COMO PREVENIR CONDUCTAS DE RIESGO EN ADOLESCENTES

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Hace unos días en el periódico Información publicaba la Dra. Mª del Mar Clavera Roger, pediatra especialista en Psiquiatria Infantojuvenil este artículo que creo será de vuestro interés. Gracias Mar!.

 A todos los padres nos preocupan los hijos cuando llegan a la adolescencia, esa edad en la que “se abren muchos caminos y son pocas las indicaciones”. Ellos van conquistando mayores cotas de libertad poco a poco, a la vez que va en aumento la influencia de su grupo de edad en sus conductas y actitudes. Los padres van perdiendo ascendiente sobre ellos, y esto nos crea inseguridad ya que por definición, a esa edad se buscan situaciones excitantes y además disminuye mucho la conciencia de riesgo. Es la llamada “hiperracionalidad”: su percepción de peligro suele estar bastante amortiguada, a ellos nunca les pasara nada… así que coquetear o incluso abusar de sustancias tóxicas, conseguir dinero o sus objetos de deseo por medios no siempre edificantes, conducir motos o bicis sin la protección debida y de forma temeraria, o mantener relaciones sexuales desprotegidas, son conductas que más bien les resultan atractivas por lo que tienen de transgresor y porque les hacen sentir independientes.

Leí hace tiempo que hay dos hábitos que si al final de la infancia un niño tenía plenamente incorporados en su comportamiento, correlacionaban claramente con bajo nivel de conductas de riesgo en la adolescencia: Uno era el uso del cinturón de seguridad en el coche y el otro el de cepillarse los dientes. Me pareció una información muy llamativa de entrada, pero veamos cómo podemos relacionar una cosa con la otra: En primer lugar el hecho de que un niño tenga interiorizadas estas 2 conductas, supone que se está criando en un ambiente bien estructurado, con pautas y límites claros. Supone también que en esa familia la autoridad está bien establecida, pues todos sabemos que no se trata de hábitos especialmente divertidos.., asi que detrás de su adquisición inevitablemente hay un padre y/o madre que han tenido que trabajar para establecerlos con coherencia, y que esos niños han tenido que tolerar por lo tanto, cierta frustración con ello .Y yendo un poco más allá, el hecho de que unos padres cuiden de sus hijos fomentándoles este tipo de conductas, es un buen indicador de la importancia que le dan a criarles bien, por lo que en última instancia estaríamos hablando de verdaderos actos de amor parental. Ya sabemos que los niños aprenden más de lo que hacemos que de lo que les decimos..y por tanto si han tenido un buen modelo será más fácil después tener una actitud saludable y madura para cuidar de ellos mismos.

No todos los adolescentes serán igual de propensos a meterse en problemas. Algunos parecen atraerlos como un iman..y ademas quien tiene conductas de riesgo suele asociar más de una. Hay cuestiones que no dependen de los padres y que influyen también, como el temperamento, algunos trastornos como la hiperactividad-impulsividad o incluso el momento emocional que viven. Pero precisamente en estos casos es aún más importante transmitirles cuanto nos importa su bienestar y los esfuerzos que estamos dispuestos a hacer para protegerles.

Hábitos saludables en la adolescencia

Hoy en la colaboración en el Suplemento se Salud del periódico Información publico el siguiente artículo:

Me ha invitado la Asociación de Padres y Madres de un Instituto de Enseñanza Secundaria para hablar de hábitos saludables en la adolescencia, ¡cuánta tarea para tratar en algo más de una hora!.

¿Por dónde empezar?, lo primero que me sale es decirles que perdamos el miedo a la adolescencia, ¡qué mala prensa tiene!, no de ahora, desde siempre. Nosotros, ahora padres, hemos pasado por ella y para muchos de vosotros, no hace tanto tiempo. De acuerdo en que han cambiado muchas cosas, sociales y familiares, pero no olvidemos que estamos hablando de algo vivido y sabemos, además, que termina llegando la madurez y reconocemos los valores familiares.

Dicho ésto, no puedo entrar a hablar de hábitos saludables saltándome lo primero: el amor a la vida. Sí, inculcarles el amor a la vida. Y me explico: tengo que detenerme en las causas de mortalidad de nuestros jóvenes, porque la primera causa son los accidentes, ahí están las estadísticas: el 61% de los niños de entre 10 y 19 años que mueren, fallecen a consecuencia de una lesión no intencionada, la inmensa mayoría por accidentes de tráfico, seguida a mucha distancia por ahogamientos. Es una de las tasas de mortalidad más altas de Europa. Pero hay otro dato importante: mientras la tasa de mortalidad en los menores de 10 años ha caído en casi un 90%, por el efecto de las vacunaciones y tratamientos contra las enfermedades infecciosas, hay un aumento de mortalidad en los adolescentes: accidentes, suicidios y violencia. Estos datos de la Organización Mundial de la Salud deben obligar a los países a diseñar estrategias, políticas de salud que frenen estas tres causas de mortalidad prevenible.

Y a nosotros, como padres, ¿qué nos toca?, pues mucho, porque somos la pieza clave en la prevención de conductas de riesgo, es una labor nuestra hablarles de la vida, dotarles de valores, principios éticos y morales, tolerancia, solidaridad… y también dotarles de responsabilidad y autoprotección porque, a partir de una determinada edad, dependerá de ellos que se pongan el casco de la moto o bici, que usen cinturón de seguridad, que se suban a un coche con un conductor bebido, que eviten situaciones de violencia… sí, inculcarles el amor a la vida, lo más preciado que tenemos.

Ahora podemos seguir hablando de hábitos saludables que, como en otros aspectos educativos, es necesario “currarnos” desde antes, podríamos decir que desde el nacimiento, pero es a lo largo de la etapa escolar cuando se van consolidando los hábitos.

Tras un recorrido hablando de alimentación, de la necesidad de llegar a esta etapa sin “malos rollos” con la comida, de mantener horarios y poner en la mesa una dieta mediterránea, que ellos se saltarán en su vida social comiendo en hamburgueserías pero sabiendo que el día a día está en casa, hablamos de deporte, de tiempo libre y la “obligación” de divertirse, del consumo de alcohol y otras drogas que están ahí, en su espacio “finde”, y que, nos guste o no, han de aprender a convivir con esa forma de diversión, reconociendo sus límites y sin riesgos sobreañadidos. Hablamos de sexualidad, de aprovechar cualquier situación que se nos presente para entrar en tema con nuestros hijos, no es sólo darles información y que sepan a qué se exponen en unas relaciones sexuales improvisadas, una educación en salud sexual se basa en la autoestima, el respeto, en valores, en la adquisición de habilidades de comunicación y negociación… en fin, terminamos hablando de nuevas tecnologías y es que aunque nuestros adolescentes sean “nativos digitales”, no podemos dejar que sean “huérfanos digitales”, debemos estar ahí. Como véis mucha tarea para una tarde.