Razones para vacunar

Esta semana he tenido una entrevista con los padres de un bebé de un mes de vida para hablar de vacunas.
Hace quince días cuando les conocí, dado que es su primer hijo, me plantearon que habían decidido no vacunarlo. Les aconsejé la dirección de unas páginas web sobre vacunas para que tuvieran más información y acordamos sentarnos para hablar tranquilamente del tema en la siguiente visita.
Habitualmente es en el control del mes cuando solemos explicar, la enfermera o yo, el calendario de vacunación de nuestra Comunidad y damos también información de otras vacunas no incluídas en él, pero sí aconsejadas por la Asociación Española de Pediatría.

Pues bien, la entrevista, en un clima de respeto mutuo, transcurrió más o menos así:
A mi pregunta, “¿Podemos hablar de los motivos por los que habéis tomado esa decisión?”, el padre respondió:
“Sí, creemos que la mayoría de las vacunas ya no son necesarias porque esas enfermedades están prácticamente erradicadas aquí, en nuestro país”.
Este argumento es uno de los más utilizados por los padres que se niegan a vacunar a sus hijos.
Y es verdad, afortunadamente algunas de las enfermedades contra las que vacunamos han disminuido su incidencia, casi desaparecido, precisamente gracias a la vacunación que durante años se ha estado haciendo, con coberturas muy altas, pero no hemos llegado a erradicarlas y en cuanto bajen las tasas de vacunación volverán a aparecer, es lo que ha pasado con la epidemia de sarampión de estos años.
Ellos insistieron en la pregunta “¿de verdad el riesgo de contraer una de las enfermedades frente a las que se vacunan es realmente alto?”.
Aquí está el quid de la cuestión, la baja percepción del riesgo de contraer esas enfermedades. Como no las vemos perdemos el miedo a que nuestro hijo las contraiga. Si oímos de vez en cuando casos de meningitis con resultado de muerte, las vacunas frente a gérmenes que pueden provocar meningitis sí son aceptadas. Yo, que soy de la década de los 50, viví a mi alrededor muchos casos de polio, los que tuvieron suerte sobrevivieron con secuelas, en aquellos momentos la vacuna de la polio era toda una esperanza. ¿Verdad que si ahora sacaran una vacuna frente al cáncer de mama o al cáncer de pulmón todos correríamos a vacunarnos?.
Sin embargo a las enfermedades vacunables los padres jóvenes les han perdido el miedo, pero siguen estando ahí.

Por último les expliqué que su hijo, aunque no se vacune, se beneficiará de que la mayoría de los niños estén vacunados, porque éstos hacen un efecto barrera que impide que los gérmenes que provocan esas enfermedades circulen, es lo que se ha denominado efecto rebaño; se protege así a los niños que por edad no han sido vacunados todavía y a los que por motivos de enfermedad, por ej, con cáncer, no pueden ser vacunados y son especialmente vulnerables a la enfermedad. Es un aspecto solidario de las vacunas. “Vuestro hijo se beneficia pero no contribuye al bien común”.

Con un “Muchas gracias, tendremos que replantearlo”, nos despedimos.

Creo que sigue haciendo mucha falta seguir hablando de vacunas.

Fotografía de cabecera (Creative Commons) | Fundación Gates

Volviendo la mirada: el inicio de la vacunación


Vacunación contra la viruela.L.L.Boilly

A un médico británico, Edward Jenner, se debe el primer éxito en la profilaxis de las enfermedades infecciosas al desarrollar un método de inmunización contra la viruela y el iniciador de la primera campaña de vacunación.
Estoy hablando de la segunda mitad del siglo XVIII, las epidemias de viruela eran devastadoras, con un elevado índice de mortalidad; se sabía que la viruela se transmitía por contagio y que si la pasabas quedabas protegido definitivamente. Por aquel entonces era una práctica extendida entre los hijos de los soberanos europeos y en la alta clase social la variolización, técnica que ya se practicaba siglos atrás en los países árabes y que consistía en pasar una hebra de hilo empapado en el fluido de una ampolla variólica a través de un corte en el brazo, de este modo se provocaba una forma suave de la enfermedad; no obstante tenía sus peligros porque en ocasiones se provocaba una viruela grave.

Jenner nace en 1749 y a los 13 años se convirtió en aprendiz de cirujano y ocho años después se traslada a Londres para iniciar sus estudios médicos. Al terminar decide regresar a Berkeley, su ciudad natal, para trabajar como médico rural. Allí conoce por los ganaderos y campesinos que cuando se presentaba una epidemia de viruela las ordeñadoras no enfermaban; observa que las vacas solían presentar en las ubres unas lesiones tipo pústulas, que podían contagiarse a las manos de los ordeñadores, aunque curaban en poco tiempo sin causarles mayor molestia, y deduce que esta leve enfermedad es la que les protege frente a la peligrosa viruela de los humanos. E. Jenner pensó que el sistema podría utilizarse como medida eficaz de prevención a toda la población, especialmente a la infantil.
Por fin se decide y el propio E. Jenner lo describe: “La vacuna procedía de una pústula del brazo de una ordeñadora, a quien había contagiado la vaca de su señor. El catorce de mayo de mil setecientos noventa y seis se la inyecté al niño a través de dos cortes superficiales en el brazo, cada uno de los cuales tenía la anchura de un pulgar. El séptimo día se quejó de pesadez en el hombro, el noveno perdió el apetito, tuvo algo de frío y un ligero dolor de cabeza; durante todo el día se encontró enfermo y pasó la noche inquieto , pero al día siguiente volvió a encontrarse bien. (…) Para cerciorarme de que el niño había quedado realmente inmunizado contra la viruela humana, el uno de julio le inyecté materia virulosa que había extraído con anterioridad de una pústula humana. Se la apliqué profusamente mediante varios cortes y punturas, pero no dio lugar a ningún ataque de viruela.”
Las conclusiones del ensayo fueron enviadas a la Royal Society para ser publicadas, pero no se aceptaron; incluso se le expulsó de la Asociación Médica de Londres. A los 2 años publicó él mismo un folleto con las ventajas de la vacunación, afirmando que “la viruela de las vacas es un preservativo garantizado contra la viruela ordinaria”.
Pero el eco de su hazaña sí se propagó por Europa, pero de eso hablaré otro día.

Niños y Gripe A

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CARTA ABIERTA A LAS MADRES Y PADRES ACERCA DE LA GRIPE A:
Ante el bombardeo de noticias a través de prensa, radio y televisión que a diario recibís acerca de la gripe A, quiero haceros un resumen riguroso con la información necesaria que os permita saber leer las noticias y conocer la dimensión del problema:

• La gripe es una enfermedad vírica conocida desde antiguo. A lo largo del siglo XX ha habido 3 pandemias: 1918, 1957 y 1968. A partir de cada pandemia cambia el virus circulante y las sucesivas gripes estacionales son provocadas por virus, con pequeñas variantes, a partir del virus pandémico.
• El virus A/H1N1, como definitivamente se le denomina, se detecta por primera vez la pasada primavera, en pacientes del norte de México y/o sur de EEUU.
• A lo largo de los meses se extiende a muchos países de todos los continentes y entonces hablamos de pandemia.
• Por tanto el virus A/H1N1 ha venido para quedarse. Ahora es ya el principal virus gripal circulante y probablemente será el causante de la gripe estacional los próximos años.
• Se trata de una gripe benigna, es decir, los mismos síntomas gripales de todos los años pero más leves y con menos mortalidad. En los niños suele cursar como un cuadro catarral con fiebre. De los procesos catarrales que pasa a lo largo del invierno vuestr@ hij@, uno de ellos probablemente es debido al virus de la gripe de ese año.
• El pasado día 11 de septiembre la Asociación Española de Pediatría dio a conocer un informe elaborado por un comité de expertos que defiende las actuaciones más sencillas frente a la gripe A y aconsejan la vacunación sólo en aquellos niños con enfermedades crónicas que supongan un mayor riesgo de complicaciones.
• Las recomendaciones básicas son lavarse las manos frecuentemente, estornudar o toser usando pañuelos desechables. No está claro si el uso de mascarillas evita la propagación. En cuanto al tratamiento es el que ya conocéis para las enfermedades víricas: cuidados en casa, líquidos abundantes, antitérmicos para la fiebre y antitusígenos si la tos es muy molesta.
• El miedo a la gripe este invierno no tiene una base real, pues si miramos a los países que han vivido ya el invierno con el virus de la gripe A vemos que ha sido más leve que la gripe que todos los años pasamos y con menor mortalidad.
• Y por último el colegio. De las medidas aconsejadas en el ámbito escolar aplaudo la dotación de jabones (no hace falta ninguno en especial) en los aseos y aulas de nuestros colegios y que se eduque a los niños para que se laven las manos y que usen pañuelos desechables. También creo que un niño con fiebre necesita los cuidados y mimos de la familia; creo que el respeto al niño merece que, cuando enferma, de gripe o de lo que sea, se cuide en casa. Pero lo que no comparto es tratar a un niño al que se detecte fiebre como un “pestoso”, al que se le saca corriendo del aula y se le coloca una mascarilla (¡imaginad el susto de los niños!).
• Para terminar quiero recomendar una web que ofrece una información clara, responsable y rigurosa: Gripe A: ante todo mucha calma  http://gripeycalma.wordpress.com/
• Iniciemos el otoño con tranquilidad y vivamos la vuelta al cole con la alegría de un nuevo curso.
Isabel Rubio