Semana sin humo

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Finalizaba ayer día 31, con el Día Mundial sin Tabaco, la XVII Semana sin humo, una iniciativa de la Sociedad de Medicina Familiar y Comunitaria. De las numerosas imágenes que se han publicado con este motivo, he elegido este cartel de la Sociedad Navarra de MFyC : Hacia una generación sin tabaco. Felicito al autor (o autora) por el optimismo y la fuerza que transmite, tanto la imagen como el lema.

En esta Semana sin humo mi amiga y compañera de profesión M. Ángeles Medina me pidió que colaborara en su blog de esportimasters con la «prevención del tabaquismo desde una consulta de pediatría«, ella ha añadido una bonita introducción y dos vídeos que os aconsejo ver. Y aquí os dejo lo que escribí:

¿Qué papel juego como pediatra en la lucha frente al tabaco?, ¿qué responsabilidad tengo?

Hace unos meses la revista Pediatrics publicaba tres artículos que removían nuestras conciencias y nos hacían ver, una vez más, la responsabilidad que tenemos los pediatras frente al tabaco puesto que sus efectos son más nocivos durante la infancia y además atendemos a los adolescentes, etapa en la que se inician los futuros adictos.

Separo 3 niveles en los que, creo, los pediatras debemos estar implicados:

  1. Protección de la población infantil frente a los riesgos del tabaco. Debemos interesarnos por la exposición al humo del tabaco de cada uno de nuestros niños, tanto en las visitas de salud (informar también de la relación tabaquismo y muerte súbita del lactante) como en las visitas por enfermedades que pueden ser causadas o empeoradas por la exposición al humo del tabaco, como las enfermedades respiratorias u otitis. Informar a los padres y sensibilizarlos de la importancia del tabaquismo pasivo al que está sometido su hijo. Si no es posible eliminar el humo de tabaco en el entorno del niño, ofrecer consejos para reducir el grado de exposición, especialmente la evitación en el hogar y en el coche. Y si llegara el caso y deciden dejar de fumar, orientarlos hacia recursos y tratamientos para la deshabituación.
  2. Incluir la prevención frente al uso del tabaco como parte de las recomendaciones de salud en todo contacto con “nuestros” adolescentes. Sabemos, por muchas encuestas realizadas, que la edad de inicio en el consumo de tabaco es sobre los 13-14 años. Si hemos llegado tarde y el adolescente ya fuma, ofrecerle la derivación a los recursos que sean adecuados en el momento que quiera dejar de fumar.
  3. Un tercer nivel, que es de denuncia, como viene haciendo la Organización Mundial de la Salud, del marketing del tabaco dirigido a los niños por parte de la industria tabacalera en todo el mundo, pero más acentuado en países pobres y permitida por los gobiernos. Otros aspectos de este tercer nivel que podríamos llamar “tabaco y pobreza”, serían el trabajo infantil en su cultivo, exposición a plaguicidas, absorción por la piel de la nicotina en la manipulación de las hojas, etc. etc. que amplía, como un eco, el dramatismo del tema “tabaquismo e infancia”.

Otra entrada anterior sobre el tema es la de Tabaco y embarazo