Fiebre-fobia: combatámosla con información

El pasado sábado publicaba en el periódico Información este artículo:

Hace unos días leía en una revista de Pediatría, Acta Pediátrica, un estudio en el que se analizaban los datos de una encuesta realizada a trabajadores de cuatro hospitales públicos de la Comunidad de Madrid, sobre el grado de conocimiento de la fiebre en niños.
Los encuestados fueron un 30% médicos, 25% enfermeros y porcentajes menores de auxiliares de enfermería, celadores, administrativos, etc. De todos ellos un 60 % tenían hijos. Resulta curioso, aunque hay diferencias entre sanitarios y no sanitarios y entre aquellos que tienen hijos y los que no los tienen, que un 83% crean que deben usarse las medidas físicas para bajar la temperatura cuando hace ya años que no se recomienda, así como que un 60% piense que el tratamiento precoz prevenga la convulsión febril, cosa que no es cierta, o que más de la mitad de los encuestados considere que siempre se deba bajar la fiebre aunque el niño esté contento y feliz. Sí hay unanimidad, un 86%, en que existe un miedo excesivo a la fiebre por parte de padres y abuelos.

El término fiebrefobia empezó a usarse en el lenguaje pediátrico hace casi cuarenta años para referirse al miedo injustificado que sienten padres o madres ante la fiebre de sus hijos e hijas, es la “necesidad” de combatir la fiebre a toda costa.
Poco hemos avanzado en estos años puesto que seguimos viendo ese temor a la fiebre que hace que se consulte urgentemente por la cifra que marca el termómetro sin tener en cuenta el estado general del niño. Y esta labor de información, de educación sanitaria a los padres no debemos de estar haciéndola bien pues seguimos igual.

Suelo decirle a padres y madres que la fiebre ejerce un efecto beneficioso en el niño, pues aumenta la respuesta de sus defensas frente a la infección, sea vírica o bacteriana y que tratar la fiebre con más o menos empeño no varía la evolución de la enfermedad ni de sus posibles complicaciones. Insisto en que deben mirar más al niño o a la niña, a su estado general, que la cifra que marca el termómetro y será el estado general y no la cifra, lo que les debe hacer consultar de urgencia. También les digo que deben tener en cuenta qué infección hay detrás de la fiebre, si ya está diagnosticado y es una faringoamigdalitis o un cuadro catarral por ejemplo, tranquilidad y toca acompañar al niño en su proceso infeccioso, vigilando cambios que obligarían a una nueva consulta.

Frente a la fiebrefobia es necesario recalcar:

La fiebre es una respuesta defensiva, estimula la respuesta inmune y la hace más eficiente a temperaturas entre 37 y 40ºC, por tanto beneficiosa para el organismo.

Las infecciones de los niños son, en general, de carácter leve.

Las convulsiones febriles sólo afectan a un 4% de los niños entre 6 meses y 5 años de edad.

Se debe administrar un antitérmico, paracetamol o ibuprofeno, a las dosis correctas cuando la fiebre es sintomática (es decir, si el estado general del niño está afectado por la fiebre) o si ha presentado anteriormente convulsiones febriles. Si el niño está febril pero come, bebe bien y está contento, el antitérmico no le aportará beneficios.

La fiebre, por sí misma, no es una urgencia médica, salvo que afecte a un lactante menor de 3 meses.

Recomiendo leer el Decálogo de la fiebre de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap). Seguiremos hablando de la fiebre, motivo de consulta tan frecuente en estos días.

Un repaso a la fiebre

Fiebre

Dadas las fechas, en las que el síntoma estrella es la fiebre, Cristina Giménez, Residente de Pediatría, ha hecho un repasillo sobre algunos aspectos clave de este mecanismo de defensa de nuestro organismo que tan de cabeza os trae a los padres.

  • La fiebre estimula la respuesta inmune y la hace más eficiente a temperaturas entre 37 y 40ºC.
  • Posee un efecto bacteriostático, es decir que impide la proliferación de bacterias, a temperaturas mayores de 37ºC.
  • La principal indicación de tratar la fiebre es el malestar que le produce al niño, pero si él la tolera bien hay que dejarla “trabajar”.
  • Tratar la fiebre con más o menos empeño no varía la evolución de la enfermedad ni de sus posibles complicaciones.
  • El efecto máximo de los antitérmicos se alcanza entre 1 y 4 horas, según posología y relación con la ingesta (la cual puede retrasarlo entre 30-60 min).
  • Los medios físicos pueden ser útiles como adyuvante al antitérmico, una vez que éste ya está actuando, pero no como alternativa. Y siempre que no le provoquen más malestar al niño.
  • No hay estudios que avalen la alternancia de antitérmicos, que por otro lado aumenta el riesgo de errores de dosificación y fomenta la “fiebre-fobia”.
  • El tratamiento con antitérmicos no ha demostrado que prevenga la aparición de crisis febriles, éstas están relacionadas con la susceptibilidad individual a padecerlas.

También os puede ser útil:

  1. Termómetros
  2. Aprendiendo la dosis de los antitérmicos 
  3. El paracetamol no es inofensivo 

Fiebrefobia y vacunas

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Durante años hemos sido los pediatras los que hemos recomendado antitérmicos a los niños que eran vacunados. Tratábamos así de evitarles el malestar o la posible fiebre que, como efecto secundario, podían provocarles la administración de las vacunas.
Tras estudios, ya publicados, se ha comprobado que los niños que recibieron antitérmicos desarrollaron una menor respuesta protectora a la vacuna.
Por tanto la recomendación actual es la de interferir lo menos posible en ese proceso que es la vacunación:
No dar antitérmicos “profilácticos” a los niños cuando «les toque» la vacuna.
Usar los antitérmicos con sentido común, sólo si la fiebre le provoca malestar al niño.

Aprovecho para exponer el Calendario de Vacunaciones que propone la Asociación Española de Pediatría.

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Fiebrefobia

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Actualmente vivimos lo que denominamos fiebrefobia, es decir, una “necesidad” de combatir la fiebre a toda costa; pero es necesario recordar que la fiebre ejerce un efecto beneficioso en el niño, pues aumenta la respuesta de sus defensas frente a la infección. Bloquear esta respuesta del organismo puede prolongar el curso de las infecciones víricas.
Frente a la actual “fiebrefobia” es necesario recalcar:
La fiebre es una respuesta defensiva, beneficiosa para el organismo.
Las infecciones de los niños son, en general, de carácter leve.
Las convulsiones febriles sólo afectan a un 5% de los niños entre 6 meses y 4 años de edad.
Se debe administrar un antitérmico, paracetamol o ibuprofeno, a las dosis correctas cuando la fiebre es sintomática (es decir, si el estado general del niño está afectado por la fiebre) o si ha presentado anteriormente convulsiones febriles. Si el niño está febril pero come, bebe bien y está contento, el antitérmico no le aportará beneficios.
La fiebre, “per se”, no es una urgencia médica, salvo que afecte a un niño menor de 3 meses.

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