Las vacaciones son para jugar


A lo largo del curso escolar son muchos los niños que tienen una agenda tan apretada como sus padres y es ahora, durante las vacaciones, cuando pueden y podemos, disfrutar de horas de juego.
Pediatras, psicólogos, psiquiatras infantiles y maestros insistimos en la importancia del juego para la salud del niño, para su educación.
Desde bebé el niño necesita jugar, se interrelaciona así con el adulto y es el mejor estímulo en su desarrollo psicomotor; por ejemplo, el juego de la madre o padre con su hijo de menos de un año, uno frente a otro y en el que alternativamente se tapan la cabeza con una gasa, el otro se la quita y riendo descubre que sigue ahí, es un juego valioso porque está favoreciendo la seguridad del niño: su padre, madre o él mismo permanecen, aunque momentáneamente no les vea. Si vosotros lo habéis vivido sabréis lo gratificante que es también para los padres, las sonrisas que os ha regalado vuestro hijo.
Más adelante el niño jugará solo o con otros y aprenderá a no siempre ganar, a compartir, aprenderá los papeles que ha de jugar cuando sea mayor, a ser papá o mamá, a las tiendas, a los médicos… ensayará roles e irá situándose en el mundo, aprenderá a ir aceptándose, resolverá conflictos emocionales jugando o aprenderá a manejarlos, estimulará su imaginación, aprenderá a jugar en equipo, la necesidad de que existan reglas y a respetarlas, a esperar su turno, aprenderá a cooperar con otros para alcanzar objetivos, aprenderá a destacar en unos juegos y a frustrarse al ver que otros no se le dan tan bien. El juego estimulará su inteligencia, su creatividad, su lenguaje. En definitiva: le ayudará a crecer de una manera sana.
En verano sobre todo favoreceremos el juego al aire libre, que se mueva, es al fin y al cabo una forma de hacer ejercicio y por ésto sería importante que lo hiciera todo el año, aunque durante el curso y si vive en una ciudad es difícil que juegue en espacios abiertos, que aprenda a subir en bici, a patinar, o los juegos tradicionales de la calle; ahora es más fácil que juegue con iguales, primos o amigos.
También el verano es una buena época para jugar padres e hijos, hay tiempo para enseñarles el ajedrez, o juegos de mesa… es tiempo para estar cerca de ellos y vivir las horas de ocio jugando.
Evitaremos, en la medida de lo posible, el aislamiento que implican determinados juegos y también aconsejo no imponer tareas escolares durante el verano, sí estimular la lectura a cualquier edad o actividades creativas: desde bailar, pintar, escribir, montar breves obras de teatro o espectáculos que seguro deleitan a mayores y pequeños.

Las vacaciones son para jugar….y también para desconectar. ¡Hasta la vuelta!

Teo va a la playa con protección solar


Teo, el popular personaje infantil, por fin ha aprendido a cuidarse la piel: se pone crema solar antes de salir de casa, juega en la arena protegido con gorro y camiseta y descansa bajo una sombrilla.
Acaba de publicarse una nueva edición de Teo va a la playa. La idea de reeditar el libro corrigiendo la conducta de Teo de la edición original (en la que Teo, niño además pelirrojo y de piel clara, pasaba horas en el sol sin protección) partió de la dermatóloga Susana Puig, dermatóloga del Hospital Clínic de Barcelona y a la que se unió el Institut Català d´Oncologia (ICO). Una vez puestos en contacto con las autoras y editora, el resultado ha sido esta nueva edición: una aportación más en la prevención de quemaduras por exceso de sol.

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Accidentes infantiles por ahogamiento

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Los ahogamientos provocan el 8% de la mortalidad infantil durante el verano

Se ha celebrado del 3 al 5 de junio, el 59º Congreso de la Asociación Española de Pediatría. Entre los muchos temas que se han abordado se habló de accidentes infantiles. Uno de cada diez accidentes mortales en niños es por ahogamiento, y de éstos el 70% se producen en piscinas privadas que carecen de las debidas medidas de seguridad.

Las lesiones se han convertido en la primera causa de mortalidad infantil en Europa, por encima del año de vida, superior a la ocasionada por cáncer o enfermedades respiratorias. Además, estas lesiones generan importantes secuelas, hasta el 25% de los niños y adolescentes ingresados por accidentes tendrán consecuencias importantes a nivel del sistema nervioso central.

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Informe Accidentes Infantiles

Fiebre y niños (segunda parte)

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Medidas para controlar la fiebre:
No abrigar al niño, suprimir edredones y mantas.
El niño febril tiene poco apetito, no forzarle a comer; lo importante es darle líquidos. Si vomita ofrecer agua u otros líquidos (según la edad) en pequeñas tomas.
No todos los niños con fiebre requieren un tratamiento antitérmico. Si un niño con fiebre parece encontrarse cómodo, contento y esta comiendo y jugando bien, un antitérmico le proporcionará poca mejoría.

Por encima de 38,5º C rectal o 38ºC axilar se puede administrar:
Paracetamol es uno de los antitérmicos más utilizado. Se dosifica de 10-15 mg/kg/dosis oral, cada 4- 6 horas. Dosis máxima 40-60 mg/kg/día.
En menores de 6 meses el intervalo entre dosis debe ser cada 6-8 horas.
Se debe usar la vía oral, de absorción más segura. Si la vía oral no es posible usar la vía rectal, de peor absorción, que obliga a doblar la dosis con los mismos intervalos.
Ibuprofeno 10 mg/kg/dosis oral, cada 8 horas. Dosis máxima 30-40 mg/kg/día.
También debes saber que los antitérmicos son también analgésicos y el ibuprofeno además es antiinflamatorio.

¿Y los medios físicos?, ¿cuando los usamos?:
El dejarle con poca ropa y ofrecer líquidos ya lo he mencionado.
En cuanto al baño (pues la toallita mojada en la frente o similar no baja la temperatura) se debe realizar cuando lo veamos oportuno, con sentido común, pero sobre todo lo aconsejo si tras una hora de haber administrado un antitérmico, a las dosis correctas, el niño sigue con fiebre alta.
El baño se realizará con agua templada, de manera que será el niño “el que vaya calentando el agua”; nunca con agua fría. Si el niño está cómodo puede durar unos 15-20 minutos.
Si es necesario, en el intervalo entre las tomas de antitérmico, lo bañaremos una o dos veces y de este modo “esperaremos” hasta que llegue la hora de darle de nuevo paracetamol o ibuprofeno.

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Fiebre y niños (primera parte)

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Quiero iniciar una serie de entradas acerca de la fiebre, motivo de alarma en los padres y de numerosas consultas, sobre todo a los servicios de urgencias.
La fiebre es una elevación de la temperatura corporal por encima de lo normal.
De entrada, sobre la fiebre debes saber que:
La fiebre es, en la mayoría de los casos, una reacción del organismo para potenciar las defensas naturales y luchar contra la infección. Pero no olvidemos que hay otras causas de aumento de temperatura (hipertermias) como el arropamiento excesivo, ambiente térmico elevado (causas a tener en cuenta sobre todo en el recién nacido y lactante pequeño), ejercicio intenso, situación estresante…
La mayor parte de las fiebres están causadas por una infección vírica aguda, de curso benigno.
La elevación de la fiebre no es necesariamente proporcional a la gravedad de su causa. Hay infecciones graves que cursan con “décimas de fiebre” y catarros con fiebre de 40º.
Lo importante no es la fiebre en sí, sino determinar la causa de la fiebre.
Cómo tomar la temperatura:
En los lactantes y niños pequeños aconsejo tomar la temperatura rectal que debe hacerse introduciendo en el recto hasta 1 cm más de la parte metálica del termómetro hasta que se estabilice la temperatura.
O tomar la temperatura axilar durante 5 minutos
O usar termómetro ótico que toma la temperatura en el conducto auditivo externo.
¿Cuándo hablamos de fiebre?:
Se acepta como normal una temperatura rectal de hasta 37,5 ºC y axilar hasta 37ºC.
Por encima de esta temperatura hablamos de febrícula (si el aumento es de unas décimas) o simplemente de fiebre.

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