El pasado sábado publicaba en Información este artículo
Ha llegado el verano. En los hogares con niños y niñas que tienen alrededor de los 2 años de edad, el momento de quitar pañales.
Si acude a una escuela infantil, sus profesionales os asesorarán, seguiréis sus indicaciones y os acompañaran en el proceso; pero para aquellos que no tenéis experiencia previa y os enfrentáis solos a este importante paso de maduración de vuestro hijo, aquí tenéis unas orientaciones.
El aprendizaje del control de esfínteres (micción y defecación) requiere que el niño o la niña haya alcanzado un grado de madurez suficiente y que lo eduquemos en este hábito de limpieza.
Cada niño tiene un ritmo, pero habitualmente es alrededor de los 2 años cuando la mayoría estarán preparados para ser enseñados.
Empecemos por los preparativos: Compraremos un orinal, de bordes anchos y material fácilmente lavable, que le daremos días antes para que juegue y se familiarice con él. Es importante que apoye bien tanto las nalgas como los pies para que esté cómodo y se sienta seguro, por ello no aconsejo de entrada la taza de water adaptada.
Hay que hablarle del tema, ilusionándole con hacerse mayor, incluso podemos fijar una fecha próxima, que puede coincidir con algún acontecimiento, y “ese día vamos a hacer el pipí y la caca en el orinal como los mayores”. Podemos leerle a diario un cuento sobre el tema y por supuesto tendremos preparada ropa cómoda y mudas suficientes.
Y llega el día elegido, aconsejo que sea un fin de semana “casero” o en vacaciones, porque el control debe iniciarse en el ambiente familiar, en un clima relajado y tranquilo.
Empezará la mañana diciéndole con expresión alegre que ya no vamos a ponerle pañal.
Le propondremos que se siente en el orinal, unos minutos, “para que salga el pipí” cuando se le vea deseoso para procurar que lo logre al primer intento. Estableceremos una rutina de permanecer sentado apenas unos minutos cada media o una hora. En cuanto lo logre lo levantaremos y expresaremos nuestra alegría y le ayudaremos a tirarlo al water. Si no es así no es conveniente prolongar el tiempo de permanecer sentado.
Si lo hace fuera del orinal, le diremos con expresión y voz neutra, sin enfadarnos, que hay que hacerlo en el orinal.
Es muy importante la relación entre el niño o la niña y el adulto que le pide que haga su pipí y su caca en un lugar y en un momento determinado.
Los logros o dificultades en este proceso dependerán del clima afectivo que le rodee. Una actitud cariñosa y comprensiva facilita la educación. Cuando el niño o la niña comprende lo que sus padres desean de él o de ella, se esforzará por complacerles, podemos decir que en el fondo lo hace por amor a ellos.
Cosas que “no”:
No es conveniente obligarle a sentarse en el orinal si se niega a ello.
No insistir en que orine haciendo fuerza si no lo logra al primer intento.
No reñiremos ni le castigaremos porque se haga encima. No ridiculizarlo ni avergonzarlo.
No dispersar los esfuerzos cambiando de técnica continuamente, ni usar distintos métodos simultáneamente.
No se le debe reprender excesivamente ni manifestar asco si le vemos jugar con sus deposiciones. Siente curiosidad por aquello que sale de su cuerpo y lo considera como algo valioso e importante.
No le pondremos pañales cuando salgamos a la calle porque lo estaríamos confundiendo. Llevaremos ropa de cambio suficiente.
¿Qué hacemos por la noche?. Si moja todas las noches el pañal mi consejo es mantenerlo. Esta situación es la más normal puesto que la continencia nocturna suele ser algo más tardía.
Tampoco aconsejo levantarle cada noche a determinadas horas para que orine, interrumpiendo así su sueño.
Es fácil explicarle que le ponemos los pañales para dormir porque si está dormido no se entera “que quiere salir el pipí”.
Ser perseverantes, con cariño y paciencia en apenas unos días lo habréis conseguido.