Publicado hoy en el diario Información
En estos tiempos que nos toca vivir, oigo quejas de falta de motivación en niños, niñas y adolescentes, como si esta nube que enturbia nuestro día a día, que todos respiramos y que impregna de un cierto tedio lo cotidiano, provocara en ellos y en ellas desmotivación, apatía. Quizás en cada franja de edad esté provocando síntomas diferentes, pues en nuestros mayores parece predominar la depresión o la tristeza.
Según la Real Academia de la Lengua “Motivar” es “influir en el ánimo de alguien para que proceda de un determinado modo”, “estimular a alguien o despertar su interés”.
Padres y madres tenemos la obligación de motivar a nuestros hijos e hijas. El futuro, su futuro, está ahí, a la vuelta de la esquina y lo han de construir. Ahora toca poner más ahínco frente a la adversidad, fomentar su fortaleza interna.
Educa “la tribu”, pues también debe motivar «la tribu», aunque recaiga fundamentalmente en padres, madres e instituciones educativas y habrá que poner los medios necesarios para que nadie se quede atrás.
La motivación es el motor para que den lo mejor de sí mismos, para que aprendan y disfruten del proceso de aprendizaje. Pero necesitan a un adulto al lado (padre, madre, maestra…) que le contagie entusiasmo por aprender, por investigar, por explorar el mundo que le rodea, que se sorprenda con el hallazgo de algo nuevo, que se formule preguntas, que llegue a respuestas.
Y no hablo de motivar para que cumplan nuestras expectativas, las que no hemos desarrollado y nos quedaron pendientes. Porque a veces ocurre que inconscientemente las depositamos en ellos y ellas; tampoco las que les teníamos pensadas.
Hablo de motivar a los niños y niñas, a los adolescentes, a querer aprender, pero hablo sobre todo de motivar para la vida, para que la tomen. Para hacerlos conscientes de aquello que le interesa, le gusta, con lo que disfruta, lo que le apasiona, lo que se le da bien, en definitiva de “su talento” y a partir de ahí que sueñe, que se ilusione, que cree su futuro.
Tenemos que volver a estar en contacto estrecho con la escuela, con el instituto, porque nos ofrece otra mirada a nuestro hijo o hija que complementa la nuestra y que también debe hacer su parte de la tarea.
Niños, niñas y adolescentes nos han dado una lección en estos meses de pandemia. Los tenemos arrinconados, con la boca tapada, obligados a no tocarse, poco mirados y no tenidos en cuenta… y han sido capaces de adoptar las medidas sin rechistar, sin una queja. ¡Qué lección nos están dando a todos!.
Y aunque motivar es un verbo que se conjuga cada día, que ha de ser la melodía imperceptible que les empuje, os animo a ofrecerles el regalo de un “chute” de energía, que bien se lo merecen.
Vayamos a pasear, a la playa, a la sierra….hay mucha actividad que ofrecerles. Salgamos a la calle con seguridad, con ganas. Hablemos, riamos, compartamos juegos y disfrutemos de estar juntos. Que vean en nuestras sonrisas optimismo y esperanza.