Reacciones adversas a medicamentos

Con esta imagen de la tarjeta amarilla, en la que declaramos las reacciones adversas a medicamentos, os comento que del 21 al 23 de mayo se va a celebrar en Alicante el XXXIX Congreso de la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP). Entre las múltiples actividades organizadas hay una Jornada de Alergia Infantil para Pediatras de Atención Primaria en la que participo. Junto a la Dra. Mª José Forniés de la Unidad de Alergia Infantil del Hospital Universitario de Elda hablaremos de reacciones adversas a medicamentos.

Los medicamentos se prescriben para curar las enfermedades o para aliviar sus síntomas, pero en ocasiones el propio medicamento puede causar problemas.

Se denomina reacción adversa a fármacos cualquier efecto perjudicial o no deseado que ocurre tras la administración de un medicamento. En general podemos separar dos grandes grupos:

  • Los que pueden ocurrir, en mayor o menor grado, en cualquier persona que los toma y constituyen la gran mayoría de las reacciones adversas a fármacos. Son los llamados efectos secundarios: son predecibles, dependientes de la dosis (a mayor dosis, mayor probabilidad de que se produzca la reacción) y reversibles (al menos parcialmente) tras suspender el fármaco. Por ejemplo las diarreas por antibióticos o el sueño que causan algunos antihistamínicos. También en este grupo estarían incluídos los efectos por sobredosificación o los que se producen por la interacción con otros medicamentos.
  • En otro segundo grupo estarían las reacciones que se deben a respuestas del organismo no predecibles y entre las que se encuentran las reacciones alérgicas. Son mucho menos frecuentes e independientes en general de la dosis. Aunque cualquier fármaco puede ser una potencial causa de alergia los que la provocan con más frecuencia en niños son lógicamente los que son más usados, porque el uso facilita la sensibilización: en primer lugar los antibióticos (sobre todo los de la familia de las penicilinas) seguidos a mucha distancia de los antiinflamatorios (ibuprofeno).

Las reacciones alérgicas a fármacos son poco frecuentes en la infancia; de los niños que enviamos a la consulta de alergia por sospecha de reacción alérgica a un medicamento sólo se confirma el diagnóstico en un 7-8%. Y es que los síntomas más frecuentes en las reacciones alérgicas por fármacos son los que ocurren en la piel, generalmente erupciones, urticaria, angioedema (hinchazón de las capas más profundas de la piel que generalmente ocurre alrededor de los ojos y los labios) y por otro lado en la infancia ocurren muchas enfermedades infecciosas que cursan con manifestaciones en piel; por ello si el niño esta tomando algún fármaco se plantea la duda: ¿se trata de una reacción alérgica o de una erupción causada por la infección?.

Aunque afortunadamente las más frecuentes y banales son las manifestaciones en piel, no olvidemos que también pueden producirse síntomas respiratorios, digestivos o el cuadro más grave: la anafilaxia, que precisa tratamiento urgente. Se debe sospechar una anafilaxia cuando aparece, en minutos o hasta pocas horas, afectación de piel y/o mucosas (como urticaria, enrojecimiento, picor, hinchazón de labios, úvula o lengua) y al mismo tiempo dificultad para respirar o pérdida de tono de los músculos o mareo o síncope o síntomas gastrointestinales persistentes (dolor abdominal, naúseas, vómitos).

Ante la sospecha de alergia a un fármaco, es necesario contar con información detallada de lo ocurrido, que no siempre es fácil porque los síntomas pueden aparecer de manera casi inmediata tras recibir el medicamento pero otras veces tardan días aunque se siga tomando el medicamento y en algunos casos aparecen después de haber terminado el tratamiento.

Con esta información se remitirá al alergólogo, quién valorará la necesidad de la realización de pruebas de laboratorio y cutáneas. Finalmente para llegar al diagnóstico es necesario en muchos casos realizar una prueba de provocación, es decir la toma del medicamento de forma controlada hasta alcanzar la dosis terapéutica.

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