No sé si porque inicio este camino, que es como salir al mundo, o porque después de muchos años volvemos a criar en la familia, que quiero dedicar mi primera entrada a hablar del nacimiento del hijo o de la hija, a sus primeras semanas de vida.
Ha nacido, vemos su cara, su cuerpo, pero tiene ya muchos meses de vida, ha recorrido un largo y complejo camino biológico, de cambios incesantes y ha pasado por la experiencia más importante y traumática de toda su vida: el parto.
Y mientras la gestación ha ido avanzando otros cambios se han estado produciendo en el mundo exterior que le espera, expectativas de cómo será, temores, ilusiones…preparamos su espacio físico en la casa, su ropa, su cuna… y también le hemos dado un espacio en nosotros.
Con el nacimiento su presencia es por fin concreta y ahora se iniciarán otra serie de cambios en la pareja, si es un primer hijo y en todos los miembros si es que se amplía la familia.
Pero miremos al niño, ¿qué necesidades tiene en estas primeras semanas de adaptación al mundo?. Nacemos en total dependencia y tendremos que cubrir sus necesidades básicas: alimentarle, limpiarle, cuidar de su seguridad…¡es obvio!, pero si le alimentamos cuando pide, si atendemos su llanto, si lo tenemos en contacto piel con piel, si nuestros cuidados son con amor, si mantenemos un clima confortable, cálido, se sentirá protegido, aprenderá a confiar en nosotros, a confiar en el mundo, estará construyendo la base de toda seguridad futura, una base sólida para crecer.
Isabel Rubio.