La infección del tracto urinario es una de las infecciones bacterianas más frecuentes en niños. Se estima que al finalizar la edad pediátrica el 8-10 % de las niñas y el 2-3 % de los niños ha padecido una infección de orina.
En todo niño con sospecha clínica de infección de orina se debe obtener una muestra de orina con el fin de confirmar el diagnóstico.
La correcta recogida de orina es la base para el diagnóstico de infección urinaria.

RECOGIDA DE MUESTRA DE ORINA EN NIÑOS
I. NIÑOS QUE NO CONTROLAN ESFINTERES:
1.- Lavado de manos riguroso y preparamos el material necesario.
2.- Higiene de los genitales: lavaremos los genitales con agua jabonosa (no con antisépticos). En los niños bajaremos el prepucio y si no es posible realizaremos una concienzuda limpieza de los pliegues y del meato urinario; en las niñas separaremos los labios y limpiaremos retirando restos de crema y suciedad. Después enjuagar con agua y secar con gasas estériles; en las niñas secar de delante hacia atrás.
3.- Colocación del colector de orina. Es conveniente manipularlo lo menos posible porque viene estéril.
Si en 30 minutos no se recoge orina es necesario iniciar el proceso de nuevo para cambiar la bolsa adhesiva.
4.- Una vez recogida la orina se retira el colector y se introduce en el bote estéril, abierto en ese momento, no antes. Guardaremos en nevera hasta su llegada a laboratorio.
II. NIÑOS QUE CONTROLAN ESFÍNTERES:
1.- Lavado de manos y preparación del material.
2.- Lavar los genitales externos con agua jabonosa (no usar antisépticos). En los niños bajar el prepucio y si no es posible totalmente, descubrir al máximo el glande para realizar una escrupulosa limpieza. En las niñas separar bien los labios y limpiar retirando restos de suciedad. Enjuagar con agua y secar con gasas estériles de delante hacia atrás.
3.- Abrir entonces el bote estéril procurando manipularlo lo menos posible.
4.- Iniciar la micción recogiendo en el bote estéril orina a mitad de chorro. Guardaremos en nevera hasta su llegada a laboratorio.
Isabel Rubio
Mi agradecimiento a las enfermeras MªLuisa Fdez-Caro y Virtudes Milan y a las doctoras Carolina Torres y Carmen Navarro de la Unidad de Nefrología Pediátrica del Servicio de Pediatría del Hospital Comarcal de Elda por lo que aprendimos en la sesión de ayer.


Las chuches son pequeños regalos que damos a nuestros hijos, con demasiada frecuencia en algunas familias. Les compramos golosinas desde la más tierna infancia para gratificarles, más adelante las compraran ellos solos, a veces sin control alguno del adulto, invirtiendo las pequeñas cantidades de dinero de que disponen y suponiendo un aporte demasiado frecuente de azúcares, tan perjudicial para su boca, como calórico, tan perjudicial para su dieta. Sin olvidar su abundancia en cualquier fiesta y cumpleaños.
Leo hoy en Pediatria Basada en Pruebas, magnífico blog para profesionales sanitarios, una entrada de Cristóbal Buñuel Álvarez:
Tenía pendiente hacer una entrada hablando de agua y biberones, sobre todo para dejar claro que a la hora de usar agua potable del grifo basta con hervir el agua durante un minuto desde el momento en que se inicia la ebullición en la superficie. Se recomienda añadir un minuto más por cada 1.000 metros de altitud sobre el nivel del mar según la Organización Mundial de la Salud y la Guía de Salud Materno-Neonatal de la Asociación Española de Pediatría. La recomendación previa de hervir el agua durante 5 o 10 minutos debe abandonarse pues se ha demostrado que algunas sustancias como los nitratos o el sodio se concentran demasiado. Es aconsejable mantener esta recomendación hasta los 6 meses, ya que a partir de esta edad los niños tienen mayor capacidad inmunitaria.
Llegó a mis manos un cuento, publicado por un laboratorio farmacéutico que promocionaba un nuevo antidepresivo, titulado “Mamá está depre”. La protagonista es una niña, de unos 8 años, que relata en primera persona cómo ha vivido la enfermedad de su madre.
Me ha parecido interesante transcribir parte del correo que envié a los padres de Maite, una preciosa niña de 2 años, acerca de los problemas que tienen con ella en la comida, caballo de batalla en la crianza de los hijos. Y al hablarles de mi experiencia en este tema les proponía una mirada reflexiva sobre la excesiva importancia que se da a la necesidad de comer porque genera mucha angustia en los padres cuando no se alcanzan las cantidades que suponen son necesarias.