Este pasado sábado en el periódico Información, María Latorre Coy, Residente de Medicina de Familia que actualmente está realizando el rotatorio de pediatría conmigo publicaba este artículo. ¡Gracias María!
Con el inicio del buen tiempo y las vacaciones es frecuente que aumenten mucho las consultas sobre los cuidados de la piel de los niños en verano. Una de las dudas más frecuentes, por las que los padres nos consultan, son las “manchas blancas” que les salen a los niños en la cara. Estas “manchas blancas” se conocen con el nombre de pitiriasis alba. Se trata de un trastorno de origen desconocido que afecta frecuentemente a niños entre 3 y 16 años y que se caracteriza por presentar máculas hipopigmentadas asintomáticas de distribución variable (lo más frecuente es en la cara, aunque también podemos verlas en tronco o extremidades). Es por ello por lo que las evidenciamos más fácilmente en verano al broncearse la piel o en individuos de piel más oscura. El tamaño es variable y pueden llegar a durar meses o años. Se ha relacionado con algunos factores como la atopia, los baños en piscinas o la exposición solar. El diagnóstico es clínico y no es necesaria ninguna otra prueba complementaria. En cuanto al tratamiento consistirá en una hidratación abundante y protección solar en las horas de exposición. Debemos advertir que con frecuencia persisten hasta la adolescencia y que ésto entra dentro de la normalidad.
Y como una imagen vale más que mil palabras aquí tenéis a Víctor que ha querido regalarnos la imagen. ¡Muchas gracias Víctor!. También podéis leer algo más en esta entrada anterior.
Otra de las consultas frecuentes que nos encontramos en los meses de verano (aunque también es frecuente verlas con el frío) es que “al niño le pica mucho la piel, está todo el día rascándose y le han salido eccemas”. Esto no es otra cosa que la dermatitis atópica. Se trata de una enfermedad inflamatoria de la piel que también aparece con frecuencia en niños. Al igual que la pitiriasis alba su causa es desconocida e influyen factores como niveles elevados de IgE, atopia, asma y rinitis alérgica. Debemos sospecharla cuando nos encontremos un niño con una piel muy seca, mucho picor y aparición posterior de eccema con zonas enrojecidas y descamadas, habiendo padecido episodios de dermatitis similares previamente. Según la edad encontraremos las lesiones típicas en distintas zonas, siendo característico en los más pequeños en la cara, y a medida que van creciendo es más probable ver el eccema en las flexuras de codos y rodillas y otras zonas de pliegues. Se presenta en forma de brotes que suelen desencadenarse con el frío, el sudor o el estrés, y, al igual que la anterior, la diagnosticaremos clínicamente.
Generalmente suele remitir espontáneamente a medida que los niños van creciendo, aunque en algunos casos puede persistir hasta la edad adulta. El tratamiento irá encaminado a llevar un cuidado estricto de la piel intentado mantenerla siempre bien hidratada, evitando irritantes, etc. para prevenir la aparición de brotes y también de complicaciones como la infección de las lesiones. Si nos encontramos con un brote ya instaurado el tratamiento irá enfocado a aliviar el picor con antihistamínicos para evitar la aparición de lesiones por rascado, y corticoides tópicos según la gravedad de las lesiones, que deberá valorar y prescribir el pediatra.
Otro tema que afortunadamente cada vez es menos frecuente son las quemaduras solares. Hace algunos años las consultas por este motivo eran la orden del día, pero actualmente, gracias a que estamos más concienciados, sabemos los efectos perjudiciales de la radiación solar y aplicamos protección varias veces durante el tiempo de exposición, las vemos mucho menos.
Por último otra lesión que podemos encontrar en la piel de nuestros niños en cualquier época del año es molluscum contagiosum. Se trata de una infección vírica que produce una especie de granitos del color de la piel o rosado, a veces de aspecto perlado con una depresión en el centro. Se transmite mediante el contacto con la piel y toallas u otros objetos de higiene. Suele ser asintomática y autolimitada aunque debemos advertir que con frecuencia puede llegar a permanecer meses o años. Así, el tratamiento variará desde la actitud expectante hasta el curetaje o crioterapia de las lesiones en función del número y la extensión de las mismas.