Mi hij@ va a la escuela infantil (cont.)

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El primer año que el niño asiste a la escuela infantil presentará un número variable de infecciones (generalmente más de 8 ) pero la impresión de los padres y de los pediatras es que sumará un proceso tras otro a lo largo de ese primer otoño-invierno que acude a la escuela.
Es lógica por tanto la preocupación de los padres e incluso se plantean si tantas infecciones son el inicio de una enfermedad crónica o que puedan ser la manifestación de una alteración de su sistema de defensas… pero en realidad es la expresión del proceso normal de maduración del sistema inmunológico.
La mayoría de las infecciones serán catarros de vías altas, una media de 8-10 al año y dado que durante algunos meses del año estas infecciones están prácticamente ausentes, la incidencia se acerca a dos cuadros por mes. A esto hay que añadirle la duración de los mismos: unos 7 días, aunque la tos y el moco pueden persistir unos días más. Como el periodo de incubación del resfriado común es corto, sólo 2-4 días, si terminando el proceso está en contacto con otra fuente de infección (otro niño con otro virus) es probable que el final de su catarro se solape con el inicio del siguiente. El intervalo libre de enfermedad es, en estas condiciones, difícil de apreciar.
Suelo decirles a los padres que observen si cuando ya va estando mejor del catarro (aunque todavía tenga moco y tos) inicia estornudos, ojos llorosos, moco “como agua”, transparente, está más molesto y a veces también con fiebre…es el inicio de un nuevo proceso y por tanto empezamos a contar de nuevo los días de evolución de este catarro: otros 7-10 días.
Dejo pendiente hablar extensamente del catarro, causa de tantas consultas en nuestros centros de salud y en los servicios de urgencias.
Pero otras infecciones también son más frecuentes en los niños que asisten a la escuela infantil, por ejemplo existe una asociación clara entre la asistencia a guarderías y el riesgo de presentar otitis media aguda. Ese riesgo es asumible en niños previamente sanos y sin problemas asociados a nivel otológico (otitis previas o hipoacusia); pero en el caso de niños con complicaciones de oído, con convulsiones febriles o problemas cardiorrespiratorios el riesgo puede tener cierta repercusión y condicionar la decisión familiar.

Isabel Rubio