrey de la Nueva España, D. Antonio de Mendoza, en los años 1535-1550 para enviar a Carlos V la información sobre los pueblos “conquistados”. Junto al dibujo se añadía una explicación en español. La educación en el mundo azteca comenzaba a los siete años y terminaba a los catorce, eran parte del proceso educativo los castigos físicos, graduados según la edad del niño, y se les proporcionaba una alimentación bastante limitada como parte de la educación; a los niños se les enseñaba a pescar y a las niñas a tejer.

Un poco de historia del maltrato en la infancia


Difícilmente tendremos referencias de los malos tratos sufridos por los niños a lo largo de la historia si, como escribía ayer, no hay reconocimiento de “infancia” hasta el siglo XIV. Sí hay constancia del sacrificio ritual del niño, víctima elegida para ofrenda a los dioses, en la antigüedad. También hay constancia de grandes matanzas de niños como la que llevó a cabo el rey Nimrod de Babilonia, se calcula que ordenó matar a unos 70.000 niños de corta edad, o la más conocida del rey Herodes.
Pero conociendo un poco la historia no es difícil imaginar la vida de los niños a lo largo de los siglos. En la oscura Edad Media surgen los hospicios, creados por la Iglesia, para albergar a los numerosos niños abandonados.
De la Edad Moderna, en la que se empieza a prestar atención a la infancia, en la que toma cuerpo la representación social de la niñez, nos llega a través de la novela o la pintura la cotidianidad del hambre, las palizas, el abandono…
Siguiendo a grandes rasgos la historia, la revolución industrial supuso, por la necesidad de mano de obra, una nueva forma de explotación infantil (antes sólo ocurría en el ámbito más o menos familiar), el niño trabajará en grandes fábricas, sometido a unos horarios y condiciones de trabajo por encima de su capacidad física.
Los primeros datos médico-legales de los que tengo constancia son de 1626: los resultados de autopsias de niños que sufrieron malos tratos. Dos siglos después, en 1879, se publica “Estudio médico-legal sobre las sevicias y malos tratos ejercidos sobre los niños” y se detallan los hallazgos de 202 autopsias a niños.
En 1946, el pediatra y radiólogo Caffey describe casos de niños que presentaban múltiples lesiones óseas en distintos grados de evolución y que no encajaban con enfermedad ósea alguna, lactantes con fracturas múltiples de huesos largos junto a traumatismos craneales; su discípulo Silverman sugirió que la causa podía estar en reiterados traumatismos no accidentales por negligencia o agresiones deliberadas. Pero fue en 1962, ¡hace sólo 48 años!, cuando aparece por primera vez la denominación “síndrome del niño maltratado”.

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Reconocimiento social de la infancia


Reinicio camino, vuelvo al trabajo, pero el contagio de la indolencia de agosto imprime un ritmo lento.
De las lecturas del verano he ido guardando lo que me ha parecido interesante. Y así he sabido que nuestra Europa medieval no poseía una noción de la infancia y niñez como etapas dignas de mención, los niños vivían mezclados con los adultos, no tenían un espacio propio ni un mundo a su medida, es decir, no existía “la infancia” como forma de representación simbólica. Esta reticencia medieval a considerar la infancia como una etapa de la vida digna de ser tenida en cuenta podría deberse a la altísima mortalidad infantil de la época.
¿Cuándo y cómo ha emergido una representación social de la niñez?.
Toma cuerpo el “sentimiento de la infancia” en la cultura occidental a partir del siglo XIII, por ejemplo ya aparece la figura del niño en las pinturas de los siglos XIII y XIV (más tarde, ya en el siglo XVI, aparecerá el retrato infantil). En los albores del Renacimiento la infancia se constituye en una fase de la vida humana con consistencia propia y segregada de la vida del adulto.
Estudiando la pintura vemos que a finales del siglo XVI el niño aparece ya vestido de manera “infantil” pues hasta entonces se le vestía como a un adulto. También emerge la noción social de “inocencia infantil” cuya consecuencia será la concepción moralizante de la educación que el siglo XVII pone en práctica.

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Las vacaciones son para jugar


A lo largo del curso escolar son muchos los niños que tienen una agenda tan apretada como sus padres y es ahora, durante las vacaciones, cuando pueden y podemos, disfrutar de horas de juego.
Pediatras, psicólogos, psiquiatras infantiles y maestros insistimos en la importancia del juego para la salud del niño, para su educación.
Desde bebé el niño necesita jugar, se interrelaciona así con el adulto y es el mejor estímulo en su desarrollo psicomotor; por ejemplo, el juego de la madre o padre con su hijo de menos de un año, uno frente a otro y en el que alternativamente se tapan la cabeza con una gasa, el otro se la quita y riendo descubre que sigue ahí, es un juego valioso porque está favoreciendo la seguridad del niño: su padre, madre o él mismo permanecen, aunque momentáneamente no les vea. Si vosotros lo habéis vivido sabréis lo gratificante que es también para los padres, las sonrisas que os ha regalado vuestro hijo.
Más adelante el niño jugará solo o con otros y aprenderá a no siempre ganar, a compartir, aprenderá los papeles que ha de jugar cuando sea mayor, a ser papá o mamá, a las tiendas, a los médicos… ensayará roles e irá situándose en el mundo, aprenderá a ir aceptándose, resolverá conflictos emocionales jugando o aprenderá a manejarlos, estimulará su imaginación, aprenderá a jugar en equipo, la necesidad de que existan reglas y a respetarlas, a esperar su turno, aprenderá a cooperar con otros para alcanzar objetivos, aprenderá a destacar en unos juegos y a frustrarse al ver que otros no se le dan tan bien. El juego estimulará su inteligencia, su creatividad, su lenguaje. En definitiva: le ayudará a crecer de una manera sana.
En verano sobre todo favoreceremos el juego al aire libre, que se mueva, es al fin y al cabo una forma de hacer ejercicio y por ésto sería importante que lo hiciera todo el año, aunque durante el curso y si vive en una ciudad es difícil que juegue en espacios abiertos, que aprenda a subir en bici, a patinar, o los juegos tradicionales de la calle; ahora es más fácil que juegue con iguales, primos o amigos.
También el verano es una buena época para jugar padres e hijos, hay tiempo para enseñarles el ajedrez, o juegos de mesa… es tiempo para estar cerca de ellos y vivir las horas de ocio jugando.
Evitaremos, en la medida de lo posible, el aislamiento que implican determinados juegos y también aconsejo no imponer tareas escolares durante el verano, sí estimular la lectura a cualquier edad o actividades creativas: desde bailar, pintar, escribir, montar breves obras de teatro o espectáculos que seguro deleitan a mayores y pequeños.

Las vacaciones son para jugar….y también para desconectar. ¡Hasta la vuelta!