Decálogo de la fiebre

 

¡Vaya semana que llevamos!, parecía que nos escapábamos este invierno, habíamos mantenido una demanda más o menos uniforme, tampoco ha sido importante el pico de bronquiolitis, al menos esa es la impresión en mi Centro de Salud, pero esta semana sí que ha habido un aumento de las consultas por fiebre, síntomas catarrales y vómitos, un cuadro vírico, quizás gripe,  que está vaciando las aulas de los coles.

Una y otra vez repasamos en las consultas el tema de la fiebre, la dosis de los antitérmicos… así que aquí os traigo este decálogo de la fiebre que la AEPap realizó y que os enlazo. Os recuerdo que tiene una magnífica web para familias.

Y aquí entradas anteriores que también os pueden ser útiles:

Termómetros

Aprendiendo más sobre la fiebre

Un repaso a la fiebre

Fiebre y niños (primera parte)

Fiebre y niños (segunda parte)

Aprendiendo las dosis de los antitérmicos

Un repaso a la fiebre

Fiebre

Dadas las fechas, en las que el síntoma estrella es la fiebre, Cristina Giménez, Residente de Pediatría, ha hecho un repasillo sobre algunos aspectos clave de este mecanismo de defensa de nuestro organismo que tan de cabeza os trae a los padres.

  • La fiebre estimula la respuesta inmune y la hace más eficiente a temperaturas entre 37 y 40ºC.
  • Posee un efecto bacteriostático, es decir que impide la proliferación de bacterias, a temperaturas mayores de 37ºC.
  • La principal indicación de tratar la fiebre es el malestar que le produce al niño, pero si él la tolera bien hay que dejarla “trabajar”.
  • Tratar la fiebre con más o menos empeño no varía la evolución de la enfermedad ni de sus posibles complicaciones.
  • El efecto máximo de los antitérmicos se alcanza entre 1 y 4 horas, según posología y relación con la ingesta (la cual puede retrasarlo entre 30-60 min).
  • Los medios físicos pueden ser útiles como adyuvante al antitérmico, una vez que éste ya está actuando, pero no como alternativa. Y siempre que no le provoquen más malestar al niño.
  • No hay estudios que avalen la alternancia de antitérmicos, que por otro lado aumenta el riesgo de errores de dosificación y fomenta la “fiebre-fobia”.
  • El tratamiento con antitérmicos no ha demostrado que prevenga la aparición de crisis febriles, éstas están relacionadas con la susceptibilidad individual a padecerlas.

También os puede ser útil:

  1. Termómetros
  2. Aprendiendo la dosis de los antitérmicos 
  3. El paracetamol no es inofensivo 

Otra vez tengo a mi niño con fiebre

tomando temperatura

Hoy se publica en el suplemento de salud del periódico Información, este artículo de Cristina Giménez, Residente de Pediatría del Hospital General Universitario de Elda.

De este tema se ha hablado y escrito mucho, y poco a poco se va unificando el mensaje que desde los centros sanitarios intentamos transmitir a la gente: ¡que no hay que tenerle miedo a la fiebre! Ahora falta que los padres nos creáis…
Por eso, aprovechando que ya ha llegado el frío, queríamos darle un repasillo a la fiebre, a las cosas que debemos hacer, las que no, y el porqué de todo ello.

Para empezar, recordar que la fiebre es un síntoma no una enfermedad, es decir es un indicador de que está pasando algo, que hay una infección (por norma general), pero que se ha visto que no por ser más alta o más baja, ese “algo” va a ser peor. Y recordar sobre todo que la fiebre no es mala, no es el enemigo, sino sólo una compañera de batalla que está de nuestro lado luchando contra la infección; que es cierto que muchas veces resulta un poco latosa, pero que en el fondo intenta ayudar.

Porque la fiebre en sí no es más que el aumento de temperatura del cuerpo, “ideado” para mejorar la capacidad del sistema inmunológico que ha de combatir la infección. Pero ¿cuál es el problema de la fiebre?, pues que los mecanismos con los que el cuerpo consigue ese útil aumento de temperatura, por lo general, van a provocar malestar: que nos duela la espalda, la cabeza, que tengamos frío,… en definitiva que nos encontremos fatal.
Pero cada cual tiene su propio umbral de sensibilidad a la “fatalidad”, por ello veréis que con los mismos 38ºC hay niños que están hechos polvo y otros sin embargo que están saltando y corriendo por ahí. Entonces ¿qué hay que hacer con la fiebre, la tratamos?. Sí, pero trataremos la “fatalidad”, es decir, el malestar que nos provoca. Olvidaos un poco del numerito que sale en el termómetro (salvo si supera los 40ºC), y pensad “¿mi hijo se encuentra bien o mal?”, y actuad cuando él se encuentre mal.

Y ¿cómo podemos actuar?, pues de entrada sin aumentar el malestar del niño; se ha visto que intentar bajarle la temperatura desnudándolo o con paños húmedos, es decir sólo con medios físicos, no es recomendable. Porque mientras nosotros intentamos bajar la temperatura externa el cuerpo sigue intentando aumentar la interna, de modo que pondrá en marcha más mecanismos de aquellos que le provocaban malestar.
Con lo que sí podemos actuar es con los fármacos antitérmicos que ya conocemos, paracetamol o ibuprofeno, ¡pero sólo con uno! y a la dosis que nos haya dicho el pediatra según el peso del niño. Lo que no debemos hacer es hincharle a jarabes, alternando ambos productos, para tener el numerito del termómetro siempre bajo control. Si el niño sigue con fiebre pero ya se encuentra bien, tranquilidad, el fármaco ya ha hecho su trabajo de quitar el malestar, ahora dejemos trabajar también a la fiebre y al sistema inmunológico. Porque se ha visto que la fiebre mantenida, no produce daño cerebral ni convulsiones (éstas tienen más que ver con los cambios bruscos de temperatura y en niños predispuestos).

LO MÁS IMPORTANTE respecto a la fiebre es que nos pone en alerta de que el niño está enfermo, y es cuando observamos algo más preocupante, al margen de la propia fiebre, cuando debemos consultar de urgencia: decaimiento, irritabilidad o llanto excesivo y difícil de calmar; rigidez de cuello; manchas en la piel, de color rojo oscuro o morado, que no desaparecen al estirar la piel de alrededor; convulsión o pérdida de conocimiento; dificultad para respirar; vómitos y/o diarrea persistente; o si no orina o la orina es escasa. Y siempre que el niño tenga menos de 3-6 meses.

Y si queréis más información:

Aprendiendo la dosis de los antitérmicos

O poned fiebre en el buscador y veréis lo escrito anteriormente.

Aprendiendo más sobre la fiebre

Esta semana han acudido a consulta 196 niños, la mayoría por fiebre.

Creo necesario repasar este tema porque el manejo del niño febril es básico, es una situación que vais a vivir con frecuencia, sobre todo los primeros años de vuestr@ hij@.

La palabra fiebre procede del latín febris, que significa calentar y es el aumento de la temperatura corporal por encima de lo normal. ¿Y qué temperatura es la normal?: entre 35 y 37 ºC en axila pues a lo largo del día la temperatura cambia, es menor a primera hora del día y aumenta aproximadamente un grado entre las 16 y 18 horas.

Temperatura normal: 35-37 ºC axilar
Hasta 38ºC axilar hablamos de febrícula.
Por encima de 38ºC hablamos de fiebre.

El ser humano es homeotermo, es decir, mantenemos la temperatura corporal dentro de unos límites estables. ¿Y cómo se regula la temperatura corporal?, es un proceso complejo (termorregulación) que intentaré simplificar:
En nuestro cerebro tenemos “dos centros de operaciones” formados por neuronas: un “centro de refrigeración” y que actúa cuando aumenta la temperatura corporal y un “centro de calentamiento” y que es el encargado de aumentar la temperatura, es decir, el que interviene directamente en la producción de fiebre.
A estos centros llega información de “receptores” que tenemos en la piel y avisan si hace frío o calor en el exterior y de otros “receptores” internos.
Un ejemplo: Es verano y hace calor, los receptores de la piel informan al centro de operaciones y el centro de refrigeración manda órdenes para que sudemos y así mantenemos la temperatura corporal estable.
En el caso de la fiebre lo que ocurre es que las bacterias o los virus que han entrado al organismo estimulan la producción de sustancias pirógenas (del griego pyr-, fuego y -geno, producir) que activan el centro de calentamiento. Existen también sustancias pirógenas producidas en el organismo por grupos celulares, por eso también la fiebre puede aparecer en procesos tumorales, inflamatorios o traumáticos.
Pero volviendo a la fiebre, cuando llegan las sustancias pirógenas al centro del calentamiento, activan una cascada de reacciones que provocan que se altere el punto de ajuste, quedando “ajustado” a una temperatura superior a la normal y por tanto mandará las órdenes para que aumente la temperatura corporal; es decir sigue funcionando bien el centro de operaciones, sólo que tiene “la orden” de mantener la temperatura más elevada.

La fiebre tiene una serie de efectos sobre el organismo: aumenta la frecuencia cardiaca (unos 9 latidos/minuto por cada grado de aumento de temperatura), aumenta la frecuencia respiratoria, la piel puede estar pálida y fría cuando inicia el ascenso y después caliente y rubicunda. Puede provocar cefalea, somnolencia, delirio y, en algunos niños entre los 6 meses y 5 años, convulsiones febriles. Hay más riesgo de deshidratación, sobre todo en lactantes, al haber pérdidas insensibles por el aumento de la frecuencia respiratoria y por la piel. Puede acompañarse también de malestar general, pérdida de apetito…pero el objetivo de la fiebre es la estimulación de nuestros sistemas defensivos frente a los gérmenes que nos han invadido, frena el crecimiento bacteriano y vírico, por tanto el tratamiento antitérmico puede interferir con el papel beneficioso de la fiebre durante la enfermedad.

Quizás también te interese:
Fiebre y niños (primera parte)
Fiebre y niños (segunda parte)

Fiebre y niños (primera parte)

termómetro
Quiero iniciar una serie de entradas acerca de la fiebre, motivo de alarma en los padres y de numerosas consultas, sobre todo a los servicios de urgencias.
La fiebre es una elevación de la temperatura corporal por encima de lo normal.
De entrada, sobre la fiebre debes saber que:
La fiebre es, en la mayoría de los casos, una reacción del organismo para potenciar las defensas naturales y luchar contra la infección. Pero no olvidemos que hay otras causas de aumento de temperatura (hipertermias) como el arropamiento excesivo, ambiente térmico elevado (causas a tener en cuenta sobre todo en el recién nacido y lactante pequeño), ejercicio intenso, situación estresante…
La mayor parte de las fiebres están causadas por una infección vírica aguda, de curso benigno.
La elevación de la fiebre no es necesariamente proporcional a la gravedad de su causa. Hay infecciones graves que cursan con “décimas de fiebre” y catarros con fiebre de 40º.
Lo importante no es la fiebre en sí, sino determinar la causa de la fiebre.
Cómo tomar la temperatura:
En los lactantes y niños pequeños aconsejo tomar la temperatura rectal que debe hacerse introduciendo en el recto hasta 1 cm más de la parte metálica del termómetro hasta que se estabilice la temperatura.
O tomar la temperatura axilar durante 5 minutos
O usar termómetro ótico que toma la temperatura en el conducto auditivo externo.
¿Cuándo hablamos de fiebre?:
Se acepta como normal una temperatura rectal de hasta 37,5 ºC y axilar hasta 37ºC.
Por encima de esta temperatura hablamos de febrícula (si el aumento es de unas décimas) o simplemente de fiebre.

Quizás también te interese:

cartel_espacio_sin_tabaco_eusko_jaurlaritza

Promoviendo un ambiente libre de humo