Control de esfínteres

nacho
El aprendizaje del control de esfínteres (defecación y micción) requiere que el niño haya alcanzado un grado de madurez suficiente y que sea educado en el hábito de la limpieza.
Cada niño tiene un ritmo, pero antes de los 18 meses no aconsejo enseñarlo. Alrededor de los 2 años la mayoría de los niños estarán preparados.

LOS PREPARATIVOS:

Compraremos un orinal, de bordes anchos y material fácilmente lavable, que daremos días antes para que juegue con él. Es importante que el niño apoye bien tanto las nalgas como los pies, por ello no aconsejo de entrada la taza de water adaptada.
Empezaremos a hablarle del tema, ilusionándole con hacerse mayor, incluso podemos fijar una fecha próxima, que puede coincidir con algún acontecimiento, y “ese día vamos a hacer el pipí y la caca en el orinal como los mayores”. Leerle a diario un cuento sobre el tema.
Tendremos preparada ropa cómoda y mudas suficientes.

ENTENDIENDO EL PROCESO:

El control de esfínteres debe iniciarse en el ambiente familiar, en casa, porque es muy importante la relación entre el niño y el adulto que le pide que haga su pipí y su caca en un lugar y en un momento determinado.
Los padres tienen que crear las condiciones más favorables posibles para que el niño vaya adquiriendo este hábito. Los logros o dificultades en este proceso dependerán del clima afectivo que rodee al niño. Una actitud cariñosa y comprensiva facilita la educación. Es cuestión de ir ayudándole con cariño y paciencia.
Cuando el niño comprende lo que sus padres desean de él, se esforzará por complacerles y colaborará de buen grado.

EMPEZAMOS:

Llegado el día, procurando que sea un fin de semana o periodo de vacaciones, le diremos alegres que ya no vamos a ponerle pañal.
Le propondremos que se siente en el orinal, unos minutos, “para que salga el pipí” cuando se le vea deseoso para que lo logre al primer intento. Estableceremos una rutina de permanecer sentado unos minutos (no más de 5) cada media o una hora, procurando que esté distraído para que no esté inquieto.
En cuanto lo logre lo levantaremos y expresaremos nuestra alegría y le ayudaremos a tirarlo al water. Si no es así no es conveniente prolongar el tiempo de permanecer sentado.
Si hace fuera del orinal le diremos, con expresión y voz neutra, sin enfadarnos, que hay que hacerlo en el orinal. Ser persistentes ya que se logra el objetivo en pocas semanas.

COSAS QUE «NO»:

No es conveniente obligarle a sentarse en el orinal si se niega a ello.
No mantener al niño sentado en el orinal hasta que logre la micción.
No insistir en que orine haciendo fuerza si no lo logra al primer intento.
Aconsejo un día “casero” y si salimos, no le pondremos ya pañales porque lo estaríamos confundiendo y no sabrá cuando está permitido hacerse encima y cuando hacerlo en el orinal. Llevaremos ropa de cambio suficiente.
No reñiremos ni castigaremos al niño porque se haga encima. No ridiculizarlo ni avergonzarlo.
No dispersar los esfuerzos cambiando de técnica continuamente, ni usar distintos métodos simultáneamente.
No se le debe reprender excesivamente ni manifestar asco si le vemos jugar con sus deposiciones. Para él es algo natural, siente curiosidad por aquello que sale de su cuerpo y lo considera como algo valioso e importante.

¿Y POR LA NOCHE QUÉ?

Si las semanas antes de decidir quitar pañales de día, observamos que se levanta con pañal seco tras la noche, podemos quitar los pañales tanto de día como de noche, al mismo tiempo.
Si, por el contrario, moja todas las noches el pañal mi consejo es mantener el pañal en la siesta y la noche. Esta situación es la más normal puesto que la continencia nocturna suele ser algo más tardía.
Tampoco aconsejo despertar y levantar al niño cada noche a determinadas horas para que orine, interrumpiendo así su sueño.
Es fácil explicarle que le ponemos los pañales para dormir porque si está dormido no se entera “que quiere salir el pipí”.

Isabel Rubio