Mi amigo Vicenç Arnaiz, psicólogo y conocedor como pocos de la infancia, ha escrito este magnífico artículo ante la salida de los niños a la calle tras este largo confinamiento. ¡Muchas gracias Vicenç!
“Los niños podrán jugar en la calle una hora” dicen los titulares. La noticia aparece el 40º día de confinamiento. ¡Dios mío! Si hace unas semanas
alguien hubiera anticipado estos acontecimientos, nos habríamos mostrado incrédulos.
Ahora el reto es perder el miedo sin alejarse de la prudencia.
Con ganas de ayudar me atrevo a proponer algunas consideraciones a las familias.
Ayudar a los niños a salir confiados. Hace 5 semanas que sienten hablar del riesgo de la calle. Riesgo de enfermar, peligro de muerte…Muchos niños han construido un imaginario en que la casa es el útero protector y el afuera es amenazante.
Convienen mensajes tranquilizadores. Prudencia sí, miedo no. Objetivamente el riesgo ha bajado mucho, de lo contrario no cabría esta posibilidad. El temor es mal compañero y convertiría la salida en un tormento.
Las mascarillas de los demás no son una señal amenazante. Los más pequeños sufren si ven rostros ocultos y a todos nos inquieta hasta que nos familiarizamos. Conviene que los más pequeños antes de salir hayan visto a sus adultos con mascarillas puestas en situación de juego familiar. Con poca ayuda interiorizarán que estos artilugios no esconden “un malo”.
Encontrarse otros ciudadanos conviene que sea un motivo de fiesta. La prudencia pide evitar contactos pero no considerar a los otros como posibles enemigos. ¡Hoy empieza el reencuentro!. Algunos niños tienen la sensación que la proximidad con otros es una amenaza. Los encuentros con otros, conocidos o no, tiene que ser motivo de alegría. Pensemos rituales: saludarlos con una reverencia festiva (unos cascabeles que suenan, un “¡hola!” bien alegre y fuerte, saludarlos con un aplauso, un grito de indio saludando…). Los niños se lo pueden pasar bien además de que serán compensados con sonrisas. Habremos revertido la sensación amenazante.
Aprovechar para reencontrarse con los grandes movimientos: saltar, correr, hacer equilibrios, saltar desde los escalones…ante cualquier recurso arquitectónico pueden nacer “acrobacias”. Andar sin pisotear las rayas de las baldosas, mantener la marcha sobre una raya… Es de los principales motivos por los cuales se autoriza el desconfinamiento parcial de las niñas y niños. Los niños conocen los límites de sus capacidades motrices, nuestros temores tienen que ver con nuestras inseguridades. Les es bueno que confiemos en los niños. No tenemos por qué ser solo espectadores, es oportuno que nos sumemos a recuperar musculatura y agilidad. La creatividad de adultos y niños se multiplica cuando después compartimos ideas y hallazgos.
Tener pensado el itinerario. Antes de salir conviene conversar con los peques respecto a las expectativas. ¿Dónde hay más ganas de ir y qué hacer? Bicicletas y pelotas tienen requerimientos de itinerarios específicos para poder disfrutar, hay que tenerlo previsto a la hora de elegir rutas. Las oportunidades motrices dependen del itinerario, escogerlo nos da seguridades. Podremos salir a diario por lo tanto podemos planificar y no querer agotar todas las oportunidades el primer día.
Una oportunidad para fortalecer las redes afectivas. Los itinerarios pueden incluir “visitas” convenidas a amigos y familiares. Unos desde la calle y otras desde la ventana podemos compartir relatos, cantar «plegados»… y otras muchas experiencias comunicativas que el imaginario creativo de las familias desarrollará. Disponer y mantener activas relaciones afectivas con la red familiar y de amistades es una de las claves de la resiliencia.
El entusiasmo por la búsqueda y la investigación es un transversal a la infancia. Investir alguna salida de espíritu explorador abre distintas posibilidades. Buscar las letras del nombre en las matrículas, iniciar el seguimiento de algunas obras, observar los cambios primaverales en la naturaleza quien la tenga a menos de un kilómetro… simular acabar de llegar de otro planeta y observar, curiosos, cuán extraños los habitantes de la Tierra… da lugar a análisis divertidos.
Aprender tiene que ver con programar y analizar lo sucedido. Los niños empiezan aprendiendo a anticipar lo que sucederá por las señales de los adultos y por esto se alegran tanto cuando ven que llegará el pecho o el biberón. Acaban a los seis años teniendo que saber planificar y registrar la planificación. Un largo itinerario entremedias. Casi nada se aprende solo, casi todo conversando y ensayando con otros. La planificación de las salidas es una nueva ocasión para pensar en diversidad de opciones, elegir y dejar constancia de manera ordenada. Comentarlo al volver ayuda a tomar conciencia de lo vivido.
En pocos días habremos “normalizado” esta situación excepcional. Ahora que la empezamos es el momento de iniciar algunos hábitos al respecto. Creo que en general puede ayudar a hacerlo que sea en un horario más o menos estable porque ayuda a estar orientado. Los de higiene por supuesto, también caben los de pensar en la alegría y cómo compartirla. Los de respeto a la normativa viaria. Cuidado, no conviene presionar el primer día que tiene que ser sobre todo una fiesta.
“Suerte y ventura” decimos en Ciutadella ante situaciones excepcionales.