Una lección imprescindible en el manual de ser padres y madres: la fiebre

Hoy en el periódico  Información publico este artículo

Con la vuelta al cole empezaron los primeros catarros y los más pequeños no soltarán los estornudos, mocos y toses hasta el verano que viene. No exagero. Queda inaugurada la temporada otoño-invierno.

A lo largo de los próximos meses, los padres hacéis un curso intensivo de enfermedades infecciosas. Pues bien, la primera lección es el manejo de la fiebre, porque es una situación que vais a vivir con frecuencia.

Hay que entender las infecciones en los primeros años de vida como un proceso de adaptación; de alguna manera el bombardeo de gérmenes, sobre todo virus, al que se someten los niños y niñas, ponen en marcha una serie de reacciones en el organismo para luchar contra ellos y se van así inmunizando. Una de estas reacciones es la fiebre, cuyo objetivo es potenciar las defensas naturales y luchar contra la infección, éste es el primer mensaje que debemos recordar. La fiebre no es el enemigo a combatir, es un aliado que impide la proliferación de bacterias, lo que se denomina efecto bacteriostático y estimula y hace más eficiente la respuesta inmune, sí, ya se que estaréis pensando que todo esto muy bien, pero la fiebre conlleva malestar, cefalea, escalofríos… aunque no en todos los niños y en todos los procesos, a veces están saltando y corriendo con 39º y otras veces con apenas febrícula están molestos, aquí está la cuestión, que trataremos el malestar si lo hay, más que la cifra que marca el termómetro.

La fiebre no es más que el aumento de la temperatura corporal, un aumento que nos alerta de que algo está pasando, habitualmente que una infección se inicia y la mayoría de las veces se tratará de una infección vírica aguda, de curso benigno.
Otro mensaje a recordar es que la cifra más o menos alta que marca el termómetro no es necesariamente proporcional a la gravedad de su causa. Hay infecciones graves que cursan con “décimas de fiebre” y catarros con fiebre de 40º. Lo importante no es la fiebre en sí, sino la causa de la fiebre. Por tanto atentos a esos otros síntomas que presente vuestro hijo o hija que orienten al proceso infeccioso que hay detrás de la fiebre.

¿Y cuándo hablamos de fiebre?, se acepta como normal una temperatura rectal de hasta 37,5 ºC y axilar hasta 37ºC.
Por encima de esta temperatura hablamos de febrícula, si el aumento es de unas décimas, o simplemente de fiebre a partir de 38º C axilar.

Ahora viene la siguiente pregunta, ¿qué termómetro compro?. En los últimos años han aparecido en el mercado termómetros por infrarrojos de alta precisión, para frente, oído o a distancia, son caros pero la medición es rápida y fiable. Sigue estando el termómetro de cristal “de toda la vida”, que no contiene mercurio porque está prohibido, contiene una mezcla de otros metales, galinstan, totalmente inocuo y son muy fiables, pero tienen el inconveniente del tiempo de toma de temperatura, en axila de 3 a 5 minutos. El termómetro digital es otra buena una opción, por su fiabilidad y la posibilidad de tomar temperaturas en boca (a partir de los 4 años) recto (en los lactantes) o axila (en todas las edades) y para mí su único inconveniente es que funciona con pilas. Otras opciones de toma de temperatura no las enumero por su poca fiabilidad.

Vivimos una época de fiebre-fobia, una necesidad de combatir la fiebre a toda costa, como si mantener al niño sin fiebre fuera el objetivo y significara que ya se ha curado. Recordad este otro mensaje: tratar la fiebre con más o menos empeño no variará la evolución de la enfermedad ni sus posibles complicaciones.
Nuestro objetivo es acompañar al niño o a la niña durante el tiempo que dura su proceso infeccioso, vigilantes, tratando la fiebre si causa malestar, pero esto requiere otro artículo, una segunda parte, en la que hablaremos de antitérmicos, cuando y cómo usarlos.

Fiebre-fobia: combatámosla con información

El pasado sábado publicaba en el periódico Información este artículo:

Hace unos días leía en una revista de Pediatría, Acta Pediátrica, un estudio en el que se analizaban los datos de una encuesta realizada a trabajadores de cuatro hospitales públicos de la Comunidad de Madrid, sobre el grado de conocimiento de la fiebre en niños.
Los encuestados fueron un 30% médicos, 25% enfermeros y porcentajes menores de auxiliares de enfermería, celadores, administrativos, etc. De todos ellos un 60 % tenían hijos. Resulta curioso, aunque hay diferencias entre sanitarios y no sanitarios y entre aquellos que tienen hijos y los que no los tienen, que un 83% crean que deben usarse las medidas físicas para bajar la temperatura cuando hace ya años que no se recomienda, así como que un 60% piense que el tratamiento precoz prevenga la convulsión febril, cosa que no es cierta, o que más de la mitad de los encuestados considere que siempre se deba bajar la fiebre aunque el niño esté contento y feliz. Sí hay unanimidad, un 86%, en que existe un miedo excesivo a la fiebre por parte de padres y abuelos.

El término fiebrefobia empezó a usarse en el lenguaje pediátrico hace casi cuarenta años para referirse al miedo injustificado que sienten padres o madres ante la fiebre de sus hijos e hijas, es la “necesidad” de combatir la fiebre a toda costa.
Poco hemos avanzado en estos años puesto que seguimos viendo ese temor a la fiebre que hace que se consulte urgentemente por la cifra que marca el termómetro sin tener en cuenta el estado general del niño. Y esta labor de información, de educación sanitaria a los padres no debemos de estar haciéndola bien pues seguimos igual.

Suelo decirle a padres y madres que la fiebre ejerce un efecto beneficioso en el niño, pues aumenta la respuesta de sus defensas frente a la infección, sea vírica o bacteriana y que tratar la fiebre con más o menos empeño no varía la evolución de la enfermedad ni de sus posibles complicaciones. Insisto en que deben mirar más al niño o a la niña, a su estado general, que la cifra que marca el termómetro y será el estado general y no la cifra, lo que les debe hacer consultar de urgencia. También les digo que deben tener en cuenta qué infección hay detrás de la fiebre, si ya está diagnosticado y es una faringoamigdalitis o un cuadro catarral por ejemplo, tranquilidad y toca acompañar al niño en su proceso infeccioso, vigilando cambios que obligarían a una nueva consulta.

Frente a la fiebrefobia es necesario recalcar:

La fiebre es una respuesta defensiva, estimula la respuesta inmune y la hace más eficiente a temperaturas entre 37 y 40ºC, por tanto beneficiosa para el organismo.

Las infecciones de los niños son, en general, de carácter leve.

Las convulsiones febriles sólo afectan a un 4% de los niños entre 6 meses y 5 años de edad.

Se debe administrar un antitérmico, paracetamol o ibuprofeno, a las dosis correctas cuando la fiebre es sintomática (es decir, si el estado general del niño está afectado por la fiebre) o si ha presentado anteriormente convulsiones febriles. Si el niño está febril pero come, bebe bien y está contento, el antitérmico no le aportará beneficios.

La fiebre, por sí misma, no es una urgencia médica, salvo que afecte a un lactante menor de 3 meses.

Recomiendo leer el Decálogo de la fiebre de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap). Seguiremos hablando de la fiebre, motivo de consulta tan frecuente en estos días.

Aprendiendo las dosis de los antitérmicos

A menudo en la consulta me preguntáis cómo calcular las dosis del paracetamol e ibuprofeno, los antitérmicos que más usamos.
Pues bien, veamos cómo hacerlo con una sencilla regla:
Paracetamol:
La dosis: 10-15 mg/kg/dosis (no sobrepasar los 60 mg/kg/día)
Aconsejo usar siempre la misma presentación, es decir, en el caso del paracetamol la de gotas (30 ml) o la solución de 60 o 90 ml pues la concentración es la misma: 1ml= 100 mg.
10 mg/kg/dosis = peso/10 = dosis a administrar en cc
Un ejemplo: tu hijo pesa 15 kg: 15/10= 1.5 cc de paracetamol (ojo! siempre que uses las presentaciones que he dicho, pues en otras puede ser distinta). A partir de 6 meses se puede repetir cada 4-6 u 8 horas.
Ibuprofeno:
La dosis:10 mg/kg/dosis (no sobrepasar los 30-40 mg/kg/día)
Y volvemos a lo mismo, usar siempre la misma presentación porque varía la concentración del producto, y así tenemos ibuprofeno al 2% y al 4%: en el ibuprofeno 2% 5ml=100 mg y en el ibuprofeno al 4% 5ml=200 mg.
10 mg/kg/dosis = peso/2 = dosis a administrar en cc de ibuprofeno al 2%.
10 mg/kg/dosis = peso/4 = dosis a administrar en cc de ibuprofeno al 4%
Un ejemplo: tu hijo pesa 20 kg: 20/2= 10 cc de ibuprofeno al 2% o 20/4= 5cc de ibuprofeno al 4%.
Y ahora lo complico un poco más: la dosis que hemos calculado de ibuprofeno es la que uso como dosis máxima, porque habitualmente con la regla de peso/3 = cc de ibuprofeno al 2% suele ser suficiente. Sólo en caso de fiebre alta difícil de controlar o dolor importante, otalgia, odontalgia…uso la “dosis correcta”: peso/2 = cc de ibuprofeno al 2%. Recordad que si estamos usando el ibuprofeno al 4% será siempre la mitad.
Y para terminar: ADIESTRAROS EN CALCULAR LAS DOSIS Y SUPERVISARLAS CON VUESTRO PEDIATRA Y USAR SIEMPRE LOS MISMOS FÁRMACOS CON LAS MISMAS CONCENTRACIONES PARA EVITAR EQUIVOCACIONES.

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Fiebrefobia y vacunas

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Durante años hemos sido los pediatras los que hemos recomendado antitérmicos a los niños que eran vacunados. Tratábamos así de evitarles el malestar o la posible fiebre que, como efecto secundario, podían provocarles la administración de las vacunas.
Tras estudios, ya publicados, se ha comprobado que los niños que recibieron antitérmicos desarrollaron una menor respuesta protectora a la vacuna.
Por tanto la recomendación actual es la de interferir lo menos posible en ese proceso que es la vacunación:
No dar antitérmicos “profilácticos” a los niños cuando «les toque» la vacuna.
Usar los antitérmicos con sentido común, sólo si la fiebre le provoca malestar al niño.

Aprovecho para exponer el Calendario de Vacunaciones que propone la Asociación Española de Pediatría.

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Fiebrefobia

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Actualmente vivimos lo que denominamos fiebrefobia, es decir, una “necesidad” de combatir la fiebre a toda costa; pero es necesario recordar que la fiebre ejerce un efecto beneficioso en el niño, pues aumenta la respuesta de sus defensas frente a la infección. Bloquear esta respuesta del organismo puede prolongar el curso de las infecciones víricas.
Frente a la actual “fiebrefobia” es necesario recalcar:
La fiebre es una respuesta defensiva, beneficiosa para el organismo.
Las infecciones de los niños son, en general, de carácter leve.
Las convulsiones febriles sólo afectan a un 5% de los niños entre 6 meses y 4 años de edad.
Se debe administrar un antitérmico, paracetamol o ibuprofeno, a las dosis correctas cuando la fiebre es sintomática (es decir, si el estado general del niño está afectado por la fiebre) o si ha presentado anteriormente convulsiones febriles. Si el niño está febril pero come, bebe bien y está contento, el antitérmico no le aportará beneficios.
La fiebre, “per se”, no es una urgencia médica, salvo que afecte a un niño menor de 3 meses.

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Fiebre y niños (segunda parte)

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Medidas para controlar la fiebre:
No abrigar al niño, suprimir edredones y mantas.
El niño febril tiene poco apetito, no forzarle a comer; lo importante es darle líquidos. Si vomita ofrecer agua u otros líquidos (según la edad) en pequeñas tomas.
No todos los niños con fiebre requieren un tratamiento antitérmico. Si un niño con fiebre parece encontrarse cómodo, contento y esta comiendo y jugando bien, un antitérmico le proporcionará poca mejoría.

Por encima de 38,5º C rectal o 38ºC axilar se puede administrar:
Paracetamol es uno de los antitérmicos más utilizado. Se dosifica de 10-15 mg/kg/dosis oral, cada 4- 6 horas. Dosis máxima 40-60 mg/kg/día.
En menores de 6 meses el intervalo entre dosis debe ser cada 6-8 horas.
Se debe usar la vía oral, de absorción más segura. Si la vía oral no es posible usar la vía rectal, de peor absorción, que obliga a doblar la dosis con los mismos intervalos.
Ibuprofeno 10 mg/kg/dosis oral, cada 8 horas. Dosis máxima 30-40 mg/kg/día.
También debes saber que los antitérmicos son también analgésicos y el ibuprofeno además es antiinflamatorio.

¿Y los medios físicos?, ¿cuando los usamos?:
El dejarle con poca ropa y ofrecer líquidos ya lo he mencionado.
En cuanto al baño (pues la toallita mojada en la frente o similar no baja la temperatura) se debe realizar cuando lo veamos oportuno, con sentido común, pero sobre todo lo aconsejo si tras una hora de haber administrado un antitérmico, a las dosis correctas, el niño sigue con fiebre alta.
El baño se realizará con agua templada, de manera que será el niño “el que vaya calentando el agua”; nunca con agua fría. Si el niño está cómodo puede durar unos 15-20 minutos.
Si es necesario, en el intervalo entre las tomas de antitérmico, lo bañaremos una o dos veces y de este modo “esperaremos” hasta que llegue la hora de darle de nuevo paracetamol o ibuprofeno.

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