Aprendiendo a dormir

«Hola Isabel,

Te escribo buscando tu consejo y orientación, verás, mi bebé es paciente tuya y tiene 6 semanas, come (sólo pecho) estupendamente desde el principio, sus 5.190 kilos del peso de hoy así lo confirman.
El caso es que ha pasado de golpe de dormir casi todo el día a apenas dormir dos ratitos al día hasta la noche, entiendo que cada vez pasará más tiempo despierta y está muy espabilada pero creo que es demasiado tiempo de vigilia. Esto hace que por la tarde esté cada vez más nerviosa y por la noche cuesta mucho dormirle porque «se le ha pasado la rosca». El motivo es que se sobresalta con cualquier ruidito o al dejarla en la cuna (donde por cierto sólo puedo dejarla si está COMPLETAMENTE DORMIDA, de no ser así protesta hasta que la coges, esto es un fastidio), además tiene gases (aunque le doy colimil y masajes) y siempre está con retortijones…, el caso es que me gustaría que durmiera más y mejor de día, qué puedo hacer, qué le pasa???. Por la noche no tengo queja, duerme de 4 a 5 horas entre las tomas; de día en cambio apenas llega a las 2 horas, a veces incluso 1.

Otra cosa más, ha decidido que para dormirse tiene que ser mamando y esto hace que no pueda hacerle eructar tras las tomas, y no quiere chupete ni biberón.

Bueno, de momento es todo, espero que puedas guiarme un poquito, muchas gracias de antemano.»

Ya en la entrada que hice anteriormente, El sueño, hablaba de la variabilidad de horas de sueño y de algunas pautas para que el bebé aprenda a dormir, como establecer una clara diferencia entre el día y la noche o que cuando esté somnoliento pero despierto, es el momento ideal para dejarlo en la cuna, para que aprenda a dormirse sin la ayuda del pecho o el biberón. Porque el sueño es un fenómeno fisiológico, pero el proceso de dormirse es una conducta aprendida.

Pero vamos a conocer más cosas

  • En los primeros 2 meses suelen dormir casi todo el día y se van despertando cada 3-4 horas para comer, tiempo de cambiarles, hablarle…y después entran otra vez en el sueño que tiene una parte de “sueño activo”: se mueve, tiene movimientos oculares, hace ruidos…y hay que dejarlos porque están durmiendo, este “sueño activo” es hasta el 60% del sueño en las primeras semanas de vida y precede al “sueño tranquilo”. Y los ciclos sueño activo-sueño tranquilo se van repitiendo cada 50-60 minutos a lo largo de las 24 horas del día.
  • Al igual que le enseñaremos otras cosas, hemos de enseñarle desde el primer momento a dormir solos. Nuestra tarea como padres es la de facilitarle que sea él quien concilie el sueño y aprenda a dormirse solo.
  • Desde un principio hay que ayudarles a asociar luz-sonido con vigilia y oscuridad-silencio con sueño, así vamos preparándolo para el nuevo rítmo de sueño que se va a instaurar en los próximos meses.
  • Es muy importante que el bebé permanezca despierto mientras come, ya sé que tiende a dormirse pero debemos estimularle, tocarle la cara e intentar que permanezca despierto mientras come. Después de cada comida es importante tener al bebé despierto en brazos durante unos minutos. Esto facilitará la eliminación de gases.
  • Y después de cambiarlo, se dejará al bebé en la cuna, procurando que esté siempre despierto, para que aprenda a dormirse solito. Acunarle? porqué no?, siempre que no sean movimientos enérgicos, pero hay criterio común y aconsejamos sueño sin movimiento, es decir, antes de que se quede dormido se deja en la cuna. Tardan en dormirse un tiempo variable, pero los padres deben procurar no estar presentes en ese período. Su último recuerdo antes de dormirse debe ser la cuna y no la presencia de alimento. Se trata de que acepte la cuna como un espacio familiar nocturno.
  • Es conveniente que los episodios de alimentación durante la noche sean breves y aburridos. Se trata de lanzarle el mensaje de que la noche es para dormir. Cuando se despierte durante la noche para comer, no encendamos la luz, aliméntalo pronto y en silencio. Si necesita cambiarle el pañal, hacerlo con el menor estímulo posible.
  • Cuando el bebé se despierta llorando es necesario calmarle, el que parece mejor método es el movimiento delicado y acariciarle; el movimiento enérgico es contraproducente porque fuerzan un estado de sueño más ligero. Los padres deben encontrar el método más eficaz para apaciguar a su hijo y utilizarlo siempre. ¡Orden y rutinas ayudan a dormir!.
  • Como véis todo lo dicho hasta ahora ronda alrededor del hábito, pero hay otros hilos que también se mueven, por un lado las “características del niño”, su madurez cerebral o su temperamento y por otro “problemas” con el apego. El apego es el vínculo afectivo que el bebé establece con la madre o con la persona que lo cuida la mayor parte del tiempo. Si vamos respondiendo a las necesidades del niño, lo alimentamos cuando lo pide, mantenemos el contacto físico y emocional que nos demanda…irá construyendo un apego seguro, es la base, los cimientos de su personalidad. Un apego seguro permite también una buena separación, sin ansiedad. El hecho de dormir implica de algún modo una separación, por tanto se mueven otros hilos muy finos en el momento de dejarlo en la cuna para dormir.

Y ya en concreto para tí algún apunte más… en la página 25 de la Guía de Práctica Clínica sobre Trastornos del Sueño en la Infancia y Adolescencia en Atención Primaria hay unos percentiles del sueño, sí al igual que con el peso y la talla, verás la variabilidad, pero no debe preocuparte si duerme más o menos de día, recuerda que tú sólo debes facilitarle el sueño y dejarla…en el poco recorrido de vida que lleva tu hija, reconducir los hábitos que no van bien es una tarea sencilla, sí ya se que parece difícil, sólo debes estar convencida de lo que hay que hacer por su bien y no estoy hablando de dejarla llorar… es ir modificando teniendo claro en la cabeza lo que hay que hacer e ir poniéndolo en marcha con el corazón. Al ritmo que quieras pero andando el camino hasta el objetivo que es dejarla que concilie el sueño sola, así de claro.

Por último os dejo el enlace con una conferencia del Dr. Oscar Sans, pediatra, neurofisiólogo y experto en sueño; merece la pena sentarse tranquilamente y conocer lo que dice un experto con sentido común.

Aconsejamos…

Entre los temas que hablamos con los padres en la primera visita del recién nacido están las recomendaciones a la hora de dormir o las pautas para la prevención de la plagiocefalia postural. Desde que leí cómo lo dice Ana Martínez Rubio, pediatra en Sevilla, uso sus palabras que no sólo son didácticas, también saben a poesía.

Para jugar, boca abajo,

para dormir, boca arriba,

y siempre que puedas, en brazos…

en brazos le contienes, se ve en el mundo seguro,

en brazos para el consuelo, para el juego y las caricias,

en brazos para miraros, para hablaros y la risa.

…en brazos para el apego…

Los buenos tratos a la infancia


Acabo de leer un libro: Los buenos tratos a la infancia con el subtítulo: parentalidad, apego y resiliencia de Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan.
El libro aborda el problema de los malos tratos: cómo prevenirlos y cómo curarlos. O visto desde otra óptica: dónde y cómo se aprenden los “buenos tratos” y qué hacemos con quienes no lo aprendieron.

El punto de partida parece ser el apego. “Las experiencias de apego sano crean personas capaces de tratar bien a otros, de conectarse con sus necesidades, de contener y reparar sus sufrimientos. Pero si las experiencias tempranas no han sido de apego sano, es posible repararlas a través de nuevas experiencias de apego, como adultos.”

Y plantean el trabajo al igual que dice la tradición keniana “hace falta toda una aldea para criar a un niño”, es decir, “mientras aislemos a la díada madre-hijo, mientras los padres no participen en la crianza de los niños y niñas y la comunidad se mantenga al margen de lo que ocurre en el interior de la familia, más difícil será la tarea de lograr el bienestar infantil”. Los buenos tratos no depende exclusivamente de las capacidades de la madre o el padre biológicos, sino de toda la comunidad, que debería convertirse en fuente de apegos múltiples, de las instituciones que han creado las comunidades para colaborar en la crianza y deben suplir las deficiencias en recursos y en capacidades de los adultos responsables de los niños.

Hay capítulos especialmente interesantes y de los que haré alguna reseña como “Las necesidades infantiles”, “Familiaridad y competencias: el desafío de ser padres” en el que habla de la parentalidad sana, competente y bientratante y de la parentalidad disfuncional, incompetente y maltratante o “Las manifestaciones del sufrimiento infantil por malos tratos.”

El libro contribuye a abrir camino hacia hacia una cultura del buen trato en la que todos estamos involucrados.

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