Los dermatólogos alertan del aumento de la incidencia del melanoma (cáncer de piel) y, aunque afecta a personas a partir de la adolescencia, es necesario tocar el tema desde un punto de vista pediátrico.
¿Por qué?: Debemos tener conciencia de este problema, en cuyo origen está implicada la excesiva exposición al sol, sobre todo cuando se han producido quemaduras en la infancia y adolescencia. La piel tiene memoria, el efecto nocivo del sol es acumulativo, por eso hablaremos de prevención del melanoma desde una «mirada pediátrica».
Para empezar…
La energía solar está compuesta de rayos de luz visible (colores del arco iris), luz invisible ultravioleta (UV): UVA, UVB y UVC, calor y otras radiaciones. Los rayos UVC son absorbidos por la atmósfera y los rayos UVA y UVB llegan a la piel y lesionan las células cutáneas a corto plazo (quemadura, bronceado, fotosensibilidad) y a largo plazo (arrugas, manchas y cáncer de piel). Los rayos UV tienen mayor intensidad durante los meses de verano y las horas centrales del día. También influye la altitud: la intensidad de los rayos solares es un 20% mayor a 1.500 metros que a nivel del mar. En los días nublados, aunque podemos no tener calor, al haber vapor de agua la dispersión de los rayos UV aumenta y produce un incremento de la exposición. Otro factor a tener en cuenta es la reflexión de los rayos UV en las distintas superficies: el agua refleja menos del 10%, la arena entre un 10-25% y la nieve hasta un 80% de los rayos UV.
Por otro lado…
Hay que hablar también de la piel, de su color, del color de los ojos y del cabello y así determinar el grado de sensibilidad de una persona a los rayos ultravioleta. Clasificamos en fototipos del I al VI. El I corresponde a personas de piel muy clara, con pecas, ojos claros y cabello pelirrojo o Rubio. El VI la persona de piel negra o marrón oscura. En España predomina el fototipo IV que corresponde a la raza caucásica.
Y ahora qué…
Es necesario proteger la piel y los ojos de los rayos UV estando a la sombra; con ropa, sombrero y gafas de sol adecuadas; aplicar cremas con protección solar unos 30 minutos antes de salir y repetiremos la aplicación tantas veces como sea necesario mientras dure la exposición. Evitar las horas centrales del día, procurar no pasar mucho tiempo al sol y hacer, en todo caso, una exposición progresiva. A partir de la adolescencia es conveniente favorecer el hábito de mirarse la piel: autoexploración con la ayuda de un espejo, sin olvidar mirarse entre los dedos y las plantas de los pies, así como genitales. Si ha salido una mancha, un lunar nuevo o un lunar ha cambiado de color o forma debemos acudir al médico.
Ser conscientes de los peligros que la exposición al sol conlleva es el mejor de los seguros para disfrutar estos meses. ¡Feliz verano!.
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