¿Se pueden prevenir las infecciones?

Veo en estos días de la vuelta al cole, entre anuncios de ropa y material escolar, la publicidad de nuevos jarabes que ofrecen a los padres protección para sus hijos frente a las infecciones. Estos productos que entran al mercado ahora también ofrecen, “estimulando las defensas”, remedio frente a las alergias, así, en general y en un quién da más, también mejora el descanso nocturno. Se incorporan a la larga lista de productos que, sin estudios que avalen su eficacia, con diseños llamativos, a menudo con dibujos de animales (¿porqué será?) y con buenas campañas publicitarias lanzadas en fechas estratégicas, como es el inicio del curso en este caso, buscan su cuota de mercado ante la ansiedad que generará en los padres las infecciones de repetición.

En las próximas semanas nuestras consultas se empezarán a llenar de niños con los primeros catarros, sobre todo los que han empezado guarderías y escuelas infantiles y a lo largo de los meses siguientes vendrán una y otra vez. Surgirán las mismas preguntas: “¿vamos a estar todo el invierno así?, ¿qué podemos hacer para que no se ponga “malo” nuestro hijo?”.
Suelo responderles que su hijo ha iniciado la escolarización a una edad temprana y sabemos que pasará un mayor número de enfermedades infecciosas que los niños, de edad similar, que están en casa; aunque el cómputo global de infecciones que pasará en la infancia es similar en todos. Se tratará de infecciones respiratorias concentradas en el primer año, en general procesos víricos autolimitados.

En cuanto a si se pueden prevenir las infecciones, partimos de que los niños pequeños son más vulnerables a ellas dado que su sistema inmunitario (de defensa frente a los gérmenes) es inmaduro y además por el contacto estrecho con otros niños de la misma edad se facilita la transmisión de enfermedades infecciosas. El niño en su primer año de escolarización va a sufrir el “bombardeo” de gran cantidad de gérmenes (en su mayoría virus) pero la mayoría de estas enfermedades serán procesos banales, sobre todo catarros. 
El niño debe acudir con la mayor protección posible: bien nutrido y correctamente vacunado, éstas son sus mejores armas. También es importante el descanso nocturno, horas de sueño reparador que aumentarán sus defensas. No hay medicación, a día de hoy avalada científicamente, que lo proteja.
 En cuanto a la guardería o a la escuela infantil, debemos exigir unas correctas normas de higiene, espacios adecuados, no masificados, con condiciones ambientales apropiadas y que todos respeten las normas del cole, por tanto no enviar a los niños si están enfermos; ya sé que es difícil, pero no debe acudir a la guardería si está malito, sobre todo por respeto a él, para que tenga los cuidados que precisa en casa y evitar el contagio a los compañeros.

Entiendo la preocupación que genera en los padres verle con fiebre, tosiendo…pero al igual que la escuela es su salida al mundo, dejar el ámbito familiar e iniciar un camino de socialización, también las infecciones que va a ir pasando son su adaptación al medio, ese “bombardeo” de virus que, como decía, está teniendo el niño, suponen una respuesta por parte de su organismo que activará sus defensas frente a ellos.

A todos nos gustaría proteger a nuestros hijos, no sólo frente a las infecciones de las que no se librará, sino frente a los “peligros” que la vida conlleva, pero nuestro papel como padres y madres es el de acompañarles, protegiéndolos en los primeros años y progresivamente facilitando la autonomía y la confianza en sí mismos.

Mi hij@ va a la escuela infantil (cont.)

escuela
El primer año que el niño asiste a la escuela infantil presentará un número variable de infecciones (generalmente más de 8 ) pero la impresión de los padres y de los pediatras es que sumará un proceso tras otro a lo largo de ese primer otoño-invierno que acude a la escuela.
Es lógica por tanto la preocupación de los padres e incluso se plantean si tantas infecciones son el inicio de una enfermedad crónica o que puedan ser la manifestación de una alteración de su sistema de defensas… pero en realidad es la expresión del proceso normal de maduración del sistema inmunológico.
La mayoría de las infecciones serán catarros de vías altas, una media de 8-10 al año y dado que durante algunos meses del año estas infecciones están prácticamente ausentes, la incidencia se acerca a dos cuadros por mes. A esto hay que añadirle la duración de los mismos: unos 7 días, aunque la tos y el moco pueden persistir unos días más. Como el periodo de incubación del resfriado común es corto, sólo 2-4 días, si terminando el proceso está en contacto con otra fuente de infección (otro niño con otro virus) es probable que el final de su catarro se solape con el inicio del siguiente. El intervalo libre de enfermedad es, en estas condiciones, difícil de apreciar.
Suelo decirles a los padres que observen si cuando ya va estando mejor del catarro (aunque todavía tenga moco y tos) inicia estornudos, ojos llorosos, moco “como agua”, transparente, está más molesto y a veces también con fiebre…es el inicio de un nuevo proceso y por tanto empezamos a contar de nuevo los días de evolución de este catarro: otros 7-10 días.
Dejo pendiente hablar extensamente del catarro, causa de tantas consultas en nuestros centros de salud y en los servicios de urgencias.
Pero otras infecciones también son más frecuentes en los niños que asisten a la escuela infantil, por ejemplo existe una asociación clara entre la asistencia a guarderías y el riesgo de presentar otitis media aguda. Ese riesgo es asumible en niños previamente sanos y sin problemas asociados a nivel otológico (otitis previas o hipoacusia); pero en el caso de niños con complicaciones de oído, con convulsiones febriles o problemas cardiorrespiratorios el riesgo puede tener cierta repercusión y condicionar la decisión familiar.

Isabel Rubio