Accidentes en época estival: la cara amarga del verano

Ayer, en el periódico Información, publicábamos este artículo, escrito al alimón con Virginia Viseras, Residente de Pediatría en rotación en nuestro Centro de Salud.

Apuramos los últimos días del verano, un tiempo en el que disfrutamos de muchas actividades al aire libre, vamos con frecuencia a playas y piscinas, y en muchas ocasiones también cambiamos de domicilio de manera temporal, situaciones que, como sabemos, no pueden ser motivo para relajarnos en la vigilancia a nuestros niños, sino todo lo contrario, hay que estar más pendientes que nunca.

Los accidentes son la primera causa de muerte en la edad pediátrica si exceptuamos el primer año de vida, es decir entre uno y quince años, superior a la ocasionada por cáncer o enfermedades infecciosas. Además, las lesiones producidas pueden dejar importantes secuelas, hasta el 25% de los niños y adolescentes ingresados por accidentes tendrán consecuencias a nivel del sistema nervioso central.

Uno de los accidentes más graves en esta época del año son los ahogamientos. Es la segunda causa de muerte accidental en menores de 15 años en Europa, tras los accidentes de tráfico.
A 4 de septiembre, de las 320 personas fallecidas en España por ahogamiento, 26 eran niños, según la Asociación Española de Técnicos en Socorrismo Acuático y Socorrismo (AETSAS) a través del proyecto ahogamiento.com, “un proyecto de investigación totalmente altruista iniciado en 2008 para avanzar en el conocimiento sobre el Ahogamiento”. Cifras algo menores según la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo (RFESS). Y es que no hay un registro actualizado “oficial” hasta pasado más de un año, cuando se publica la estadística de defunciones según la causa de muerte del I.N.E.

En cuanto a los datos de nuestra Comunidad, somos la tercera Comunidad con mayor número de ahogamientos en población infantil y adolescentes, tras Andalucía y Cataluña, en este doloroso ranking.
La mayoría se produjeron en piscinas privadas en niños que tenían entre 2 y 4 años, debido a la falta de vigilancia y caída accidental al agua.

Frente a estos datos, un año más, sólo cabe decir: ¡prevención!, tomemos conciencia del grave problema de salud pública que son los ahogamientos en nuestro país y actuemos desde todos los niveles.

Desde nuestro papel de pediatras, seguiremos insistiendo en que los accidentes no son accidentales, se pueden prevenir. Podemos mencionar una lista interminable de medidas elementales tales como estar cerca de ellos para poder socorrerlos en el menor tiempo posible, solo permitir que se bañen en playas con bandera verde, bañarse en playas y piscinas con vigilancia, evitar los juegos alrededor de los bordes de las piscinas, enseñar a nadar desde edades tempranas, colocación de barreras de seguridad… pero sobre todo y lo más importante es que siempre los menores estén vigilados por un adulto y los eduquemos para que eviten las situaciones de riesgo. La campaña #Ojopequealagua y el lema: “Tú eres su mejor socorrista” no pueden ser más acertados.
Aunque las piscinas y las playas son los lugares donde con más frecuencia se producen, no hay que olvidar que los más pequeños pueden ahogarse en apenas unos minutos con tan solo 20 centímetros de agua.

Por último insistir en que los cambios de domicilio, tan frecuentes en verano, conlleva que aumente el número de traumatismos, el riesgo de intoxicaciones por ingesta de productos o de fármacos o la ingesta de cuerpos extraños, ya que no está todo organizado y controlado como en el lugar de residencia habitual. Es importante no olvidar actuar con la misma precaución al llegar a la nueva casa.

Pero el verano se acaba, apuraremos los últimos baños y ojalá cerremos la temporada sin que aumenten las estadísticas.

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