Que pase el siguiente

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El pasado sábado día 29 Alba Pascual Archilla, MIR de Pediatría de primer año, compartía, en un artículo publicado en las páginas de Salud del periódico Información, sus reflexiones tras su rotación por Pediatría en nuestro Centro de Salud. Muchas gracias Alba!.

Tras más de seis años absorta en los libros y dedicando a la Medicina mucho más que unas cuantas neuronas, llega el momento de toparte con la realidad y muchos pensamientos y sentimientos se entrelazan.  Ahora no eres tú frente a un caso clínico con signos y síntomas y unos cuantos antecedentes personales y familiares; sino tú, tu paciente y todo el mundo que concierne a éste.

Tan solo el primer día de trabajo bastará para darse cuenta de que, en los impuestos cinco minutos que ha de durar una consulta médica, hay que ser superhombres y supermujeres para controlar todos los aspectos que allí se planteen (y, ¡ojo!, no hablo de supermédicos/as porque eso sería imposible). Cada paciente presentará un motivo por el que acude (simple o complejo), una historia clínica actual y pasada, una familia, con todas las posibles variantes, unas aficiones, unas virtudes y defectos, una posición económica, un entorno laboral y social, y un sinfín de características que influirán en el estado de salud de hoy y, lo más seguro, que en el de mañana.

Además de todo ello, el médico/a deberá ser lo más objetivo posible, sin perder el toque de humanidad  necesario para ejercer esta profesión. Tendrá que ganarse la confianza de sus pacientes día tras día, siendo todo un “consejero” en más de una ocasión e, incluso, invadir el entorno familiar y personal del afectado, hasta el punto en que éste pueda influir en su estado de salud y enfermedad. Todo ello, se realizará preservando el principio hipocrático de beneficencia (obligación primaria del médico de utilizar sus conocimientos con el fin de actuar en beneficio del paciente y limitar, en todo lo posible, el mal innecesario que le acontezca). Es importante saber establecer los límites oportunos y conseguir guiar la anamnesis de una forma casi mágica, en tan solo ciento cincuenta segundos… ¡tendremos solo otros ciento cincuenta segundos más para realizar la exploración, pruebas complementarias, si se necesitaran, elaborar una hipótesis diagnóstica de acuerdo a nuestro juicio clínico y un tratamiento adecuado para ello! Y, por si fuera poco, en ese tiempo el profesional sanitario debe dejar de lado todo lo que pueda afectar negativamente a la relación médico-paciente y ser capaz de ensamblar sus conocimientos científicos y su propia experiencia personal, en la situación que se nos plantee.

Esta profesión conlleva, además de mucho esfuerzo, una serie de aptitudes y actitudes que sólo el que de verdad ama esta profesión, es capaz de llevarla a cabo. El concepto de salud, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), tiene una definición muy concreta pero sumamente compleja: “es el estado completo de bienestar físico y social que tiene una persona”; y no sólo la ausencia de enfermedades biológicas, como se ha creído durante décadas.  Y, es por esto, que la medicina está en continuo cambio, a imagen y semejanza de cómo lo hace el ser humano y el entorno que le rodea.

Cuando llega el día en que las circunstancias superan la ficción, no hay duda de que estamos ante una realidad. Sólo la dedicación con humildad a este arte, como es la Medicina, conseguirá desgranar, paso a paso, los factores que perturben el estado de salud de nuestros pacientes, y no existirá una satisfacción mayor.