Hoy en la colaboración en el Suplemento se Salud del periódico Información publico el siguiente artículo:
Me ha invitado la Asociación de Padres y Madres de un Instituto de Enseñanza Secundaria para hablar de hábitos saludables en la adolescencia, ¡cuánta tarea para tratar en algo más de una hora!.
¿Por dónde empezar?, lo primero que me sale es decirles que perdamos el miedo a la adolescencia, ¡qué mala prensa tiene!, no de ahora, desde siempre. Nosotros, ahora padres, hemos pasado por ella y para muchos de vosotros, no hace tanto tiempo. De acuerdo en que han cambiado muchas cosas, sociales y familiares, pero no olvidemos que estamos hablando de algo vivido y sabemos, además, que termina llegando la madurez y reconocemos los valores familiares.
Dicho ésto, no puedo entrar a hablar de hábitos saludables saltándome lo primero: el amor a la vida. Sí, inculcarles el amor a la vida. Y me explico: tengo que detenerme en las causas de mortalidad de nuestros jóvenes, porque la primera causa son los accidentes, ahí están las estadísticas: el 61% de los niños de entre 10 y 19 años que mueren, fallecen a consecuencia de una lesión no intencionada, la inmensa mayoría por accidentes de tráfico, seguida a mucha distancia por ahogamientos. Es una de las tasas de mortalidad más altas de Europa. Pero hay otro dato importante: mientras la tasa de mortalidad en los menores de 10 años ha caído en casi un 90%, por el efecto de las vacunaciones y tratamientos contra las enfermedades infecciosas, hay un aumento de mortalidad en los adolescentes: accidentes, suicidios y violencia. Estos datos de la Organización Mundial de la Salud deben obligar a los países a diseñar estrategias, políticas de salud que frenen estas tres causas de mortalidad prevenible.
Y a nosotros, como padres, ¿qué nos toca?, pues mucho, porque somos la pieza clave en la prevención de conductas de riesgo, es una labor nuestra hablarles de la vida, dotarles de valores, principios éticos y morales, tolerancia, solidaridad… y también dotarles de responsabilidad y autoprotección porque, a partir de una determinada edad, dependerá de ellos que se pongan el casco de la moto o bici, que usen cinturón de seguridad, que se suban a un coche con un conductor bebido, que eviten situaciones de violencia… sí, inculcarles el amor a la vida, lo más preciado que tenemos.
Ahora podemos seguir hablando de hábitos saludables que, como en otros aspectos educativos, es necesario “currarnos” desde antes, podríamos decir que desde el nacimiento, pero es a lo largo de la etapa escolar cuando se van consolidando los hábitos.
Tras un recorrido hablando de alimentación, de la necesidad de llegar a esta etapa sin “malos rollos” con la comida, de mantener horarios y poner en la mesa una dieta mediterránea, que ellos se saltarán en su vida social comiendo en hamburgueserías pero sabiendo que el día a día está en casa, hablamos de deporte, de tiempo libre y la “obligación” de divertirse, del consumo de alcohol y otras drogas que están ahí, en su espacio “finde”, y que, nos guste o no, han de aprender a convivir con esa forma de diversión, reconociendo sus límites y sin riesgos sobreañadidos. Hablamos de sexualidad, de aprovechar cualquier situación que se nos presente para entrar en tema con nuestros hijos, no es sólo darles información y que sepan a qué se exponen en unas relaciones sexuales improvisadas, una educación en salud sexual se basa en la autoestima, el respeto, en valores, en la adquisición de habilidades de comunicación y negociación… en fin, terminamos hablando de nuevas tecnologías y es que aunque nuestros adolescentes sean “nativos digitales”, no podemos dejar que sean “huérfanos digitales”, debemos estar ahí. Como véis mucha tarea para una tarde.