Prevención de ahogamientos

Semanas pasadas publicaba en el periódico Información este artículo mi compañero y amigo Mariano Mancheño, pediatra en Altea y que tenía pendiente publicar en maynet. Finaliza el verano y un año más con cifras escalofriantes de muertes por ahogamiento, por esto agradezco a Mariano este necesario recordatorio. 

Me gusta el agua. Me gustan las playas solitarias y las no tan solitarias. Siempre hemos ido con mis hijas y ahora con mis nietos y lo pasamos bien. Vivimos para reir, para soñar, para jugar, y el verano parece una invitación a todo ello. Vivo apenas a 20 metros de la orilla y me duermo acunado por el ruido de las olas.

Termina Agosto. Releo los artículos de mis colegas y los propios de los últimos meses de esta tribuna pediátrica (vacunas, lactancia,tabaco, refugiados, cáncer,antibióticos, alergias,protección solar, etcétera). Son un nutrido grupo de ensayos  cortos y asequibles pero no encuentro referencias  a los ahogamientos. Pensando que más vale tarde que nunca me pongo a ello.

A diario salen noticias en televisión u otros medios del incremento del número de ahogados en 2017  con respecto a 2016 (que no eran pocos) y las cifras son escalofriantes. Al final del año estaremos hablando de una cifra de muertes por ahogamiento equivalente a la mitad de la de los accidentes de tráfico.

Hechos:
El porcentaje de ahogamientos ha aumentado un 15 % con respecto al año anterior y no es el momento de averiguar la causa.

De los ahogamientos con resultado de muerte sólo este año , aproximadamente 320 , unos 70 son menores, niños.

Considerar también que muchos casos de «casi ahogamiento» que no están en las estadísticas sobreviven sin secuelas, pero no todos.

Que la provincia de Alicante es la que más ahogados lleva de España. Sí, Alicante, la nuestra.

Cuando hay planes de prevención de accidentes y se aplican, se comprueba que son muy eficaces. ¿Para cuando campañas de prevención en TV, redes, colegios…? Reclamo un plan nacional de instrucción de técnicas de reanimación como se está haciendo con la prevención de obesidad, el maltrato infantil u otros. Al final del artículo seleccionaré referencias donde la reanimación cardiopulmonar esté bien explicada.

Lo que hay que hacer:
Nunca dejar a menores solos sin supervisión en playas, piscinas, embalses o ríos por seguro que parezca el entorno. No olvidemos las bañeras o pequeñas piscinas en casa. Bastan 2 centímetros y 2 minutos para que ocurra un accidente.

Revisar y asegurar periódicamente el vallado de piscinas, piletas y balsas. El mayor número de ahogamientos se produce en piscinas privadas.

Muchos accidentes son provocados por saltos desde rocas o trampolines y en el caso de adolescentes asociados al consumo de alcohol en un 25 %. En estos casos los traumatismo de cráneo y columna agravan el pronóstico.

Respetar escrupulosamente las banderas de playas y las indicaciones de los socorristas. Bañarse preferiblemente en donde los haya.

Ir provistos de chalecos salvavidas reflectantes para actividades náuticas (remo, surf, paddel surf, veleros…)

Enseñar lo antes posible a nadar a los pequeños pero saber que aunque sean capaces pueden ahogarse igualmente por cansancio, golpes, mareos, despistes.

Cuando hay una persona hundida hay que sacarla del agua lo antes posible y comprobar respiración y latido iniciando maniobras de reanimación mientras se solicita ayuda (112). NO intentar un rescate con aguas movidas o profundas si no se está muy seguro de saber hacerlo bien. Muchos ahogados lo son en el intento de auxiliar a otro.

Referencias sobre reanimación cardiopulmonar en:
Aprovecho para presentaros esta magnífica Guía que han hecho los Dres Casado Flores y Jiménez García del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús:

Empieza el curso escolar

Hoy en el suplemento de salud del periódico Información publico este artículo.

Me vais a permitir que, de entrada, os cuente una anécdota: ordenando papeles este verano me encontré el primer artículo que escribí para Información a través de la APEPA, su título “De vuelta a la escuela infantil”, era octubre de 1997, hace ya ¡20 años!. En él hablaba del periodo de adaptación a la escuela y del papel que el pediatra tiene, posibilitando un espacio donde los padres puedan resolver sus dudas, ayudar a manejar su angustia, a veces incluso la culpa, sobre todo cuando se inician las primeras infecciones y surgen las preguntas: “¿vamos a estar todo el invierno así?”, “¿hemos hecho bien en escolarizarlo?”, “¿no será muy pequeña?”.

Así cada año, en estas fechas, se repiten las consultas, porque el inicio del curso escolar es, para la mayoría, la vuelta al cole pero para otros es la entrada por primera vez a la escuela, unos son aún bebés, otros apenas uno o dos años y es un cambio muy importante para el niño, es su salida al mundo, deja las relaciones familiares y unos espacios que conoce, donde se siente seguro, para encontrarse en otro espacio, con adultos desconocidos y con otros niños, un tiempo de llantos… porque la separación es dolorosa para padres e hijos.
En estos primeros días, aparte del llanto a la entrada al cole, puede tener problemas con el sueño, estar más llorón, a veces rabioso, vómitos, menos apetito… son problemas en el rango de normalidad, son las manifestaciones de la ansiedad por separación, que durará más o menos tiempo dependiendo del niño, de la familia y de la escuela.

Cada niño llega a la escuela infantil con un grado de madurez emocional y social, cada niño tiene un ritmo de adaptación personal que hay que respetar, necesita “su” tiempo, tiempo que va en relación a la adaptación que también hacen los padres, todo lo que sintáis, la inseguridad, la culpabilidad por la separación, el temor a si va a ser bien cuidado… dificultará y alargará el periodo de adaptación. Planteado en positivo, es decir, si habéis tomado la decisión con seguridad, confiáis en la escuela infantil elegida y en sus profesionales, la adaptación será muy breve. Por último también está en relación al modo en que se trabaje en la escuela infantil, a su modelo pedagógico, si responde a las necesidades que en este periodo tiene el niño; por ejemplo: si tiene establecida la incorporación progresiva en pequeños grupos se minimiza el esfuerzo de adaptación en los niños.

Irán pasando los días y veréis que ya se queda contento, que os dice adiós, que sonríe al ver cada mañana a su educador o educadora, que ha establecido un vínculo de cariño con él o con ella y os iréis sintiendo más tranquilos; vuestro hijo o hija avanza en su socialización, ha aceptado separarse de vosotros ese tiempo escolar porque sabe que seguís estando ahí, que le seguís queriendo. Podemos decir que la adaptación sería el proceso por el que el niño y la niña elaboran emocionalmente la pérdida y la ganancia que le supone la separación.

Por último recordad que no es un buen momento para introducir más cambios en la vida del niño como quitar chupete o biberón, quitar pañales o un cambio de habitación. Es conveniente esperar a que supere el proceso de adaptación.

«Por San Mateo, vuelve el moqueo»

Después de este paréntesis vacacional retomo el blog, con las buenas intenciones de ser constante en escribir. Me he hecho estas vacaciones una lista de las cosas que disfruto y maynet es una de ellas.

Para empezar, acabo de leer esta entrada «Por San Mateo, vuelve el moqueo», en el blog de Guillermo Chaves, pediatra en Cuenca y al que sigo desde hace tiempo y que «desvirtualicé» hace pocos meses en la Jornada de Pediatic.

Me ha encantado porque no conocía este refrán. Y es que, efectivamente, empezamos temporada otoño-invierno. No os perdáis tampoco el vídeo con el que cierra la entrada.

Y de paso, si no lo conocíais, ponedlo entre vuestros favoritos.

“Ha passat una cosa molt trista”

Durante un tiempo fuimos traduciendo en maynet artículos (algunos aquí o aquí) que publicaba mi amiga Eva Bach, escritora y pedagoga, conocedora de la infancia, de la adolescencia, de la educación y de la vida.
Sigo leyéndola, los libros que va publicando y la columna con la que sigue colaborando en la revista AraCriatures , como ella misma dice son «reflexiones sobre la comunicación entre padres e hijos a partir de una frase que nos ayuda a educar».

Os dejo esta columna, que recomendé leer ayer, cuando me plantearon en la consulta precisamente este tema.

Alguns pares i mestres amaguen la cara amarga de la vida a les criatures perquè no pateixin. La intenció és bona i amorosa, les conseqüències no sempre ho són. Si volem que adquireixin recursos per afrontar les dificultats i que edifiquin una fortalesa emocional progressiva, hi ha coses que s’han de dir, d’alguna manera que no els causi alarma ni neguit innecessaris i que els proporcioni consol, seguretat i esperança: “Ha passat una cosa molt trista…, però ens tenim per fernos costat”. Si es tracta de fets rellevants, han de ser comunicats. D’una banda, perquè el que s’amaga no pot ser elaborat, comprès ni integrat. I, de l’altra, perquè les criatures tenen un wifi emocional que registra el que passa al seu voltant, encara que no se’n parli. I quan es tracta d’alguna cosa que té un impacte profund en la vida de la família, de la mateixa criatura o de l’entorn més pròxim, com ara una mort, una malaltia, una separació, un daltabaix en la situació laboral, si els adults no els hi sabem transmetre adequadament, percebran igualment que n’està passant alguna de grossa, encara que no sàpiguen ben bé què, i acabaran patint igual, sols i desorientats. I potser s’ho imaginaran pitjor i tot del que és.

Hi ha pares que quan se separen expliquen als fills que un dels dos progenitors està de viatge. O que els diuen que l’àvia segueix molt malalta quan ja és morta. Un dia em va telefonar una coneguda per ferme una consulta. El germà del seu marit havia tingut un accident de moto i estava molt greu. La seva filla adolescent estava de colònies i dubtava si dirli que el seu tiet preferit era a l’UCI en estat crític. Li vaig dir que si fos filla meva, l’hi diria. No hauria calgut ferla preocupar si no hagués corregut perill. Però quan es tracta de qüestions de vida o mort, què en traiem de no dirho? Si el desenllaç és fatal, com en aquest cas, se n’acabarà assabentant igualment. I, quan torni a marxar, la falta de notícies no la deixarà mai més tranquil·la. ¿Com podrà estar segura que tot va bé, quan hi vagi de veritat, si quan anava malament l’hi van amagar? En casos com aquests, la veritat comunicada amorosament, amb la delicadesa i el tacte necessaris, és més bona opció i més saludable que una mentida pietosa o que callar perquè no pateixin.

¡Gracias Ana!

Ha muerto Ana Martínez Rubio, pediatra a la que no conocía personalmente pero sí he seguido a través de lo que escribía, me gustaba cómo lo hacía y admiraba su compromiso con la pediatría.

En ocasiones la he citado en maynet. Hace ya muchos años hice esta entrada que hoy reproduzco en su recuerdo:

Entre los temas que hablamos con los padres en la primera visita del recién nacido están las recomendaciones a la hora de dormir o las pautas para la prevención de la plagiocefalia postural. Desde que leí cómo lo dice Ana Martínez Rubio, pediatra en Sevilla, uso sus palabras (en negrita) que no sólo son didácticas, también saben a poesía.

Para jugar, boca abajo,

para dormir, boca arriba,

y siempre que puedas, en brazos…

en brazos le contienes, se ve en el mundo seguro,

en brazos para el consuelo, para el juego y las caricias,

en brazos para miraros, para hablaros y la risa.

…en brazos para el apego…

Memoria grande, memoria chica

El pasado 29 de julio mi compañero Mariano Mancheño publicó este artículo en el periódico Información con el que colaboramos quincenalmente los pediatras de la Asociación de Pediatría Extrahospitalaria de la provincia. Es un precioso artículo, ¡Gracias Mariano! 

Cuando de niños nos enseñaban un elefante en una cartulina, sin haber visto ninguno real, aprendíamos el significado de la palabra «Elefante». Antes de poder hablar ya reconocíamos el elefante y lo señalábamos en el dibujo.

Esta forma de reconocimiento, este tipo de memoria está presente desde temprana edad y crece rapidísimo a partir del segundo año, siendo imprescindible para el aprendizaje y el desarrollo de habilidades del tipo que sean.

No sabemos con exactitud porqué unas vivencias son recordadas más y mejor que otras. En general lo que recordamos a partir de los 3 años (que es poco y difuso) o lo que recordamos después de los 7 (que es mucho más nítido y abundante) son asociaciones de experiencias que podremos recordar, evocar, durante diez , treinta u ochenta años y se conoce como memoria autobiográfica. Es la base de nuestras relaciones futuras. Los lazos entre humanos se basan en el intercambio de experiencias y éstas, en lo que recordamos.

No hay escapatoria: todo lo vivido queda almacenado. El no poder contarlo no significa que no se haya guardado, simplemente no puede ser evocado y no equivale a ausencia de memoria. Y también los sentimientos, los enfados, los miedos, lo placentero. Hablamos de la memoria emocional.

La memoria emocional fija nuestros recuerdos y las emociones que nos provocan, una asociación sólida y sin la cual no podríamos sentir. El niño al que no se toca, no se acaricia, disfrutará menos con el tacto que otro. El niño con el que no se juega tenderá más que otro al aislamiento y le será más difícil interpretar el mundo porque el juego es una guía para entender el mundo del adulto.

El creciente aumento en nuestro medio de niños que «no quieren crecer» (niños Peter Pan), «solitarios» y «difíciles», por citar solo algunos, nos debe hacer reflexionar sobre el modo de vida que llevamos y la deriva de una sociedad no siempre atenta a las necesidades de presencia cariñosa que a veces damos por supuesta y no lo es, debido a prisas, a la sustitución de regalos por tiempo, a la disminución de las horas de juego por la falta de compromiso con el menor.
Pero, ¿qué recuerdos tendrán los niños maltratados?. En España se estima que 1 de cada 15 niños es víctima de la crueldad mental de sus padres, que 1 de cada 5.000 padece violencia física. La causa más común es la pérdida de control frente al niño que llora demasiado o no deja dormir.

Por ello como personas y como colectivos (profesores, educadores, puericultores, pediatras, psicólogos, etc. ) debemos impulsar una revolución profunda de nuestros comportamientos, tratar de comprender mejor al eslabón más débil, vulnerable y silenciado, que no silencioso, de nuestra sociedad. Y a reclamar de nuestros gobernantes medidas concretas (ampliación de tiempo por maternidad, mejor atención en escuelas a niños con y sin problemas, mejores escuelas) que procuren un panorama esperanzador en los ojos recién abiertos de los que nos siguen.