Publicado en el diario Información
Voy a cerrar el “femenino” mes de marzo hablando de mujer y pediatría.
Ha sido un largo camino el que hemos recorrido, con multitud de obstáculos, para llegar aquí. Por eso lo primero que me sale es el agradecimiento a las que estuvieron antes y nos abrieron puertas. ¡Gracias!.
La Asociación Española de Pediatría ha publicado recientemente “Las mujeres pediatras en España” en el que relatan los difíciles comienzos de “las primeras mujeres médicos españolas”. Estamos hablando de 1882. Lo común de estas médicas fueron su voluntad, su brillante currículum y las dificultades encontradas. Si ya era difícil llegar a la enseñanza secundaria, aún lo era más el acceso a la universidad y sobre todo para cursar estudios de medicina: permiso familiar para matricularse o sentarse en sitios especiales.
Dolores Aleu Riera, Martina Castells Ballespí y María Elena Maseras Ribera fueron las primeras. Esta última no llegó a ejercer por las trabas que les ponían para darles la titulación y para trabajar; optó por la docencia como maestra.
En aquellos años se dedican preferentemente a la tocología y pediatría, especialidades que iban unidas.
Curiosamente muchas de estas pioneras en medicina de la infancia se formaron primero en magisterio, socialmente entonces una profesión más “aceptable” para la mujer, al igual que enfermería. Me gustaría pensar que de aquellas maestras nos vienen a muchas la vocación docente y la motivación por la divulgación sanitaria.
También me gustaría destacar que, a pesar de la escasez de mujeres pediatras en los inicios de la Pediatría, maestras, pedagogas o abogadas tuvieron voz en los primeros Congresos. En éstos, junto a los aspectos científicos, se trataban aspectos sociales, higiene escolar, problemas mentales o legales de protección a la infancia. Victoria Kent o Clara Campoamor llegaron a participar en ellos reclamando una legislación que protegiera a los hijos “ilegítimos”.
De las médicas que ejercieron en las décadas siguientes apenas hay recogida documentación. Muchas de ellas, casadas con médicos, ejercieron en “consulta familiar” o incluso de ayudantes del marido. Fueron mujeres que “desarrollaron estrategias de integración profesional y familiar para seguir adelante”, estelas que a día de hoy apenas son visibles pero persisten.
De las primeras pediatras en nuestra provincia sólo tengo constancia de Gloria Miñana Román, que empezó a trabajar en Elche en los primeros años de la postguerra. Ejerció como pediatra en su consulta privada y gratuitamente en el Hospital de la Gota de Leche de la ciudad.
En la última década la feminización de la medicina en general y especialmente de la pediatría se ha acentuado y es hoy una contundente realidad. Desde el año 2017 el número de médicas colegiadas supera al de médicos. En las facultades de Medicina las mujeres son más del 70%. Las médicas que aprueban el examen a Médico Interno Residente alcanzan cifras similares y las plazas MIR que se ofertan para formarse en pediatría abrumadoramente son elegidas por mujeres.
A pesar de todo esto, los cargos de dirección y gestión en Hospitales o en Atención Primaria los siguen ocupando mayoritariamente médicos. Lo mismo ocurre en las cátedras de las universidades de Medicina, cuatro de cada cinco catedráticos son hombres.
Somos conscientes del camino recorrido y dónde nos encontramos. Ahora miremos al futuro y sigamos trabajando por metas aún no alcanzadas y por el frágil futuro de la pediatría, garante de la mejor atención a la infancia y adolescencia.
Mi agradecimiento al Comité de Historia de la AEP por el trabajo que realizan.
Hace quizás unos 35 años La Dra.Mercedes Ruiz Moreno, pediatra ,recibió el premio Jaume I de medicina. Y tantas otras,tú incluida, de las que hemos aprendido,pediatras, abuel@s,padres,madres.