Ser docente

014 22-55-53

Allá por el inicio de la década de los 90 empecé mi labor docente con los residentes de Medicina Familiar y Comunitaria, y hace relativamente pocos años, cuando la formación de los pediatras empezó a salir tímidamente del ámbito hospitalario, recibía también a los primeros residentes de pediatría. Son tantos años, que la actividad docente es parte inseparable de mi trabajo como pediatra de cabecera y de la que he recibido muchas gratificaciones, han sido muchas promociones las que han ido pasando…

Entiendo la formación desde un punto de vista humanista en el que se debe enseñar “el saber”, “el saber hacer” y “el saber ser”, por eso ser docente para mí es un compromiso ético, porque mi forma de ejercer la medicina, la implicación con las familias o la relación con el resto del equipo, es al fin y al cabo un modelo.

En nuestro trabajo, como en cualquier otra actividad humana, está el equivocarse, por eso entre las cualidades que debe tener un médico está la humildad, también la empatía.
Me equivoco y aprendo, siempre aprendemos, aprendemos de los errores porque reflexionamos acerca de lo ocurrido. Todos aprendemos a lo largo de la vida, no sólo se aprende en la infancia, la vida es equivocarse y rectificar y esto vale para todos y para toda la vida.

Aprender es equivocarse y saber que lo has hecho, por lo tanto el docente asume el riesgo de que el que aprende se equivoque. Y no pasa nada, porque en eso consiste aprender. A los que nos gusta la docencia tenemos esto muy claro. Educar, también en el sentido docente, no es castigar ni humillar, porque sólo equivocándonos es cuando aprendemos.

Ser pediatra de cabecera

Mónica acaba de terminar su rotación en el Centro de Salud, apenas le quedan unas semanas como médico-residente y obtendrá su título de pediatra.

Trabajar en un Centro de Salud docente es un privilegio. El paso de un Médico-Residente de Medicina de Familia o de Pediatría por nuestras consultas nos brinda la oportunidad de un aprendizaje mutuo y cuando se trata de un Residente de Pediatría que ya lleva unos años formándose en el Hospital es para nosotros una oportunidad de actualización.

¿Y qué formación podemos ofrecerle desde una consulta de Atención Primaria?.
Su primer aprendizaje será vivir la experiencia de centrarse en prestar a unos niños y sus familias una atención pediátrica de calidad a un ritmo trepidante (8-10 minutos de media por niño), unas 5-6 horas de consulta, la mayoría de los días ininterrumpidas. En estos meses, aunque ha predominado la patología infecciosa respiratoria, qué duda cabe hemos repasado muchos temas de pediatría, pero también dermatología, otorrino o trauma, por ejemplo.

En la mayoría de los Centros de Salud, absorbidos por la demanda, se han ido dejando en el olvido aspectos de prevención; casi todos los Centros nos limitamos al Programa de Niño Sano y Salud Escolar y, en buena parte, lo hemos dejado en manos de enfermería, pero estas consultas en las que además de valorar el desarrollo integral del bebé, del niño o la detección precoz de problemas del desarrollo, se hace también puericultura, una parte de la pediatría muy gratificante. Junto con el tema de vacunas son aspectos básicos en la formación de un pediatra.

Otro aspecto formativo es la secuencia de implicación con las familias que atendemos: un primer nivel en el que la atención al niño está enfocado sólo hacia la enfermedad, a resolver el problema que presenta; es decir, la mirada está puesta en el niño enfermo. Un segundo nivel que, aunque el enfoque es también principalmente “médico”, tenemos una mayor comunicación con la familia respecto al problema por el que consultan, incluso identificamos posibles problemas que hay alrededor de la enfermedad o problemas que puedan interferir el cumplimiento terapeútico. Podemos decir que hay una mirada a todos: al niño en primer plano y a su familia en segundo plano, pero una foto del aquí y ahora por el que consultan. En este segundo nivel se desarrollan la mayoría de las consultas a demanda. Hay un tercer nivel en el que somos más activos en descubrir las preocupaciones, los problemas que hay debajo del motivo de consulta y que aquejan al niño, al adolescente o a su familia. Para ser capaz de enfocar las necesidades de ese niño o esa familia, debemos adiestrarnos en una escucha empática y manejar bien la entrevista familiar. También en consulta programada realizamos entrevistas más estruturadas para apoyar y acompañar a los niños, adolescentes y sus familias en la resolución de conflictos normales del desarrollo, facilitando un enfoque adecuado en problemas de familias que básicamente funcionan bien.

Tener al lado un profesional en formación te hace reflexionar sobre nuestra profesión, nuestro quehacer, te duele el abandono de la investigación en Primaria o las asignaturas pendientes, como la atención al adolescente, y te motiva a empezar a abordarlo.

Mónica sé que, al empezar tu andadura como pediatra, tendrás frustraciones y satisfacciones, pero ganarán las satisfacciones porque tenemos una profesión preciosa. Ejercer la pediatría en Atención Primaria es vivir con los padres la ilusión del nacimiento de su hijo, ser un acompañante privilegiado de su crecimiento hasta la adolescencia; nos invitan a ser parte de su familia y proporciona un goteo de satisfacciones realizar ese acompañamiento. Es gratificante la relación con los niños, son afectivos, te ríes con ellos… es gratificante sentir que ayudas a los padres en la crianza, ayudas a que se sientan mejor, los desculpabilizas y aunque a veces hay situaciones duras, puedes consolar, aliviar un poco la carga. Es gratificante también ejercer la pediatría haciendo las cosas lo mejor posible, con rigor, procurando estar al día y trabajando en Equipo. Estás formada y tienes vocación de pediatra de cabecera, así que sólo me queda desearte ¡mucha suerte!.