El pasado sábado publicaba mi amigo y compañero Mariano Mancheño, pediatra en Altea, este artículo en las páginas del periódico Información y que comparto con vosotr@s. ¡Gracias Mariano!
Cuando estas líneas se publiquen posiblemente haya nacido ya una nieta nueva a la que pondrán de nombre Ona según eligió su hermanita Ada, de 4 años hoy. Nuestra espera es hermosa, tensa, vibrante.
Tras un año atroz recuerdo palabras de mi madre: «La vida es corta, fugaz, ligera, los años pasan veloces, prestos…». Parece que hoy todo es más rápido de lo que ella nos decía. Un año de silencios, enfermedad, muertes, dolor, aislamiento, impotencia, mensajes contradictorios, precarización laboral, agotamiento de nuestro sistema productivo basado en el turismo como generador de ingresos y motor principal de la economía. Pareciera que hemos de acostumbrarnos como corderos a convivir con trabajos y sueldos precarios, aumento de la brecha salarial entre ricos y pobres, entre hombres y mujeres y a convivir con trabajos de igual a igual con robots.
Si no se pone coto al ansia depredadora de grandes corporaciones y multinacionales (gravando sus ganancias, legislando al mismo nivel global que ellos explotan) que deforestan, que producen plásticos e ingentes cantidades de desechos tóxicos que vierten por tierra, mar y aire, contaminación ambiental que según los expertos se puede aminorar algo aún pero no revertirse, no hay salida. No habrá futuro.
Ahora constato según fuentes oficiales fiables que la natalidad, si ya era escasa, cae en España más del 20% en este maldito año. Las dudas sobre un futuro incierto, el aumento de los casos de depresión anímica y la pérdida de seguridad laboral están tras este cambio de tendencia. A pesar de que muchos hemos perdido la confianza en la clase política me atrevo a pedir mejorar la Atención Primaria sanitaria y que no asistamos a la lenta agonía de un sistema que ha dado unos frutos que ahora tanto echamos de menos.
Nuestro futuro, siendo incierto, nos ha enseñado que somos seres sociales y que la familia, los amigos, el trabajo (quien lo tenga) y el ocio nos permiten sobrevivir mejor. Por eso reclamo una renta mínima digna, suficiente, una fiscalización favorable y ventajas laborales crediticias a los padres y madres ahora elevados a categoría de héroes. Además, una vigilancia real sobre las empresas que «ofreciendo» teletrabajo sólo esclavizan más aún a las jóvenes y desnortadas familias. porque como Pediatra, y sé que no soy el único, me siento al lado de tantas familias que no disponen de este altavoz donde expresar sus temores. Sus pocas posibilidades de autonomía y emancipación, la tardanza en tener su primer hijo, casi a los 32 años hoy día, su pavor a que no les llegue la nómina o se acabe su ERTE, el retraso las trabas en las percepciones (siempre escasa) por discapacidad.
Son reflexiones de quien no quiere que nuestra sociedad deje de ser libre, innovadora y responsable. Que mejore para todos la igualdad de oportunidades. Y no lo será si no hay nacimientos. Bienvenida Ona y bienvenidos todos los que llegáis a nuestro mundo y sois capaces de inyectarnos ideas nuevas, esperanzas, alegrías, vida.