Ser docente

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Allá por el inicio de la década de los 90 empecé mi labor docente con los residentes de Medicina Familiar y Comunitaria, y hace relativamente pocos años, cuando la formación de los pediatras empezó a salir tímidamente del ámbito hospitalario, recibía también a los primeros residentes de pediatría. Son tantos años, que la actividad docente es parte inseparable de mi trabajo como pediatra de cabecera y de la que he recibido muchas gratificaciones, han sido muchas promociones las que han ido pasando…

Entiendo la formación desde un punto de vista humanista en el que se debe enseñar “el saber”, “el saber hacer” y “el saber ser”, por eso ser docente para mí es un compromiso ético, porque mi forma de ejercer la medicina, la implicación con las familias o la relación con el resto del equipo, es al fin y al cabo un modelo.

En nuestro trabajo, como en cualquier otra actividad humana, está el equivocarse, por eso entre las cualidades que debe tener un médico está la humildad, también la empatía.
Me equivoco y aprendo, siempre aprendemos, aprendemos de los errores porque reflexionamos acerca de lo ocurrido. Todos aprendemos a lo largo de la vida, no sólo se aprende en la infancia, la vida es equivocarse y rectificar y esto vale para todos y para toda la vida.

Aprender es equivocarse y saber que lo has hecho, por lo tanto el docente asume el riesgo de que el que aprende se equivoque. Y no pasa nada, porque en eso consiste aprender. A los que nos gusta la docencia tenemos esto muy claro. Educar, también en el sentido docente, no es castigar ni humillar, porque sólo equivocándonos es cuando aprendemos.

La tarea de ser padres

1958

Creo que este precioso artículo de la Dra Mª del Mar Clavera Roger (psiquiatrainfantojuvenil-alicante.es) publicado en el Suplemento de Salud del periódico Información será de vuestro interés.

Ser padres es algo complejo, las cosas como son. Cuidar, proteger, velar, estimular, dirigir, orientar, disciplinar, y unas cuantas cosas más a lo largo de las diferentes etapas del desarrollo de nuestro hijo es todo un reto. Pero que nadie se asuste, todos los padres saben que cuentan con un arma poderosa desde el mismo momento del nacimiento, incluso antes a veces ya: Ese vínculo de amor que se nos dispara casi automáticamente como un resorte y nos atará de por vida a esa personita. Y de su mano llega, por supuesto, el peso de la responsabilidad que acabamos de asumir.

Es evidente que un niño no se cría igual en un ambiente que en otro, pero tampoco hace falta tener un Máster en Psicología Infantil para educarlo. Suele bastar con una buena dosis de sentido común. A los padres que oriento a menudo les cito la famosa frase del Dr. Brazelton , reconocido pediatra del desarrollo:
“Sólo hay dos cosas fundamentales que se deben hacer con un hijo: Quererle mucho y ponerle límites”. En mi opinión, resume a la perfección lo que sería una buena crianza, en la que el amor que recibe hace que el niño crezca seguro de sí mismo, pero también con indicaciones de por donde están los límites a su persona, y por lo tanto el respeto a los demás .

Otra forma muy gráfica para expresar la misma idea es la que emplea Daniel J. Siegel, en su libro “Tormenta Cerebral”, cuando habla de que los padres deberían actuar siempre como Puerto Seguro a la vez que de Trampolin de Salida: Pueden parecer 2 cosas incompatibles, pero si lo pensamos bien realmente son complementarias. Los padres son Puerto Seguro cuando transmiten a su hijo, ya desde que es un bebé, que de manera incondicional siempre estarán ahí cuando él salga al mundo que le rodea, cuando tantee el territorio, se caiga y reciba un golpe ,al principio en el sentido literal del término, y después cada vez más en sentido figurado. Es decir, cada vez que el hijo se frustre, se desmoralice, sufra, debe tener en sus padres ese puerto al que volver y curar sus heridas.

Pero también es importante que los padres sean capaces de actuar como Trampolin de Salida al mundo, estimulando en los hijos salir , ejercitarse, probarse a sí mismos sin miedo al error, y evitando por tanto sobreprotegerles. Claro que los adolescentes, de por sí exploradores intrépidos en general, quizás no necesiten precisamente a sus padres como trampolín… pero lo que es indudable es que saber que cuentan con ellos para acogerles en los momentos difíciles, es la mejor garantía para recorrer esa edad de turbulencias sin demasiados sobresaltos y aprender de las experiencias. Todos sabemos que de las que más se aprende es precisamente de las negativas, y es muy bueno que los hijos vean que sus padres confían en que serán capaces de afrontarlas. Es así como se fortalecen los vínculos entre padres e hijos y se forja la personalidad.

Educar es un acto de amor

educar Izan 5Sobre el tema de educación y familia hay mucho escrito y a veces tengo la sensación de que está todo dicho y nos repetimos.
Lógicamente no es así, pues por mucho que se hable o se escriba de educación, siempre habrá estilos diferentes que nos aporten nuevas miradas.
La pregunta que me hago es: ¿Qué necesitamos los padres a la hora de educar a nuestr@s hij@s? y de ahí me surge otra: ¿Qué necesitan nuestr@s niñ@s de hoy?.
Cuantas veces nos hemos visto en situaciones en las que tenemos que dar una respuesta a nuestros hijos, ante una situación que nos “saca de quicio”, y nos decimos: Ahora me gustaría ver aquí al psicólogo o al orientador de su colegio para que me diga ¿Qué hago?. Pues ellos desde la teoría lo tienen todo muy claro y parece muy fácil, pero a la hora de la verdad, aquí es donde los quisiera ver yo, pues la teoría no tiene nada que ver con la práctica. Y es cierto.
Realmente educar es la tarea más hermosa y a la vez más difícil a la que nos enfrentamos los padres y los profesionales de la enseñanza. Educar es un acto de amor, pues damos al hij@ lo que yo tengo que te puede servir a ti y que con ello, y lo que tú eres ya potencialmente, consigas ser la persona que quieres ser; ayudándole a sacar lo mejor de sí mismo.
Esta tarea de educar es hermosa porque tenemos la posibilidad de colaborar en la formación de hombres y mujeres del mañana, de formar a los seres humanos de nuestro futuro más próximo y más lejano, pues lo que estamos dando a nuestros hijos, de una o de otra forma, ellos se lo transmitirán a los suyos, nuestros nietos.
Y es difícil porque ¿quién nos ha enseñado a formar personas?, ¿adónde hemos ido a aprender a ser padres?, ¿en qué universidad nos han dado el título de Padres?, ¿Quién nos ha dicho, tú ya estás preparado para tener hijos?.
Cuando imparto cursos o conferencias a padres y madres con niñ@s de diferentes edades y veo en sus rostros reflejada la sensación de “no sabemos qué hacer”, o “necesitamos saber si lo estamos haciendo bien o mal”, o “¿nos puede dar alguna receta?”, etc. Les pregunto: ¿Cuándo tuvisteis al niñ@, en el hospital no os dieron un librito de instrucciones de cómo manejar al niño y os explicaron cómo es su funcionamiento?. Y les digo, cuando compramos un móvil o cualquier aparato doméstico, nos dan un enorme libro de instrucciones en todos los idiomas, donde nos explican, con todo lujo de detalle las características del aparato y todo lo que se necesita saber para su buen funcionamiento y sacarle el máximo provecho.
Lógicamente se echan a reír y algunos dicen, pues sí, teníamos que habernos preparado un poco antes de que naciera nuestro primer hij@, pues le hemos dedicado tiempo a la preparación de su habitación, a la canastilla, y a menesteres que tienen que ver con su llegada, pero no a lo que nos toca hacer como padres, que es una tarea desconocida por nosotros. Y, añaden, con el segundo fue diferente, pues ya sabíamos de qué iba, pero con el primero lo pasamos muy mal.
Lo que yo me propongo en estos artículos es reflexionar sobre los temas que nos preocupan, tanto a los padres como a los profesionales de la enseñanza, para ver entre todos, qué estamos haciendo, qué podemos hacer de forma diferente o qué tendríamos que cambiar para educar a las nuevas generaciones de niñ@s que tenemos delante.
TODOS educamos y enseñamos, no siempre de una manera formal e intencionada, pero sí con nuestros conocimientos, ideas, sentimientos, emociones, palabras y acciones, pues con todo ello ofrecemos un modelo de persona a los demás. Por supuesto los primeros los padres, luego sigue la familia más extensa, los profesionales de la enseñanza, los políticos, los medios de comunicación, la sociedad en general. Ninguno de los agentes sociales podemos eludir, ni olvidar esta importante responsabilidad. La educación nos atañe a todos.
La sociedad del futuro estará formada por nuestr@s niñ@s de hoy.
Y acabo dejando, una pregunta en el aire: ¿Qué tipo de personas queremos dejar nosotros al mundo, para ese futuro tan cercano?.

«Si educáis a los niños, no tendréis que castigar a los hombres». Pitágoras

Cecilia Martí