Seguimos, en esta segunda parte, hablando de dolor abdominal crónico o recurrente.
Es importante hablar de unos “signos de alarma” que nos orientan hacia otros posibles diagnósticos:
- menores de 4 años
- dolor que despierta durante el sueño
- dolor cuanto más localizado y cuanto más separado del ombligo o dolor “que se va hacia algún lado” (irradiado)
- acompañado de vómitos recurrentes
- si hay sangrado gastrointestinal
- si hay pérdida de peso comprobado o enlentecimiento de la curva de peso y talla
- por supuesto si hay otros síntomas extraintestinales acompañantes como fiebre, color amarillento de la piel (ictericia) o molestias urinarias, etc.
- ….y algunas más que el pediatra preguntará sistemáticamente.
Para llegar al diagnóstico no hace falta gastarse un millón de dólares, basta una buena historia clínica y una exploración física, por tanto la mayoría de los dolores abdominales crónicos se diagnostican en Atención Primaria. Yo suelo hacer, como en otros problemas crónicos, que registren en un calendario los días con dolor pues da mucha información. Pero, con sentido común, a veces hacemos algún estudio de laboratorio y/o una ecografía abdominal (que aunque suele tranquilizar bastante a los padres y al adolescente sabemos que tiene un rendimiento menor del 1%) o alguna otra prueba.
En cuánto al tratamiento lo fundamental es mantener una relación exquisita entre la familia/niño o adolescente y el pediatra. Sólo así habrá una buena respuesta terapéutica.
Ha de quedar claro que ese es el diagnóstico y plantear unas expectativas realistas para el futuro cercano, como llevar una vida lo más normal posible, como manejar los episodios de dolor y, de alguna manera, como ir enfrentándose a la vida.
Evidentemente si hay asociado estreñimiento, lo trataremos; si podemos sospechar una cierta intolerancia a la lactosa probaremos a suprimirla , aunque sabemos que no hay evidencia de su utilidad y lo mismo si vemos una cierto problema con la toma de fructosa: probar a moderar su ingesta.
A veces se ha probado con distintos fármacos para el dolor con resultados variables y sin evidencia científica comprobada. También con tratamientos, que podemos llamar… de medicina alternativa y con probióticos pero, repito, sin evidencia científica demostrada.
Desde otro enfoque se ha tratado con antidepresivos y otros métodos psicoterapéuticos, mejorando los patrones de sueño, mejorando el ánimo y reduciendo la percepción del dolor. Y lo mismo ocurre con otras intervenciones psicosociales que buscan que el niño mayor o adolescente maneje los síntomas, dotarlos de herramientas y habilidades sociales puesto que sabemos que hay conexión entre situaciones para ellos estresantes y los episodios de dolor.
Para terminar hablemos de pronóstico:
Es un problema crónico que se inicia en la niñez y puede acompañarle el resto de su vida.
Se ha estimado que:
- 1/3 resuelven los síntomas en 2 meses desde que se realiza el diagnóstico
- 1/3 persiste a largo plazo
- 1/3 tiene además «otros dolores» como migrañas o cefaleas de tipo tensional.