Publicado hoy en el periódico Información
Somos animales mamíferos y nutrimos a nuestros recién nacidos con leche. Es decir, esto de la teta viene de muy lejos.
Ya sea con lactancia materna o leche de fórmula el bebé cubrirá sus necesidades nutritivas los primeros 6 meses de vida.
Pero en estos primeros meses la alimentación es mucho más que nutrición. En vuestro “estar disponibles” como madres para alimentarles, así como en el “tiempo de alimentar”, que es también tiempo de contacto, de caricias, de miradas… va creándose un vínculo que le nutre emocionalmente. Le estáis diciendo que puede confiar en vosotras, que atendéis sus necesidades. Confiando en vosotras, que sois el mundo, irá adquiriendo la seguridad básica, los cimientos de su personalidad.
Alrededor de los 6 meses iniciamos la introducción de otros alimentos porque ya está preparado para ello. Las pautas son flexibles, adaptadas a cada niño y a cada familia. Tenemos meses por delante para ir incorporando distintos alimentos y llegar al año de vida con una alimentación variada y progresivamente autónoma.
Ahora planteo dos preguntas: la primera ¿hasta cuándo ofrecer leche en biberón aunque ya sabe beber en vaso?.
En este caso la transición es más fácil. Tenemos un segundo año de vida para ir cerrando la “etapa oral”, la succión. También retirar chupete.
Más complicado es responder a la segunda pregunta ¿hasta cuándo mantener la lactancia materna aunque el niño o la niña ya se alimente con una dieta variada y completa?
Aunque la teta es cosa de dos, lo frecuente es que seáis vosotras las que os planteáis, en un momento dado, que ha llegado el momento de dejarla. Sois conscientes de que la teta ya no es imprescindible en su alimentación, pero hay mucho más ahí.
Como tantas cosas de la vida, unas lo digerís solas, o lo habláis con gente cercana; a veces acudís a la consulta del pediatra. “Estoy empezando a plantearme…”, “va a cumplir un año y creo que ya es hora de pensar en…”. Suele aflorar la falta de sueño, el cansancio de vuestra disponibilidad “día y noche”.
Sé la marejada emocional que sentís como madres cuando empezáis a plantearos suspender la lactancia materna. No es solo por ser madre, sino por haber acompañado a muchas en este duelo. Porque es un duelo el que hay que transitar.
Hay que gestionar sentimientos de culpabilidad, también el dolor de cortar otro cordón umbilical por el que estáis unidos todavía, cerrar una etapa que ha sido preciosa, que os ha nutrido emocionalmente a los dos.
He sentido muchas veces en estas entrevistas que veníais como pidiéndome permiso para dar el paso, o el empujón que necesitabais.
Siempre os he propuesto reflexionar juntas para que, cuando lo decidáis, lo hagáis con seguridad y por supuesto acompañaros. No hay recetas.
Hemos hablado de lo que ambos perdéis, le hemos dado voz a vuestro hijo o hija que “lleva toda su vida” teniendo la teta de mamá como suya, a su disposición y que cuando le digas “no hay teta”, lo vais a frustrar. Hay que asumirlo. Asumimos su llanto, como lo haremos cuando acuda a la escuela infantil y salga del ambiente cálido y confortable de su hogar.
Pero también miramos hacia delante, sabéis que es un paso evolutivo necesario en su desarrollo, que también él o ella os diría “quiero crecer”, “necesito ir haciéndome mayor”.
Unas optáis por empezar suspendiendo la teta sólo por la noche, algunas decidís pedir apoyo al papá en estos días. Otras optáis por suspenderla totalmente con el mensaje “ya no hay teta” y ofrecer otro alimento o simplemente proponer actividades placenteras para distraer la atención. O bien mantenéis unos meses más la lactancia por la mañana y/o por la noche para hacer el destete lentamente.
Es importante transitar esta etapa con seguridad. Toma la decisión cuando te sientas segura, con firmeza, cuando hayas elaborado la marejada emocional de la pérdida y seas capaz de mirar al futuro con la alegría de saber que estas ahí para ayudarle a crecer. Que es un paso necesario en su crecimiento.