¿Se puede prevenir la alergia alimentaria?

Publicado en el diario Información

La alergia alimentaria es una reacción exagerada del sistema inmunitario tras haber ingerido un determinado alimento. Ese alimento, por sí mismo, es inofensivo para las personas no alérgicas. Tampoco depende de la cantidad de alimento que se ingiere, cantidades mínimas provocarán la reacción. Puede aparecer a cualquier edad, aunque es más frecuente en los primeros años de vida.

¿Qué manifestaciones clínicas tiene la alergia alimentaria? Suele iniciarse a los 30-60 minutos de ingerir el alimento y los síntomas son muy variados, desde problemas de piel como picor, urticaria, hinchazón de labios y/o párpados, vómitos, diarrea… hasta síntomas más graves como
dificultad al respirar o shock anafiláctico.

Antes de continuar es necesario aclarar que alergia alimentaria no es lo mismo que intolerancia. En las intolerancias alimentarias no está involucrado el sistema inmunitario, por tanto el cuerpo no siente que está siendo atacado y en consecuencia los síntomas, aunque pueden ser parecidos, son de menor gravedad. En las intolerancias sí influye la cantidad de alimento ingerido: a más cantidad de alimento, más intensas son las manifestaciones clínicas.

¿Qué alimentos son los más frecuentemente responsables de las alergias? En los niños y en nuestro medio son el huevo, la leche de vaca, el pescado, los frutos secos, los mariscos, las legumbres, los cereales, algunas frutas y algunas especias.

¿Podemos prevenirlas? Recientemente la Academia Europea de Alergología e Inmunología Clínica ha actualizado sus recomendaciones para la prevención del desarrollo de alergias alimentarias en lactantes y niños pequeños.
Entre estas nuevas recomendaciones destacan:
* La introducción del huevo cocido, en cantidad de medio huevo o un huevo pequeño 2 veces por semana, entre los 4 y los 6 meses de edad. Aunque se hable de introducción de huevo en este intervalo, seguimos recomendando mantener la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses.
* Evitar, en bebés alimentados con lactancia materna, la suplementación con fórmula con proteína de leche de vaca durante la primera semana de vida. En los casos en los que se precise suplemento en este periodo de tiempo se propone hacerlo con leche materna donada, fórmula hidrolizada o fórmula elemental. A partir de la primera semana no hay contraindicación ni mayor riesgo de alergia si se utiliza este tipo de fórmula.
* Evitar usar fórmulas de soja en los primeros 6 meses de vida ya que contiene alto contenido en fitatos, aluminio y fitoestrógenos.
* No evitar alimentos potencialmente alergénicos durante el embarazo y la lactancia. No se ha demostrado que se reduzcan las alergias alimentarias cuando las mujeres los evitan. De hecho, la restricción dietética puede ser perjudicial tanto para la madre como para el niño ya que puede causar déficits nutricionales.

Cuando ya sabemos los alimentos a los que se es alérgico, la única manera de prevenir es evitar el consumo del alimento que provoca la reacción. Es clave conocer la composición de los alimentos que se van a ingerir, de ahí la necesidad de etiquetados claros. Nos obligará siempre a leer los ingredientes que constan en la etiqueta si queremos evitar cualquier susto.

En la normativa de la Unión Europea existen en la actualidad un total de 14 alérgenos reconocidos: cacahuetes, frutos secos de cáscara, soja, mostaza, huevos, altramuces, leche, pescado, cereales que contengan gluten, sésamo, apio, dióxido de azufre y sulfitos, moluscos y crustáceos. Los fabricantes de los alimentos comercializados en la Unión tienen la obligación de incluirlos en su etiquetado de manera destacada. Los científicos de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria y de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición asesoran en la legislación del etiquetado de alimentos, garantizando que los envases y la publicidad presenten la información precisa.

Por último, estar atentos cuando se coma fuera de casa, solicitando los ingredientes de cada plato e informando de la alergia. En casa, cocinar para todos los miembros de la familia prescindiendo del alimento; si no es posible, extremar las medidas usando utensilios exclusivos o evitando que esté en la cocina, pues a veces la inhalación del alimento puede desencadenar también la reacción.

Crianza respetuosa

Hoy en el diario  Información

El pasado 2 de septiembre se celebraba el Día Internacional de la Crianza Respetuosa. Como todos los “Días de…” el objetivo es poner el foco de atención en un tema, ya sea para reivindicar, dar visibilidad, concienciar… en este caso ponemos la mirada en la importancia de una crianza basada en los estudios que John Bowlby desarrolló como “teoría del apego” y desde entonces ampliamente avalada.

Precisamente se escogió el 2 de septiembre por ser la fecha del fallecimiento de John Bowlby, psicólogo y psiquiatra inglés del siglo pasado. Dedicó su vida al estudio del desarrollo infantil poniendo de relieve la importancia de las relaciones tempranas. Consultor de salud mental de la Organización Mundial de la Salud durante más de dos décadas, trabajó con niños sin hogar tras la Segunda Guerra Mundial asesorando acerca de los problemas que la “privación materna” provocaba.
Conclusiones de sus primeros estudios son que “consideramos esencial para la salud mental que el bebé y el niño pequeño tengan la vivencia de una relación cálida, íntima y continuada con la madre, o sustituto materno permanente, en la que ambos hallen satisfacción y goce” o “el hambre que tiene el niño pequeño del amor y la presencia de su madre es tan grande como su hambre de alimentos”. Establece la importancia de las relaciones en los primeros meses de vida, vitales y determinantes del funcionamiento de su personalidad en el futuro y la necesidad de un vínculo emocional sólido que le dé seguridad y tranquilidad. Así construye el bebé los cimientos sobre los que se desarrollará y aprenderá.
A partir de sus estudios y los realizados por otros científicos de su época, que observaron las relaciones tempranas en animales, elabora su teoría del apego en la década de los 60.

Años después, el pediatra norteamericano William Sears acuñó el término Attachment parenting, es decir, paternidad con apego, que es lo que se ha denominado en español Crianza respetuosa.
La Crianza respetuosa es un estilo de atender las necesidades del bebé, es un acompañamiento atento y amoroso.

El Dr. William Sears definió ocho puntos para ponerla en práctica:
Lazos afectivos desde el nacimiento. Es decir, fomentar el contacto piel con piel desde el momento que nace. Es el placer y la seguridad de estar juntos.
Lactancia materna. No voy a entrar en sus ventajas, que todos sabemos. Pero una madre que, si por opción o por necesidad, hace una lactancia con biberón puede crear el mismo vínculo. Es un momento de estar presente, de hablarle, de miradas… con la teta o con el biberón.
Llevar al bebé encima. En la cercanía, en el contacto, encuentran cobijo y se sienten más tranquilos. Se aconsejan portabebés o fulares. Yo añado llevarlos tomados, en brazos o apoyados en la cadera. Hace ya años escribía estas recomendaciones:
siempre que puedas, en brazos…
en brazos le contienes, se ve en el mundo seguro,
en brazos para el consuelo, para el juego y las caricias,
en brazos para miraros, para hablaros y la risa.…
en brazos para el apego.
Dormir cerca del bebé.
Atender el llanto del bebé puesto que es su lenguaje. Es la forma de decirnos que no está bien, de disconfort. No necesariamente que pasa algo grave, es que tiene hambre, necesita contacto…
Tener cuidado con las rutinas, que estén en función de las necesidades del bebé y no de la de los adultos.
Mantener el equilibrio a la hora de educar. Es decir equilibrio entre “amor y autoridad” o “cariño y normas” o “autoridad afectiva”.
Si hay dos miembros progenitores, ambos han de implicarse en la crianza, en atender sus demandas, su educación y en los valores que se le quieren transmitir.

En definitiva, una forma de criar, de educar a nuestros hijos e hijas basada en el cariño, el respeto y el diálogo.

¿Es necesario volver a hablar de protección solar?

Con las buenas temperaturas y las ganas de salir que tenemos las playas se han llenado. Y como otros años, al llegar la temporada veraniega, hablamos de protección solar. Pero ¿es necesario?.

A estas alturas sabemos mucho del tema, llevamos años dando información acerca de los peligros que supone la exposición a la luz solar, principal factor de riesgo para el desarrollo de cáncer de piel. Todo empieza por las mutaciones en el material genético de las células de la piel provocadas por los rayos ultravioleta (UV). A corto plazo esta radiación provoca la quemadura solar y a la larga cáncer de piel. Es verdad que vemos menos quemaduras pero los casos de cáncer de piel aumentan cada año. Aunque afectan a los adultos, sabemos que la radiación UV del sol, acumulada durante la infancia, es la que implica el mayor riesgo. Nuestra piel tiene memoria y almacena las sucesivas veces que la hemos sometido a un sol excesivo. 

Está demostrado que la piel de un niño es más susceptible al daño derivado de la radiación UV, sus mecanismos de defensa son menos eficaces y además son los años de mayor exposición solar.

Por todo ésto vuelvo a insistir en la necesidad de una correcta fotoprotección. Es muy importante lograr una mayor concienciación social y cambiar de una vez por todas nuestros hábitos de exposición solar. 

Hablar de fotoprotección es hablar de sentido común. Ir tapado con ropa, limitar el tiempo que pasamos al sol y ponernos siempre que podamos a la sombra, es la protección mas fácil, lógica y eficaz. Y esto vale para todas las edades y todos los tonos de piel. 

Siempre insistimos en evitar estar al sol, sobre todo, entre las 11 de la mañana y 4 de la tarde y exponerse progresivamente.

En cuanto a los fotoprotectores, sabéis que pueden ser químicos, físicos o mixtos y que no es aconsejable su uso en menores de 6 meses. Los químicos absorben la radiación solar y la transforman en otros tipos de energía que no produce daño cutáneo. Los físicos o pantallas minerales actúan como una barrera física, dispersan y reflejan la radiación lumínica que incide sobre ellos, son los menos cosméticos porque actúan como pantalla opaca, son menos alergénicos y están especialmente indicados en niños. 

El Factor de Protección Solar (SPF) es un índice que mide la capacidad protectora. Usaremos un SPF mínimo de 30. Tampoco superior a 50 porque no aporta nada. Nunca utilizar aceites solares.

Aplicarlo 30 minutos antes de salir al aire libre y repetir cada 2 horas, tras estar tiempo en el agua o sudar mucho. 

Otras medidas: ir tapados con ropa, utilizar gafas de sol para proteger los ojos; llevar sombrero, mejor si es con ala ancha para proteger cara, orejas, nariz y cuello. 

En cuanto a qué ropa es la más adecuada, tendríamos que usar prendas de vestir frescas, ligeras, que cubran la mayor superficie corporal. Afortunadamente también se vienen fabricando prendas con tejidos que ofrecen protección frente a los rayos UV para las actividades al aire libre. El Factor de Protección Ultravioleta (FPU) de un tejido es el equivalente al FPS en cremas solares. Tejido con FPU a partir de 15 se considera una buena protección.

Tomar conciencia de lo importante que es cambiar nuestros hábitos de exposición solar no solo es una medida de prevención frente al cáncer de piel, es también otro hábito de vida saludable en el que estaremos educando a nuestros hijos e hijas desde la infancia.

Otras entradas acerca de fotoprotección:

¿Qué protector solar me aconseja?

Hablemos de ropa y protección solar 

Estos días de verano… ¡Protégelos! 

Fotoprotección en la infancia: ¿somos unos histéricos de la fotoprotección? 

Fotoprotección en la infancia 

Las vacunas como solución

Publicado hoy en el diario Información

Pasar tanto tiempo en casa me supone más tiempo de lectura. No soy la única, lo vienen diciendo los titulares de prensa: “El número de lectores aumentó durante el confinamiento”, ”La venta de libros digitales en España crece un 43% en el año de la pandemia”.

Uno de los últimos libros leídos ha sido “Némesis” de Philip Roth. Cuando terminé de leerlo pensé que cuando unos padres dudaran acerca de si vacunar o no a su bebé empezaría por recomendarles que lo leyeran. Es verano de 1944 en la ciudad de Nueva Jersey y, como otros veranos, empiezan a aparecer casos de polio… a partir de ahí conocemos en primera persona a los que van enfermando y los estragos de la epidemia. Todavía no se disponía de vacuna frente a la polio.

En España, en los años 1958 a 1963 se notificaron las cifras más altas de polio de la segunda mitad del siglo. En el año de mayor incidencia, 1958, la tasa fue de 700 casos por millón de habitantes, causando muchas muertes y parálisis a unos 2.000 niños al año.
En mayo de 1963, mediante un programa piloto, se inició la vacunación sistemática a los niños y niñas de las provincias de León y Lugo. En noviembre de ese mismo año se extendió al resto del territorio nacional. En 1988 se notificaron los últimos casos de polio autóctonos en España.

No solo ha sido la polio la beneficiada por la vacunación, otra muchas enfermedades que se cebaban en la infancia, difteria, tosferina, sarampión, rubeola, varicela, paperas, meningitis… van pasando a segundo plano gracias a las vacunas, que no se nos olvide.
Y gracias a toda la investigación en vacunas hemos podido disponer en un tiempo récord de una vacuna frente a la COVID-19. Llevábamos mucho camino andado.
Ahora toca preguntarnos ¿vamos a vacunar a la infancia y adolescencia frente a la COVID?.

Si hay un aspecto “positivo” en esta pandemia, es que está respetando a los niños y niñas, afortunadamente no son los protagonistas. Como si se tratara de una plaga bíblica, está pasando de largo sin afectarlos apenas. Tienen un cierto entrenamiento inmunitario frente al SARS-CoV-2 porque desde que salen al mundo se van enfrentando a tantos y tantos virus, incluidos otros coronavirus similares. Este entrenamiento les protege. Son capaces de desarrollar una respuesta inmune que controla rápidamente la infección antes de que el virus replique, frenando la infección a nivel local. Transmiten menos, pero la carga viral en niños y adultos son similares. Por todo esto no han sido prioritarios los estudios en niños y no toca de momento vacunar.

Hasta ahora ninguna de las vacunas existentes frente a la COVID-19 están autorizadas en menores de 16 años puesto que no se ha probado su eficacia ni su seguridad por debajo de esta edad. Pero todas las empresas farmacéuticas están realizando ensayos clínicos en niños y adolescentes y en un futuro próximo estarán concluidos los estudios. Por ejemplo en Pfizer-Biontech han comprobado ya la eficacia en mayores de 12 años y han iniciado estudios en bebés desde los 6 meses y hasta 11 años. Janssen también ha iniciado estudios en mayores de 6 meses en el que participan niños españoles.
Finalizados los estudios y vacunada la población adulta, será el momento de acometer la vacunación en los más pequeños para impedir que se conviertan en un reservorio del virus. Se debe dar prioridad a los que son de riesgo y a los adolescentes.

Protegerlos frente a la COVID-19 es una necesidad práctica, pues contribuye entre otros beneficios a alcanzar la inmunidad de grupo, y una obligación ética.

Semana Mundial de la Lactancia Materna 2020

En la mayoría de los países se celebra del 1 al 7 de agosto la Semana Mundial de la Lactancia Materna, este año con el lema “Apoyar la lactancia materna para un planeta más saludable”. Años anteriores he escrito con este motivo en maynet: Aquí, aquí

Este año tenía pendiente escribirlo, pero después de leer el magnífico y contundente artículo del Dr. José María Paricio «La lactancia, saludable para la humanidad y el planeta», publicado en la web APILAM no me siento capaz. Sólo queda aplaudir. Muchas gracias José María por el artículo y por tu trabajo en defensa de la lactancia materna.

Las secuelas de un tsunami llamado coronavirus

Publicado hoy en Información

No puedo empezar a hablar de secuelas de este tsunami que estamos viviendo, sin dirigirme primero a las familias que han perdido a un ser querido, a las que han vivido la enfermedad en carne propia y en soledad, a las que han vivido o viven la incertidumbre de tener enfermo, cerca o lejos, a un hijo, un padre o una madre, un hermano, su pareja.… A todos ellos nuestro recuerdo, nuestro apoyo y cariño, en nombre de la Asociación de Pediatría Extrahospitalaria de Alicante, desde este rincón que el periódico Información nos regala.

Este es un espacio en el que hablamos de Pediatría desde hace unos 30 años, por eso me centraré en otras consecuencias que el tsunami coronavirus nos deja. Y es que hay que planificar la organización de la Pediatría en Atención Primaria. Aunque son tiempos de incertidumbre es de prever que los próximos meses… el próximo invierno, serán diferentes y supondrá un cambio en la forma de atender a los niños.

En estos meses de confinamiento las consultas están siendo mayoritariamente telefónicas. Vosotros, padres y madres, habéis sabido gestionar las fiebres, las toses… creo que todos hemos sido conscientes de lo “empoderados” que estáis, por utilizar esta palabra tan de moda. Hemos ensayado otras formas de consulta que han demostrado su utilidad y que debemos seguir mejorando, permitiendo el envío de imágenes y vídeos o realizar videoconferencias. No es solo que sea necesario mantener las consultas telefónicas, es que ha llegado el momento de tener acceso desde el Sistema Público a la telemedicina. Daremos así un gran paso en actualizarnos a las “nuevas” tecnologías. Los profesionales sanitarios lo veníamos demandando.

Las consultas presenciales han de ser espaciadas con el objetivo de mantener las salas de espera lo mas vacías posible y eso supone limitar el número de consultas y realizar un triaje telefónico antes de acudir.
Es importante que habléis con vuestros hijos e hijas y les expliquéis que ahora, para luchar contra el coronavirus, su pediatra va a ir vestido de otra forma para que no se asusten al entrar, sobre todo los más pequeños. A éstos podéis decirle que es el traje, o el disfraz, que tenemos para asustar a los coronavirus y que no entren a la consulta.
A los mayores evidentemente una explicación más real, tenemos que estar protegidos y por eso además de la mascarilla podemos llevar una pantalla en la cara, bata verde o incluso un EPI.

Es probable que tengamos que tomar medidas de sentido común, como estratificar los horarios de consulta para que haya tramos sólo de niños y adolescentes que acuden a revisiones y a vacunación.

En cuanto al Programa de Salud Infantil, en unas semanas habremos actualizado los calendarios de vacunación que se habían suspendido. Continuaremos con las vacunaciones de escolares y adolescentes. Es necesario mantener las excelentes coberturas vacunales que siempre hemos tenido.

Pero es necesario replantear muchas de las cosas que por inercia se han estado haciendo y que llevábamos tiempo queriendo actualizar. Pues ese tiempo ha llegado.
Uno es el de los informes de salud escolar, “como documento sanitario de utilización obligatoria para el acceso a un centro escolar”.
Todos tenemos claro que la educación es un derecho de todo niño, que se rige, entre otros, por los principios de no discriminación y además es obligatoria. Pues bien, solo en nuestra Comunidad seguimos realizando dichos informes que además vulneran el Reglamento de la UE 2016 del Parlamento Europeo relativo a la protección de datos personales y vulneran los derechos a la intimidad del menor que se regula en la Ley Orgánica 3/2018 de Protección de Datos Personales.
Para terminar esta diatriba jurídica, la Orden de la Conselleria que obliga a la realización del Informe de Salud Escolar es de rango inferior y debe entenderse como derogada por la legislación de 2016 y 2018.

Sólo está justificado informar, con el visto bueno de los padres, de aquellos problemas de salud que precisen dar la atención necesaria a un alumno concreto. La mayoría de los datos que se solicitan son irrelevantes y repito, vulneran los derechos del menor.

Seguiremos realizando las revisiones a los 3, 6 y 12 años, porque son edades en las que es conveniente realizarlas para detectar determinados problemas, por ejemplo a los 12 años problemas de columna, coincidiendo además con la administración de vacunas.

Me he extendido más de lo habitual. Seguiré hablando de las secuelas del tsunami coronavirus, porque es también una oportunidad de mejora en la atención sanitaria a la infancia y adolescencia.