Volviendo la mirada: las nodrizas (y III)

¿Y que ocurría con los niños expósitos, niños abandonados en los primeros días o semanas de vida y que llenaban las inclusas?. También para estas instituciones se contrataban nodrizas.
Las condiciones que debían reunir las mujeres aspirantes a nodrizas para trabajar en las inclusas eran, según lo publica José Ignacio de Arana Amurrio en su libro «Historias curiosas de la Medicina»:
el tener una salud contrastada, que fueran mujeres robustas, jóvenes, madres de más de un hijo y de menos de seis para garantizar la riqueza de la leche, que no hubiese abortado, que sus senos fueran anchos y de pezones prominentes, que no tuvieran mal olor de aliento y que sus propios hijos hubiesen sido concebidos dentro de un matrimonio legítimo y cristiano”.
Sin embargo, ante la escasez de de candidatas y la necesidad de ellas se aceptaba «prácticamente a cualquiera: madres solteras o amancebadas, prostitutas, enfermas, etc«. La única selección que se llevaba a cabo era la de separar a las que tenían el mal gálico (sífilis) o ciertas enfermedades de la piel o poca leche para que alimentaran a los niños en peores condiciones y que se preveía poca posibilidad de supervivencia.
Como curiosidad se rechazaba la “leche de mujeres pelirrojas cuyo temperamento agrio y proclive a la maldad era indudablemente perjudicial”. Otras veces los administradores del hospicio tenían que recorrer los pueblos vecinos en busca de voluntarias que acogieran en sus casas a los bebés para darles de mamar a cambio de una remuneración; o incluso se usaba leche de cabra para suplir la falta temporal de leche humana. El salario diario podía equivaler al importe de una jarra de vino o a media docena de huevos, por lo que era, para la mayoría de mujeres, un ingreso adicional, a pesar de lo cuál la mayor partida presupuestaria en gastos corrientes del Hospicio se destinaba a la remuneración de las amas de cría.

Poco ha habido legislado en este sentido, sí en Francia, pionera en la protección a la infancia, y así, según la Ley de Roussel (1874), en su artículo 1º decía:
Todo niño de menos de dos años, colocado en nodriza mediante salario, o para destetarlo o cuidarlo fuera del domicilio de sus padres, es, por este solo hecho, objeto de una vigilancia de la Autoridad Pública que tiene por fin proteger su vida y su salud”.

A mediados del siglo XX empieza el ocaso de las nodrizas desplazadas por el inicio de la lactancia artificial y con ello el paro de tantas mujeres que durante años fueron el sostén económico de su familia.

Pero no puedo terminar sin mencionar que no sólo ha habido nodrizas pagadas a lo largo de la historia, muchas veces se ha recurrido a familiares, vecinas o amigas de la madre cuando ésta no ha podido amamantar a su hijo, creándose una relación estrecha entre los hijos de ellas, son los “hermanos de leche”, un curioso y hermoso vínculo.

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Volviendo la mirada: las nodrizas (II)

Un discurso similar al que proclamaba la Iglesia Católica, y al que hacía referencia en la primera parte, es el que defiende siglos más tarde, el Dr. Juan Gutiérrez Godoy, en una obra de 1629 con un largo título: “Tres discursos para probar que están obligadas a criar a sus hijos a sus pechos todas las madres, cuando tienen buena salud, fuerzas, buen temperamento, buena leche y suficiente para alimentarlos”, en él hablaba así de la “lactancia mercenaria”, a pesar de que en las casas nobles pasaban un exhaustivo control médico: “No pueden los sentidos de los médicos penetrar todas las cosas ocultas que hay en las amas, o con alguna enfermedad oculta o hereditaria, que las más de las veces es imposible poderlo averiguar”. En otro momento llega a decir: “Quiero, pues, probar que las inclinaciones buenas o malas se introducen con la leche”. Pero la tradición de las amas de cría era imprescindible en las casas de la nobleza española y progresivamente se instituye en la rica burguesía.

D. Manuel Bretón de los Herreros escribía en el siglo XVIII “Los españoles pintados por sí mismos” y en él , dedicado a la nodriza, dice:
“¡Qué es ver a la prolífera Cantabria,
desde Irún a la Puebla de Sanabria,
cual allá de sus mares
acarrea besugos y salmones,
madres acarrear al Manzanares!

Pasa a describirlas de una forma cruel en lo físico, en lo moral y en su comportamiento, de modo que “sirvan de aviso para quienes buscan ama de cría para sus hijos.”
En otro momento escribe: “El litoral de nuestro Océano Cantábrico provee en su mayor parte a Madrid de esta humana mercancía, cuya casta más aventajada se produce en el famoso valle del Pas, de donde se deriva el nombre de pasiegas con que designamos a todas las amas de leche, aunque no sean de menos pujanza y calibre las que procedan del Bierzo o de los montes de Oca”. Y es que la fama de las mujeres del valle del Pas en Cantabria se extendió por toda nuestra geografía; desde finales del XIX se sabe que acudían a Granada, en esta ciudad está la Plaza de las Pasiegas, frente a la fachada principal de la catedral, dónde se dejaban ver hasta ser contratadas por mujeres de la burguesía granadina a punto de ser madres.
Eran mujeres muy jóvenes, madres que habían dejado a su hijo casi recién parido al cuidado de la familia, que emigraban en busca de una vida mejor, algunas traían un “certificado” del cura de su pueblo en el que constaba su “buena conducta moral”.
La nodriza que entraba en una casa rica podía quedarse mientras duraba la crianza del niño o de los sucesivos hijos que tenía la señora y era el sostén económico de su familia.
Pero no sólo se contrataba a nodrizas a “tiempo completo”, es decir, que pasaban a formar parte de la servidumbre de las casa ricas, siempre pasando un reconociemiento médico, sino que otras muchas se congregaban en determinados lugares de la ciudad para ser alquiladas por horas. Muchas de estas mujeres habían dejado a sus propios hijos abandonados en la Inclusa.

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La figura de la nodriza pagada (mujer que amamanta a un niño que no es su hijo a cambio de dinero) aparece en textos muy antiguos, ya Sorano de Efeso (médico en los siglos I-II d. C.) escribe en su obra “Gynaecia” de la elección de nodriza: “de edad no inferior a 20 años y superior a los 40, sana, vigorosa, de complexión corporal regular, de buen color, de senos bien formados”. Las damas romanas solían entregar a sus hijos recién nacidos a amas de cría. En Egipto gozaban de gran prestigio, los hijos del Faraón eran criados habitualmente por nodrizas, siendo los hijos naturales de ésta “hermanos de leche” del Faraón y tenidos en gran consideración. Sin embargo el cristianismo criminaliza el abandono de niños, el infanticidio y tampoco ve bien el amamantar a los hijos por madres que no fueran cristianas; San Agustín, por ejemplo, recomendaba que los bebés cristianos no fueran amamantados por amas paganas o que sus madres se atuvieran a las consecuencias cuando sus hijos fueran mayores.

La Iglesia Católica, en el siglo XV, añadió una nueva restricción consistente en no poder emplear los servicios de una nodriza de una religión distinta de la propia “si somos ynformados que algunas judias mujeres crian hijos de cristianos y algunas cristianas hijos de judios y se les da leche y mantenimiento…. de los que asi fazen e por tanto aproban la santa signodo ponemos seña descomunion.”

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