Estamos en invierno, niños y niñas presentan cuadros catarrales. Los más pequeños casi van empalmando un proceso con otro. Tos y mocos se convierten en los síntomas estrella.
Por eso quiero hablaros de la tos, motivo de consulta muy frecuente en esta época.
Lo primero que hay que aclarar es que la tos es un mecanismo de defensa de nuestro aparato respiratorio. Su objetivo es eliminar todo aquello que irrite u obstruya la vía aérea. No es una enfermedad en sí, es el síntoma de una enfermedad. Normalmente detrás de la tos hay una infección de las vías respiratorias.
Sepamos algo más de este síntoma tan molesto a veces. Es un acto reflejo de defensa que se desencadena cuando se estimulan receptores que tenemos en la mucosa del aparato respiratorio, sobre todo en faringe. Una vez estimulados estos receptores, los nervios de la zona se encargan de mandar al “centro de la tos” la señal de la necesidad de toser. Recibido el mensaje en esa central, que está localizada en la médula espinal, se envía la orden para que ocurra esa respuesta explosiva que es la tos. La estimulación de estos receptores es en la mayoría de los casos por la inflamación de la mucosa y el moco, es lo que ocurre en los catarros. También por estímulos químicos como ocurre en la inhalación del humo del tabaco. Poco frecuente, pero lo vemos, el estímulo es psicógeno, una manera de liberar “tensiones de la vida” como a mí me gusta llamarlas.
Hay diferentes sonidos de toses. En los catarros de vías altas, al principio la tos suele ser irritativa, pica la garganta y tosemos. Después suele hacerse “blanda”, se oye que mueve el moco. Los niños no saben expectorar por lo que tras el episodio de tos el niño se traga la madeja de moco pasando ésta al tubo digestivo. También se reconoce fácilmente la tos perruna, la primera vez que se oye asusta. Orienta a que la causa es una laringitis, que suele debutar así, con ese sonido peculiar metálico y profundo.
En cuanto al tratamiento, lo primero es determinar la causa de la tos. Si se trata de un catarro, el tratamiento es sintomático, es decir aliviar los síntomas molestos para el niño. Entonces, ¿tratamos la tos?. Pues depende. En los más pequeños los antitusígenos no están indicados porque los riesgos superan a los beneficios. No por debajo de cuatro años y con precaución hasta los seis. Tampoco mucolíticos, o antihistamínicos sirven para mucho. Los antibióticos, como sabéis, no “matan” a los virus que son los causantes de los catarros.
Medidas que ayudan: ofrecer líquidos, pues además de facilitar que el niño trague el moco, es conveniente que esté bien hidratado.
Si tenemos calefacción que reseque el ambiente puede ser beneficio humidificarlo. Y hablando de ambiente, que la casa está libre de humos; hay que evitar que los niños y niñas estén expuestos al humo del tabaco.
Los lavados nasales con sentido común: es conveniente hacerlos sobre todo si dificultan la succión en el lactante.
En definitiva, buscar el equilibrio entre aliviar pero no anular el mecanismo defensivo que es la tos.