Ayer se publicaba en el suplemento de Salud este artículo, colaboración quincenal con el periódico Información.
Cada consulta es distinta, porque distinto es el niño o la niña y diferentes las familias. Sin embargo el motivo de consulta, los diagnósticos y las recomendaciones que doy son a menudo muy similares.
En este inicio de curso son muchas consultas por las primeras fiebres, los primeros catarros, las primeras diarreas… en lactantes y niños de corta edad que han iniciado su escolarización.
Si es un primer hijo la ansiedad de los padres es mayor y surge la pregunta “¿vamos a estar así todo el año?”.
Pues sí. Pero vayamos por partes.
Por un lado a estas edades su sistema inmunitario, de defensa frente a los gérmenes, es inmaduro. Son por tanto más vulnerables a las infecciones. Ha nacido con las defensas que su madre le ha transferido durante la gestación, defensas que a lo largo de los primeros meses irá perdiendo. Y mientras van disminuyendo las que ha recibido de la madre su sistema inmunitario va madurando.
Por otro lado, por el contacto estrecho entre ellos en la escuela se facilita la transmisión de enfermedades infecciosas. En su primer año de escolarización van a sufrir el “bombardeo” de gran cantidad de gérmenes, en su mayoría virus. Afortunadamente la gran mayoría de estas enfermedades serán procesos banales, sobre todo catarros de vías altas.
Mocos y tos forman por tanto parte de la escolarización, como a mí me gusta llamar, de su salida al mundo. Deja el ambiente familiar en el que ha estado más protegido y se pone en contacto con muchos niños, niñas y adultos.
Los catarros se transmiten por las gotas que expulsamos con la tos, los estornudos, con los mocos… en un aula por mucha higiene que haya, por mucho lavado de manos que hagamos es muy difícil controlar que no se produzca la transmisión de los virus. Se tocan, se besan, comparten juguetes, los chupan…Además la escolarización coincide con la época del año en la que hay más virus, el otoño-invierno.
Son más de 200 virus los que provocan los catarros, sobre todo serán rinovirus. En los meses de invierno pueden ser hasta dos procesos catarrales al mes. A esto hay que añadirle la duración de los mismos: unos 7-10 días a estas edades. Como el periodo de incubación del resfriado común es corto, sólo 2-4 días, si terminando el proceso entra en contacto con otra fuente de infección, otro niño con otro virus, es probable que el final de su catarro se solape con el inicio del siguiente. El intervalo libre de enfermedad es, en estas condiciones, difícil de apreciar.
Suelo decir que observéis si cuando ya va estando mejor del catarro, aunque todavía tenga moco y tos, inicia estornudos, ojos llorosos, moco “como agua”, transparente, está más molesto y a veces también con fiebre… es el inicio de un nuevo proceso y por tanto empezamos a contar de nuevo los días de evolución de este nuevo catarro: otros 7-10 días.
Entiendo y es lógica vuestra preocupación cuando planteáis si tantas infecciones son el inicio de una enfermedad crónica o puedan ser la manifestación de una alteración de su sistema de defensas. Pero no lo es. En realidad es la expresión del proceso normal de maduración del sistema inmunológico.
Como sabéis los catarros se curan solos. Aliviarle los síntomas para que los vaya pasando lo mejor posible. Utilizar paracetamol o ibuprofeno con sentido común, si tiene fiebre o está molesto. Hacerle lavados nasales, limpiar mocos y aliviar la tos ofreciendo líquidos.
Así que mucha paciencia y mirad a los catarros con otros ojos: vuestro hijo o hija se está inmunizando.