¡Empieza el verano!: Quemaduras solares

Desde que entró el verano llevo bastante hablado acerca de fotoprotección, pero parece que, por mucha concienciación que tengamos, el goteo de consultas por quemaduras es inevitable.

Da la impresión que el conocimiento de los efectos perjudiciales de la radiación solar no modifica como debiera los hábitos de exposición; pero lo mismo podemos decir de otros aspectos de salud: el conocimiento de los efectos perjudiciales del….sedentarismo por ejemplo…tampoco modifica como debiera nuestros hábitos.

Habitualmente el niño que acude por quemadura solar se ha puesto protección pero, o la ha puesto de forma irregular y han quedado zonas sin crema, o ha olvidado administrarla más veces a lo largo del tiempo de exposición o volver a aplicarla tras el baño.

A las 4-6 horas de la exposición solar la zona esta caliente y roja, a veces incluso con ampollas, tiene sensación de quemazón o dolor y en los casos más graves puede tener fiebre, dolor de cabeza, malestar general. Mejora en 3-4 días y suele descamarse la piel.

¿Qué podemos hacer?: Por supuesto lo primero es evitar la radiación solar y aplicar compresas de agua fría. Puede ser necesario aplicar un corticoide tópico.
Como medidas generales hidratarse bien y analgésicos antiinflamatorios como el ibuprofeno vía oral.

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¡Empieza el verano!: Las picaduras

Hoy, en el suplemento de salud del periódico Información, publico: Picaduras de Insectos.

«Con la llegada del verano suele aumentar el número de niños que acuden a consulta por picaduras de insectos, habitualmente mosquitos (orden díptera), avispas y abejas (orden hymenóptera).

La picadura es la lesión que produce el insecto al inyectar un veneno a través del aguijón (avispas y abejas) o bien en lugar de picar muerde (mosquitos).

Todos ellos suelen picar generalmente en zonas descubiertas de la piel. En Europa el mosquito común (cules pipiensis) es el más habitual, solamente las hembras de los mosquitos son hematófagas y tienen unas mandíbulas dentadas y un tubo de succión que permiten su alimentación al extraer sangre, al mismo tiempo inyecta sustancias salivares que son irritantes. Las abejas al picar dejan el aguijón clavado y se autoeviscera en una muerte “suicida”, mientras que las avispas no y pueden picar repetidamente.

Generalmente las molestias son sólo locales, en el lugar de la picadura aparece un habón con más o menos enrojecimiento e hinchazón y mucho picor. Si la picadura se produce en lugares como los párpados, los labios o, como he visto hoy, en el pene, el enrojecimiento e hinchazón puede ser bastante importante ya que se trata de tejidos muy blandos. En el caso de las abejas y avispas hay además dolor; a veces la reacción local es intensa y el edema y enrojecimiento pueden durar varios días, pudiendo ser el inicio de una reacción más grave por lo que deben ser vigiladas.

¿Qué podemos hacer?: Lo más rápido y efectivo es aplicar un cubito de hielo, o bien ir poniendo, si la zona enrojecida es más grande, una toallita empapada en agua muy fría. Puede utilizarse también solución de calamina o un algodón empapado en agua y amoniaco. A veces prescribimos cremas de corticoides, no cremas de antihistamínicos que pueden ser contraproducentes. Sólo en el caso de picaduras múltiples, si el picor es muy importante, añadimos al tratamiento un antihistamínico oral.

Existen personas que son alérgicas a abejas y avispas y pueden sufrir reacciones graves en los minutos posteriores a la picadura del insecto: en este caso habrá dificultad respiratoria, dificultad para tragar, urticaria, mareo, debilidad….es lo que denominamos «shock anafiláctico». Esta situación requiere una actuación urgente: si es la primera vez que le ocurre trasladarlo al centro sanitario más cercano y si ha tenido algún episodio anterior se administrará adrenalina autoinyectable que deberá llevar siempre consigo y los padres o cuidadores deben estar instruidos en su uso.

¿Qué medidas preventivas podemos tomar?: De entrada, en el coche viajar con las ventanillas cerradas. En casa lo mejor es el uso de mosquiteras en las ventanas y/o mosquiteras que envuelvan la cuna o cama. También podemos usar algunos de los productos “antimosquitos” que se conectan a la luz, pero no está clara su efectividad.

Y en los espacios abiertos usar ropa con fibras naturales (algodón, lino) con la mayor superficie corporal cubierta, ligeros, no ajustados y de colores claros (atraen menos a los insectos). Las picaduras de mosquito pueden también evitarse mediante la aplicación de repelentes en la piel o la ropa pero antes de comprarlo hay que asesorarse acerca de los productos menos tóxicos y cada cuántas horas es necesario repetir la aplicación».

El Dr. García Tornel hablaba también, el pasado día 29, de las picaduras y lanzaba la pregunta de qué hacer, añado algo más: aplicar Vicks Vaporub calma mucho el picor, ¡palabra de Jefe de Servicio de Pediatría!.

Fotoprotección en la infancia

La radiación ultravioleta es el principal factor de riesgo para el desarrollo de cáncer de piel, y es esta radiación acumulada durante la infancia la que implica el mayor riesgo. Por eso, año tras año, al llegar a esta época volvemos a insistir en la necesidad de una correcta fotoprotección.

Llamamos fotoprotección endógena a todos aquellos mecanismos naturales de protección frente el daño celular que puede ocasionar la radiación ultravioleta y fotoprotección exógena a las acciones que podemos utilizar externamente para proteger la piel del sol, como la ropa, gafas de sol o las cremas protectoras.
¿Qué tipos de fotoprotectores hay?:
Los fotoprotectores se dividen en fotoprotectores físicos y químicos. Los químicos absorben la radiación UVA, otros absorben la UVB o ambos tipos de radiación. Los fotoprotectores físicos o pantallas minerales actúan como una barrera física, absorbiendo y dispersando la radiación ultravioleta, así como la luz visible y los infrarrojos.
Los fotoprotectores sólo son beneficiosos si se usan de forma adecuada: aplicarlos unos 30 minutos antes de la exposición solar y reaplicarlos cada 2 horas o bien tras actividades que puedan eliminarlos de la piel como el ejercicio intenso, tras nadar o secarse con la toalla.

¿Qué es el factor de protección solar (FPS)?:
El FPS es un índice que mide la capacidad protectora de un filtro frente a los efectos nocivos del sol. El número del FPS indica la relación entre el tiempo que podemos estar expuestos al sol antes de aparecer eritema solar con el fotoprotector respecto al tiempo que tardaría en aparecer sin el fotoprotector. Así un FPS de 30, por ejemplo, indica que con el filtro el eritema solar tardaría 30 veces más tiempo en aparecer que sin él.

La FDA (Food and Drug Administration de EEUU) no recomienda el uso de fotoprotectores en menores de 6 meses, por tanto a estas edades deben cubrirse con ropa. En los mayores de 6 meses se deben usar filtros de FPS > o = 25, que cubran UVA y UVB y que sean resistentes al agua y al sudor.
El papel de dermatólogos y pediatras es el de concienciar a las familias, a los niños y adolescentes, de la importancia que tiene una correcta protección frente al sol. Es necesario educar a los niños en el uso de fotoprotectores cuando practiquen actividades al aire libre lejos de los padres como por ejemplo en excursiones del colegio. Es mucha la exposición solar en la infancia, se estima que entre el 50 y el 80% del daño ocasionado por el sol que un individuo sufre a lo largo de su vida se produce durante su infancia y adolescencia; nuestra piel tiene “memoria” y almacena las sucesivas veces que hemos sometido nuestra piel a un sol excesivo.
Por último recordar otras medidas de prevención: no tomar el sol de 11 de la mañana a 4 de la tarde, exponerse al sol progresivamente y utilizar gafas solares, gorros y camisetas en caso de permanecer mucho tiempo en la playa.

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Bebés, una película de Thomas Balmès

A través de la web de la Asociación Española de Pediatría descubro que el próximo 29 de Abril de 2011 se estrena: Bebés.
Dirigida por el cineasta Thomas Balmès sigue la vida de 4 bebés en distintos países, el inicio de su andadura en este mundo, en el mundo que a cada uno le toca vivir.

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=aQEtpsmlUIA[/youtube]

El tabaquismo pasivo de los bebés

Hoy leo en la prensa una noticia: Los bebés que duermen con padres fumadores tienen niveles altos de nicotina.

Desde el Departamento de Salud de la Generalitat de Cataluña se ha realizado un estudio, publicado en BMC Public Health, en el que participaron 96 centros de Atención Primaria de Cataluña. Fueron encuestados padres y madres de bebés menores de 18 meses, siendo al menos uno de los progenitors fumador y se analizaron las muestras de cabello de 252 bebés para determinar sus niveles de nicotina. El 83% de los cabellos analizados mostraron altos niveles de nicotina. El humo adherido a la piel o a la ropa es el responsable.
También el estudio ha contribuido a dejar claro que los tóxicos del tabaco no se eliminan con la ventilación de las habitaciones después de fumar o haciéndolo en las ventanas o en el balcón con las puertas abiertas.

Aprendiendo más sobre la fiebre

Esta semana han acudido a consulta 196 niños, la mayoría por fiebre.

Creo necesario repasar este tema porque el manejo del niño febril es básico, es una situación que vais a vivir con frecuencia, sobre todo los primeros años de vuestr@ hij@.

La palabra fiebre procede del latín febris, que significa calentar y es el aumento de la temperatura corporal por encima de lo normal. ¿Y qué temperatura es la normal?: entre 35 y 37 ºC en axila pues a lo largo del día la temperatura cambia, es menor a primera hora del día y aumenta aproximadamente un grado entre las 16 y 18 horas.

Temperatura normal: 35-37 ºC axilar
Hasta 38ºC axilar hablamos de febrícula.
Por encima de 38ºC hablamos de fiebre.

El ser humano es homeotermo, es decir, mantenemos la temperatura corporal dentro de unos límites estables. ¿Y cómo se regula la temperatura corporal?, es un proceso complejo (termorregulación) que intentaré simplificar:
En nuestro cerebro tenemos “dos centros de operaciones” formados por neuronas: un “centro de refrigeración” y que actúa cuando aumenta la temperatura corporal y un “centro de calentamiento” y que es el encargado de aumentar la temperatura, es decir, el que interviene directamente en la producción de fiebre.
A estos centros llega información de “receptores” que tenemos en la piel y avisan si hace frío o calor en el exterior y de otros “receptores” internos.
Un ejemplo: Es verano y hace calor, los receptores de la piel informan al centro de operaciones y el centro de refrigeración manda órdenes para que sudemos y así mantenemos la temperatura corporal estable.
En el caso de la fiebre lo que ocurre es que las bacterias o los virus que han entrado al organismo estimulan la producción de sustancias pirógenas (del griego pyr-, fuego y -geno, producir) que activan el centro de calentamiento. Existen también sustancias pirógenas producidas en el organismo por grupos celulares, por eso también la fiebre puede aparecer en procesos tumorales, inflamatorios o traumáticos.
Pero volviendo a la fiebre, cuando llegan las sustancias pirógenas al centro del calentamiento, activan una cascada de reacciones que provocan que se altere el punto de ajuste, quedando “ajustado” a una temperatura superior a la normal y por tanto mandará las órdenes para que aumente la temperatura corporal; es decir sigue funcionando bien el centro de operaciones, sólo que tiene “la orden” de mantener la temperatura más elevada.

La fiebre tiene una serie de efectos sobre el organismo: aumenta la frecuencia cardiaca (unos 9 latidos/minuto por cada grado de aumento de temperatura), aumenta la frecuencia respiratoria, la piel puede estar pálida y fría cuando inicia el ascenso y después caliente y rubicunda. Puede provocar cefalea, somnolencia, delirio y, en algunos niños entre los 6 meses y 5 años, convulsiones febriles. Hay más riesgo de deshidratación, sobre todo en lactantes, al haber pérdidas insensibles por el aumento de la frecuencia respiratoria y por la piel. Puede acompañarse también de malestar general, pérdida de apetito…pero el objetivo de la fiebre es la estimulación de nuestros sistemas defensivos frente a los gérmenes que nos han invadido, frena el crecimiento bacteriano y vírico, por tanto el tratamiento antitérmico puede interferir con el papel beneficioso de la fiebre durante la enfermedad.

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