Publicado hoy en el periódico Información
Esta semana se palpaba el desánimo al no pasar parte de la Comunidad Valenciana a la Fase 1 de la desescalada. Pero muy probablemente los Departamentos que seguimos en Fase 0 el próximo lunes pasaremos a la Fase 1 con algún matiz. Lo haremos si cumplimos los requisitos que se piden, que deben ser claros, para evitar situaciones como la que se ha dado.
Hay muchas ganas de “normalidad”, creemos que al avanzar a otra fase iremos dejando atrás esta pesadilla y todos tenemos prisa por pasar. Pero una cosa es nuestro deseo y otra la realidad.
Leía recientemente un artículo de David Barbas García «La peligrosidad del descenso”, en el que comparaba el descenso de las grandes cimas con la desescalada de la que hablamos. En las prisas por bajar de los 8000 m. lo antes posible muchos alpinistas se dejan la vida. Nuestro sistema sanitario también está exhausto tras el esfuerzo de esta escalada y no podemos permitirnos «perder la concentración en el descenso».
Pasaremos de fase…¿y ahora qué?. Pues para mí, como para tantos sanitarios, implica preocupación porque creemos que no se está concienciando lo suficiente a la población acerca de la realidad. No estamos haciendo una labor pedagógica, educativa, de que el virus está entre nosotros y la mayoría de la población no ha sido infectada. Los datos preliminares del estudio de seroprevalencia (es decir, de la población que ha pasado la infección por el virus aunque no se haya enterado) dan una cifra de menos del 3%, es decir que un 97% de los alicantinos no nos hemos contagiado todavía, somos susceptibles de hacerlo. Y para esa pequeña población que lo ha pasado llevamos muchos muertos. Queda mucho camino por recorrer todavía.
Pasar de fase no es olvidarnos de la realidad. Hay que salir del confinamiento por salud física y mental, por la economía, porque el país tiene que volver a funcionar, pero la convivencia con el virus permanece.
Debemos ser muy claros en transmitir a la población mensajes de prudencia, recomendar escasa vida social, evitar lugares concurridos, seguir manteniendo distancia de seguridad, llevar mascarillas cuando salimos de casa aunque no sean obligatorias más que en los transportes públicos, llevarlas cuando hacemos deporte, cuando corremos por la ciudad. Insistir en la higiene personal, de la ropa y los zapatos al llegar a casa y por supuesto la importancia del lavado de manos frecuente. Como veis no hablo de guantes. Sí a su uso a la hora de comprar, por higiene de los alimentos como siempre, al igual que es recomendable la higiene de los productos que metemos en nuestro hogar. Necesitamos campañas de educación sanitaria ahora que pasamos a la fase 1, campañas institucionales.
En un debate sobre COVID-19 en Tele Elx, el Dr. José Maciá pedía campañas similares a las de Tráfico, en las que se resalte que tu imprudencia, al no llevar mascarilla o hacer botellón, tiene consecuencias. Estoy de acuerdo. Como lo estoy en el uso de la mascarilla. Sé que no es obligatoria, pero es necesaria que la llevemos todos en los espacios públicos:
* para protegerme
* por solidaridad para proteger a los demás, a los mayores, a las personas con factores de riesgo, también a los niños con enfermedades crónicas u oncológicas.
* por generosidad al poner un grano de arena en la protección a los sanitarios que van a atender a los enfermos y que están arriesgando su vida. Ahí están las cifras de muertos.
Todos hacemos barrera si la llevamos, evitamos que el virus circule. Llegará el calor y será incómoda pero necesitamos hacerlo. También los niños, es cuestión de educarlos en estos nuevos hábitos y un niño o una niña de 3-4 años perfectamente lo entenderá y si somos su ejemplo la llevará. Siempre con una explicación acorde a su edad, sin dramatismos ni miedos.
Debemos incorporar coger la mascarilla al salir de casa como un hábito más.
Es importante que sepáis que si me encuentro con un amigo, siendo yo portador, y ambos vamos sin mascarilla, el riesgo de contagiarle es del 90 %. Si mi amigo sano lleva mascarilla y yo no, el riesgo baja a un 70%. Si la llevo yo que soy la portadora y mi amigo sano no la lleva el riesgo de contagiarle es del 5% y si ambos la llevamos puesta el riesgo baja al 1.5%.
Y digo todo ésto precisamente porque deseo que sigamos un camino de no retorno, porque creo que sólo si somos conscientes de la situación pararemos la pandemia, porque tenemos que hacerlo juntos.
Volver a la calle, como dice mi amiga Eva Bach, se conjuga con verbos como respetar, explicar, ilusionar, planificar, cuidarnos y cuidar… y como volver a la calle es una fiesta, salgamos, disfrutemos del aire libre, del encuentro con los otros pero seamos prudentes.