Ayer sábado en el Suplemento de Salud del periódico Información, la Dra. Alba Pascual Archilla. MIR Pediatría del Hospital de Elche que está en rotación con nosotros publicaba este artículo. ¡Gracias Alba!
Una de las principales noticias en esta época del año, que ocupan los telediarios y conversaciones de nuestros hogares, son los ahogamientos. La Organización Mundial de la Salud refiere que la mayor tasa de muertes por ahogamiento en España se da en los menores de 5 años y que son una de las 10 principales causas de muerte en todo el mundo entre los 1 y 24 años de vida.
¿Qué mejor forma de ayudar a prevenirlo que enseñando a nuestros pequeños a nadar desde bien temprano? Los pediatras recomendamos que es una de las capacidades que el niño debe adquirir en su desarrollo, tan importante como gatear y andar cuando la fisiología humana lo permite.
Está demostrado que la vigilancia de personal cualificado en nuestras playas y piscinas es un factor importante, pero no suficiente. Se desconoce el número de personas atendidas y las actividades de prevención exitosas por parte de los socorristas, que sin duda son elevadas, y esto es debido a que los únicos datos publicados son aquellos que acaban en tragedia. Pero la mayoría de los ahogamientos ocurren en piscinas privadas, en apenas unos minutos de descuido, por ello insistimos en la necesidad de vigilancia continua por un adulto, que las piscinas estén valladas y una tarea más para padres y niños en estos meses de verano: flotar, nadar, aprender a sumergirse bajo el agua durante unos segundos,…¡qué mejor juego para hacer con nuestros hijos!.
Y ya que ha llegado la hora del baño…¡cuidemos también nuestros oídos! Las otitis externas o, también llamadas, “otitis de piscina” son una de las consultas más frecuentes en los servicios de atención primaria pediátrica entre Julio y Septiembre. Los síntomas que nos deben hacer sospechar esta patología son: dolor intenso de oído que aumenta con la movilización del pabellón auricular y al presionar en el trago (entrada del conducto auditivo externo). A veces puede aparecer un exudado purulento. Ante estos signos y síntomas, podemos administrar un analgésico, tipo ibuprofeno o paracetamol y acudir a un servicio sanitario.
Es fundamental tener unos conceptos claros a modo de prevención de estos cuadros, tan frecuentes en los niños y adolescentes: No utilizar bastoncillos para limpiar los oídos ni jabones muy detergentes, ya que pueden alterar los epitelios del conducto auditivo y favorecer infecciones; evite taponar el oído de forma continua con algodón u otros medios que mantienen la humedad; es importante que los oídos queden lo más secos posibles cuando acabe el tiempo del baño y, para ello, existen unos sprays de alcohol boricado, disponibles en farmacias, que han de aplicarse diariamente después del baño, evitando que el oído quede húmedo y crezcan las bacterias. Si presenta un oído propenso a otitis externas utilice tapones que se adapten perfectamente al conducto y evite la entrada de agua que contengan productos químicos muy irritantes (como el cloro); y por último, pero no menos importante, haga oídos sordos a remedios caseros en forma de gotas o similar, que no sean aconsejados por un médico.
¡El verano está para disfrutarlo!
Otras entradas anteriores sobre el tema:
- Consejos para el verano
- Accidentes infantiles por ahogamiento
- Otitis externas: ¡empieza el verano!
- Y un poco de anatomía del oído: Vías respiratorias altas