Actualmente vivimos lo que denominamos fiebrefobia, es decir, una “necesidad” de combatir la fiebre a toda costa; pero es necesario recordar que la fiebre ejerce un efecto beneficioso en el niño, pues aumenta la respuesta de sus defensas frente a la infección. Bloquear esta respuesta del organismo puede prolongar el curso de las infecciones víricas.
Frente a la actual “fiebrefobia” es necesario recalcar:
La fiebre es una respuesta defensiva, beneficiosa para el organismo.
Las infecciones de los niños son, en general, de carácter leve.
Las convulsiones febriles sólo afectan a un 5% de los niños entre 6 meses y 4 años de edad.
Se debe administrar un antitérmico, paracetamol o ibuprofeno, a las dosis correctas cuando la fiebre es sintomática (es decir, si el estado general del niño está afectado por la fiebre) o si ha presentado anteriormente convulsiones febriles. Si el niño está febril pero come, bebe bien y está contento, el antitérmico no le aportará beneficios.
La fiebre, “per se”, no es una urgencia médica, salvo que afecte a un niño menor de 3 meses.
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