Tratamiento del resfriado común

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Como enfermedad vírica ya sabemos que disponemos sólo de tratamiento sintomático.
Nuestro objetivo es “acompañar” al niño ofreciéndole los cuidados y la medicación necesaria para que pase esos días lo mejor posible.
Repasemos pues los síntomas: obstrucción nasal y moco, tos, a veces también fiebre, malestar general, pérdida de apetito y en lactantes también puede haber síntomas digestivos (diarrea, vómitos).
En esta primera parte hablaré de la obstrucción nasal y el moco y en una segunda de la tos. La fiebre bien merece capítulo aparte.
La obstrucción nasal y el moco:
• En el lactante y en el niño pequeño es aconsejable que duerma boca arriba, ligeramente incorporado (recordad que hasta los 2 años no debemos usar almohadas por el riesgo de asfixia al colocarse el bebé bajo ella y no tener todavía la habilidad para salir).
Lavados nasales con suero fisiológico siempre que dificulte la succión en el lactante. Si un bebé es capaz de succionar la teta o el biberón, aunque tenga moco, no será necesario el lavado nasal. Cuando veamos que dificulta la alimentación o el sueño procederemos a realizarlo. Si nunca lo habéis hecho aconsejo que en una de las visitas al Centro de Salud o a vuestro pediatra pidáis que os enseñen. En niños más mayores es casi misión imposible, por lo que debéis de enseñarle a sonarse lo antes posible. La soluciones de agua marina pueden usarse y son menos molestas para el niño, pero más caras.
• En casa el ambiente será sin humo (aprovecho para insistir en que en vuestro hogar no se debe fumar) y en invierno, con algunos sistemas de calefacción, el ambiente está muy seco, por lo que es aconsejable aumentar la humedad con humidificadores.
• ¿Y los descongestivos nasales aplicados en la nariz?, existen, pero no los usamos en pediatría, es más, no aconsejo usarlos tampoco en los mayores. En ficha técnica hay algunos que están aprobados en niños, pero advierten que su uso debe ser muy limitado y dado el número de días que pasará con mocos no nos son útiles.
• ¿Y de qué medicamentos disponemos para el moco?: Usamos fármacos de 2 grupos por vía oral: antihistamínicos y mucolíticos.
Podemos resumir brevemente el efecto de los antihistamínicos diciendo que disminuyen el moco porque lo espesan. Es obvio que no deberíamos usarlos como tratamiento en el resfriado común.
Los mucolíticos, por el contrario, reducen la viscosidad del moco. Pero el mejor mucolítico es el agua y el único que no tiene efectos secundarios, de ahí la importancia de recomendar abundante ingesta de líquidos y vaporterapia.

Isabel Rubio

Tratamiento etiológico / Tratamiento sintomático

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Antes de entrar en el tratamiento del catarro de vías altas creo necesario hacer un paréntesis y explicar ¿qué es un tratamiento etiológico?,  ¿qué es un tratamiento sintomático?. Es sencillo.

Ante cualquier enfermedad infecciosa (provocada por virus, bacterias, hongos) nos plantearemos poner un tratamiento.
Si el tratamiento se dirige a atacar las causas de la enfermedad hablamos de tratamiento etiológico. Un ejemplo: Bastantes de las amigdalitis pultáceas son causadas por bacterias y disponemos para tratarlas de los antibióticos (anti + biótico) que son sustancias químicas que destruyen a los microorganismos. Otro ejemplo: Algunas de las dermatitis del pañal del lactante están producidas por hongos, que tienen en esa zona húmeda y al amparo del pañal un fácil crecimiento; podemos aplicar un tratamiento etiológico porque disponemos de antimicóticos en crema que destruyen a los hongos o anulan su crecimiento o reproducción.

En el caso de la mayoría de las enfermedades que son producidas por virus nos limitamos a poner un tratamiento sintomático, es decir, un tratamiento que se dirige al alivio de los síntomas. Y así, si hay fiebre podemos dar antitérmicos, si hay dolor analgésicos, si tos muy molesta antitusígenos…
Con el tema de la gripe A, con el que todos hemos aprendido mucho, saltó a la opinión pública el debate del uso de los antivirales fuera del ámbito hospitalario, en el que hasta ese momento estaba restringido su uso. Dados los efectos secundarios de éstos su uso está limitado a enfermedades víricas graves.
Por tanto, en las enfermedades víricas, tan frecuentes en la infancia, sólo aliviamos los síntomas del niño (sólo tratamiento sintomático) y en las enfermedades bacterianas o micóticas pondremos un tratamiento etiológico y, si lo precisa porque tiene fiebre o dolor, también sintomático.

Isabel Rubio

Resfriado común o Catarro de vías altas

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El resfriado común es la enfermedad más frecuente de todas las que afectan a los humanos. La causa, un gran número de virus con nombres como rinovirus, coronavirus, adenovirus…
¿Cómo nos contagiamos?: llegan los virus a nuestro organismo a través de las gotitas que expulsamos al toser o hablar o a través de contacto directo con moco, de ahí la importancia de las medidas higiénicas que todos conocemos y que constituyen la mejor prevención: lavado de manos, usar pañuelos desechables o taparse la boca al toser o estornudar.
Al cabo de unos 2 días, que constituye lo que llamamos periodo de incubación, provocan en nosotros los mismos síntomas: puede haber fiebre (que a menudo precede al resto de los síntomas) que en ocasiones es alta en los primeros 2- 3 días, moco, al principio acuoso y en horas se hace más espeso, obstrucción nasal, tos, estornudos, lagrimeo y congestión ocular. En los lactantes hay más afectación del estado general, rechazo del alimento o dificultad para alimentarse por la obstrucción nasal y también vómitos o diarrea acompañando al cuadro catarral.
El catarro se contagia sobre todo los primeros días y la duración suele ser de unos 7-10 días aunque puede persistir la tos algunos días más.
Como hablaba días anteriores en los procesos infecciosos recurrentes en los niños que acuden a guarderías, cuando está terminando con un proceso se contagia con un nuevo virus y la impresión para los padres es que ha empeorado y en realidad es que ha iniciado un nuevo catarro y empezamos de nuevo a contar los 7-10 días hasta que se resuelva.
Los niños sufren unas 100 infecciones respiratorias los primeros 10 años de vida, la mayor parte de las cuales se producen antes de los 3 años, lo que explica que muchos niños pequeños presenten casi constantemente moco y tos.

Isabel Rubio

Mi hij@ va a la escuela infantil (cont.)

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El primer año que el niño asiste a la escuela infantil presentará un número variable de infecciones (generalmente más de 8 ) pero la impresión de los padres y de los pediatras es que sumará un proceso tras otro a lo largo de ese primer otoño-invierno que acude a la escuela.
Es lógica por tanto la preocupación de los padres e incluso se plantean si tantas infecciones son el inicio de una enfermedad crónica o que puedan ser la manifestación de una alteración de su sistema de defensas… pero en realidad es la expresión del proceso normal de maduración del sistema inmunológico.
La mayoría de las infecciones serán catarros de vías altas, una media de 8-10 al año y dado que durante algunos meses del año estas infecciones están prácticamente ausentes, la incidencia se acerca a dos cuadros por mes. A esto hay que añadirle la duración de los mismos: unos 7 días, aunque la tos y el moco pueden persistir unos días más. Como el periodo de incubación del resfriado común es corto, sólo 2-4 días, si terminando el proceso está en contacto con otra fuente de infección (otro niño con otro virus) es probable que el final de su catarro se solape con el inicio del siguiente. El intervalo libre de enfermedad es, en estas condiciones, difícil de apreciar.
Suelo decirles a los padres que observen si cuando ya va estando mejor del catarro (aunque todavía tenga moco y tos) inicia estornudos, ojos llorosos, moco “como agua”, transparente, está más molesto y a veces también con fiebre…es el inicio de un nuevo proceso y por tanto empezamos a contar de nuevo los días de evolución de este catarro: otros 7-10 días.
Dejo pendiente hablar extensamente del catarro, causa de tantas consultas en nuestros centros de salud y en los servicios de urgencias.
Pero otras infecciones también son más frecuentes en los niños que asisten a la escuela infantil, por ejemplo existe una asociación clara entre la asistencia a guarderías y el riesgo de presentar otitis media aguda. Ese riesgo es asumible en niños previamente sanos y sin problemas asociados a nivel otológico (otitis previas o hipoacusia); pero en el caso de niños con complicaciones de oído, con convulsiones febriles o problemas cardiorrespiratorios el riesgo puede tener cierta repercusión y condicionar la decisión familiar.

Isabel Rubio

Mi hij@ va a la escuela infantil

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Para la mayoría de los padres no es fácil la decisión de llevar a la escuela infantil a su hij@.
Aún cuando los padres ya tienen la decisión tomada como la mejor solución, persisten dudas, contradicciones, aparece la angustia que conlleva la primera separación, la culpa…

Empezamos con la adaptación, los llantos…y cuando parece atenuarse esta pesada carga emocional aparece la primera enfermedad: cualquier proceso febril, un catarro…y de nuevo se desata la duda: “¿hemos hecho bien en escolarizarlo?”, “¿no será muy pequeño?”, “¿vamos a estar todo el invierno así?”, preguntas que se trasladan de la casa a la consulta del pediatra.
Desde el respeto a la decisión que los padres han tomado de escolarizar a su hijo, mi posición es la de ayudarles en el periodo de adaptación, posibilitando un espacio y un tiempo donde sacar su angustia, sus dudas. Es necesario informarles que los niños pequeños son más vulnerables a las infecciones dado que su sistema inmunitario (de defensa frente a los gérmenes) es inmaduro y, además, por el contacto estrecho entre los niños se facilita la transmisión de enfermedades infecciosas. El niño en su primer año de escolarización va a sufrir el bombardeo de gran cantidad de gérmenes (en su mayoría virus) pero la gran mayoría de estas enfermedades serán procesos banales, sobre todo catarros de vías altas.
Insisto también en que respeten las normas sanitarias de la escuela infantil, pues así protegen a su hijo; en el caso de que ambos trabajen deben tener una solución buscada (abuelos, canguro…) para esa mañana que amanece el niño con fiebre y no lo llevarán. Respetar las normas sanitarias no es sólo pensando en que exponen a los demás niños al contagio, sino porque su hijo precisará unos cuidados que la escuela infantil no puede ofrecerle.

Isabel Rubio

INFECCION URINARIA EN NIÑOS. RECOGIDA DE MUESTRA DE ORINA

La infección del tracto urinario es una de las infecciones bacterianas más frecuentes en niños. Se estima que al finalizar la edad pediátrica el 8-10 % de las niñas y el 2-3 % de los niños ha padecido una infección de orina.
En todo niño con sospecha clínica de infección de orina se debe obtener una muestra de orina con el fin de confirmar el diagnóstico.

La correcta recogida de orina es la base para el diagnóstico de infección urinaria.
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RECOGIDA DE MUESTRA DE ORINA EN NIÑOS
I. NIÑOS QUE NO CONTROLAN ESFINTERES:

1.- Lavado de manos riguroso y preparamos el material necesario.
2.- Higiene de los genitales: lavaremos los genitales con agua jabonosa (no con antisépticos). En los niños bajaremos el prepucio y si no es posible realizaremos una concienzuda limpieza de los pliegues y del meato urinario; en las niñas separaremos los labios y limpiaremos retirando restos de crema y suciedad. Después enjuagar con agua y secar con gasas estériles; en las niñas secar de delante hacia atrás.
3.- Colocación del colector de orina. Es conveniente manipularlo lo menos posible porque viene estéril.
Si en 30 minutos no se recoge orina es necesario iniciar el proceso de nuevo para cambiar la bolsa adhesiva.
4.- Una vez recogida la orina se retira el colector y se introduce en el bote estéril, abierto en ese momento, no antes. Guardaremos en nevera hasta su llegada a laboratorio.

II. NIÑOS QUE CONTROLAN ESFÍNTERES:

1.- Lavado de manos y preparación del material.
2.- Lavar los genitales externos con agua jabonosa (no usar antisépticos). En los niños bajar el prepucio y si no es posible totalmente, descubrir al máximo el glande para realizar una escrupulosa limpieza. En las niñas separar bien los labios y limpiar retirando restos de suciedad. Enjuagar con agua y secar con gasas estériles de delante hacia atrás.
3.- Abrir entonces el bote estéril procurando manipularlo lo menos posible.
4.- Iniciar la micción recogiendo en el bote estéril orina a mitad de chorro. Guardaremos en nevera hasta su llegada a laboratorio.

Isabel Rubio

Mi agradecimiento a las enfermeras MªLuisa Fdez-Caro y Virtudes Milan y a las doctoras Carolina Torres y Carmen Navarro de la Unidad de Nefrología Pediátrica del Servicio de Pediatría del Hospital Comarcal de Elda por lo que aprendimos en la sesión de ayer.