El apego. La importancia de los primeros meses


Publicado en el Extra Creciendo juntos del diario Información


Tras el parto, por fin, el encuentro cara a cara con tu hija/o.
A partir de ahora os iréis conociendo mutuamente en un vaivén de interacciones a lo largo del día y de los días.

Sale del entorno seguro del útero al mundo exterior y empezará a sentir sensaciones… de hambre o sueño, que no es capaz de regular por sí mismo/a y las vive como algo desbordante. Nos alertará, sobre todo con el llanto, para resolver ese “malestar” del que no tiene experiencia.

Es necesario que en estos primeros meses de salida al mundo estés disponible, sensibilizada para responder a las señales que envía tu bebé, atender sus necesidades con un acompañamiento atento y amoroso.
Como te decía, suele ser el llanto la manifestación de cualquier malestar, una llamada tan potente que es inevitable atenderle. Es necesario comprender la desesperación de su llanto y transmitirle que lo entiendes. En palabras de mi amigo Vicenç Arnaiz “será necesario que descubras el lenguaje secreto de los bebés, que se entiende sobre todo desde el corazón”.
Irás tejiendo en cada interacción un clima cálido y apaciguador, un vínculo emocional que le dará la seguridad y tranquilidad que el bebé necesita para construir unos cimientos firmes, una base segura para empezar a explorar el mundo.
Como ves, estas primeras relaciones son de gran trascendencia para su salud mental. El mensaje que le vas transmitiendo, que como una lluvia fina va calándole, es “tranquila/o, te queremos, te cuidamos”.
Ese lazo, vínculo o unión afectiva que se va creando a lo largo de los días es lo que denominamos “apego”.

Los/as bebés disponen de mecanismos innatos, es decir, vienen “preparados de serie” para la interacción social, respondiendo a estímulos visuales, táctiles, a la voz… dotados de reflejos como el de succión o de prensión y capaces de establecer vínculos emocionales.
De todas las interacciones el tiempo de lactancia juega un papel decisivo. Como a mí me gusta decir, en el acto de alimentar nutrimos el cuerpo y el alma del bebé. Siendo el alimento importante, no es lo único importante.
Son momentos de estar presente, de hablarle… observarás que mientras mama interrumpe a veces su chupeteo para mirarte. Ve tu cara a esa distancia y buscará tu mirada para interactuar, un encuentro de miradas que dan pie a que le dirijas palabras cariñosas, a tocarlo/a… todo ello construye a su alrededor ese clima cálido y seguro. En definitiva, el tiempo de lactancia en estos primeros meses es vital en la relación de apego y sienta también las bases de su conducta alimentaria.

Necesita el contacto piel con piel, la proximidad le da seguridad. Y ésto hay que entenderlo porque durante miles de años, en las condiciones de dependencia en las que nace un bebé, si se quedaba solo no sobrevivía. Por eso la conducta de apego es una estrategia evolutiva de supervivencia para protegerlo de depredadores. Hoy tu bebé está protegido/a, duerme en su cuna, en casa, aislado de peligros… pero no lo sabe; persiste ese instinto de supervivencia ancestral: la necesidad de contacto con la madre.

Siendo conscientes de todo ésto, en la medida que puedas cuídate y recuerda que “una madre que recibe apoyo afectivo y tiene sostén social, puede ofrecer mejores brazos”.
Y sobre todo confía en tí, eres sin duda la mejor madre para tu hijo/a.

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