Vuelvo a traeros un nuevo artículo de Vicenç Arnaiz, psicólogo, publicado en Es Diari de Menorca, y algunas cosas de las que dice…
«En los 70 unas maestras innovadoras propusieron poner algún espejo en las clases…»los niños sólo saben de ellos mismos lo que les decimos»… aquella primera propuesta del espejo en el aula se ha integrado en un amplísimo catálogo de estrategias para acompañar a los niños en el descubrimiento de quiénes somos, cómo somos, qué sentimos, cómo nos manifestamos, cómo nos movemos, qué queremos, qué nos gusta, cómo pedir ayuda…
Al conocimiento de uno mismo se llega por el camino de la conversación, de la mirada reflexiva… por el camino de la confrontación con otras experiencias, por la escucha de otras interpretaciones, otras vivencias. Por eso conocerse uno mismo necesita un grupo…. Así resulta que el otro, los otros, son el origen y el referente de la propia identidad.
Ahora ya sabemos mucho de pedagogía de la identidad. Empezó con un «dibújate a ti mismo»… Quizás ya va siendo hora de proponer «dibuja a otro». Les podremos aconsejar «mira al otro…» sin que ni siquiera requiera un espejo. Me imagino el entusiasmo del autor hablando de quién es el otro, explicando cómo es, qué hace…
Os imagináis como escucharían si cada uno explica la grandeza del otro, de los otros?…
El niño desde antes de los 18 meses siente el llamamiento de los iguales… Hacemos educación motriz porque el niño tiene el impulso de movimiento. Educamos la observación porque el niño es naturalmente curioso. Favorecemos la conquista del lenguaje porque buscan comunicarse. Potenciamos la autonomía porque las criaturas buscan sentirse capaces…
Los impulsos «naturales» de los niños son acogidos en los acompañamientos educativos respetándolos y fortaleciéndolos.
Aquel «dibújate» se fue enriqueciendo hasta lograr una auténtica pedagogía de la identidad.
Bien podría ser que «dibuja al otro» fuera un primer paso para una pedagogía de la amistad. Falta nos hace.»