Otra vuelta al cole con mascarilla

Empieza el curso escolar. Otro curso más transitado por la pandemia.
Vuelven a abrir las escuelas, colegios e institutos con mascarillas, geles, distancia… pero con la ventaja de la experiencia del curso anterior y la vacunación completa de los adultos y buena parte de los adolescentes. Por otro lado, en negativo, tenemos unas condiciones epidemiológicas con una incidencia superior a la deseable, que va descendiendo muy lentamente, y la variante Delta circulante de alta contagiosidad.

Llevamos ya mucho recorrido. Hemos ido adaptándonos y atrás quedan las incertidumbres y los miedos que toda la comunidad educativa tuvo que gestionar en el inicio del curso pasado.
Las medidas tomadas funcionaron, por eso mantenerlas sería lo más prudente.

Como recomienda la Asociación Española de Pediatría, desde el punto de vista preventivo, no deben suprimirse ninguna de las medidas tomadas el curso pasado. Se ha de seguir la vigilancia y monitorización estricta de las infecciones en las escuelas. Las mascarillas obligatorias en los mayores de 6 años. Ventilar, ventilar y ventilar los espacios cerrados. Continuar las medidas de limpieza e higiene adicionales. Mantener los grupos burbuja del menor número posible para disminuir la interacción generalizada y garantizar una buena trazabilidad de los casos positivos y sus contactos. Cualquier persona enferma (escolar, personal docente o no docente) no debe acudir a la escuela y si hay sospecha de estar infectada por el SARS-CoV-2 debe descartarse o confirmarse antes de su incorporación. Si lo está, deberá completar el aislamiento.
Es importante también que todo el personal que trabaja en la escuela, docente y no docente, esté vacunado frente a la COVID.

Pero la realidad con la que nos encontramos mayoritariamente en Infantil y Primaria es la vuelta a las ratios prepandemia. La dotación de profesorado de apoyo ha disminuido en las escuelas y no permite mantener las ratio del curso pasado.
La bajada de ratios no sólo era una medida “preventiva” importante por lo que supone de limitación del número de contactos, es también una mejora educativa. Y las mejoras que la pandemia ha traído a la escuela deben quedarse.
Que se lograra el curso pasado bajar ratios con refuerzos de plantilla docente o la sustitución del personal de baja laboral no dejan de ser aspectos básicos de un sistema educativo de calidad.

Hemos aprendido mucho en este tiempo de pandemia y lo aprendido se ha incorporado a nuestras vidas, a nuestros centros educativos. La mejora de los hábitos de higiene, la ventilación de los espacios o el aumento de actividades al aire libre han hecho más saludable nuestra escuela. Siempre hemos recomendado que si un niño o niña enferma no debe acudir al cole; en primer lugar porque precisará una atención que la escuela no puede darle, pero también por respeto a sus compañeros, para evitar el contagio. Ahora lo tenemos todos asumido, no podemos poner en riesgo a otros, y esto vale para todas las enfermedades infecciosas.
Incluso las entradas escalonadas, que permiten una recepción más personalizada, me parecen más saludables. Como saludable es que los niños y niñas coman en pequeños grupos, en un ambiente tranquilo y no en grandes comedores con un ambiente ruidoso y poco agradable. Los refuerzos de monitores de comedor lo hicieron posible.
Lo mismo ocurre con la mejora en la limpieza de escuelas e institutos por el aumento de personal el pasado año.

En resumen: Todas las actuaciones sanitarias y pedagógicas que mejoran la calidad de nuestro sistema educativo deben quedarse. No perdamos esta oportunidad de mejora. Es necesario exigirla a nuestras autoridades.
Dicho ésto, demos la bienvenida al nuevo curso. Iniciemos la andadura con la serenidad y la confianza del camino ya recorrido, con el compromiso, la ilusión y el optimismo que exige el hermoso oficio de educar.

Afloran los problemas de salud mental tras la bajada de la marea COVID

Empiezan a sonar voces de alarma ante el aumento de consultas por problemas de salud mental en la población infanto-juvenil.
No es solo una impresión de los profesionales. Los primeros datos que empiezan a publicarse muestran un aumento de síntomas relacionados con cuadros depresivos, ansiedad, trastornos de la conducta alimentaria o conductas autolesivas.

En los primeros meses de pandemia, durante y tras el confinamiento, los pediatras estuvimos muy atentos a la repercusión que aquellos días tan duros para todos, tendrían en los más jóvenes.
Lo que observamos fue que, en general, niños y niñas estaban bien, algunos incluso mas contentos al estar mucho tiempo con sus padres; incluso los adolescentes se habían adaptado bastante bien, probablemente al disponer de muchas horas para estar conectados. Pero en las familias con problemas estaban peor, éstos se habían agravado. La situación me recordó el inicio de la novela de Ana Karenina “todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia desgraciada lo es a su manera”.

La pandemia continuó, un largo curso escolar arrastrando incertidumbres, miedos, bombardeo informativo, medidas de distanciamiento, apenas vida social, escolarización semipresencial, abuso de pantallas, falta de rutinas, alimentación menos saludable, ritmos irregulares de sueño… en algunos el estrés de la enfermedad propia, de personas queridas, incluso la pérdida de alguien cercano, o problemas familiares, económicos o de otro tipo.
Así que comenzaron a aparecer síntomas como apatía, insomnio, falta de concentración o miedos excesivos.

Progresivamente tras el tsunami vivido se dejan ver los destrozos, las consecuencias psicológicas en nuestra población más vulnerable.
Han aumentado las consultas en atención primaria y las urgencias psiquiátricas infanto-juveniles por cuadros depresivos, ansiedad, somatizaciones, trastornos obsesivo-compulsivos, autolesiones, intentos de suicidio o trastornos de la conducta alimentaria. Hay indicios también de que se ha incrementado la violencia sobre los menores.

¿Qué ha pasado con el consumo de alcohol, cannabis y otros tóxicos?. Como es de suponer disminuyó en un principio para volver de nuevo a la situación prepandémica. Otro tema importante es el aumento de las adicciones a videojuegos y pantallas, un problema ya existente que se ha agravado.

Es necesario poner los medios para atajar la situación. La Sociedad de Psiquiatría Infantil y la Asociación Española de Pediatría han planteado una serie de medidas para reducir el impacto psicológico de la pandemia en niños, niñas y adolescentes. Entre estas medidas están:
* Mejorar los sistemas de coordinación entre los pediatras de atención primaria y las Unidades de salud mental infantil, así como la accesibilidad a éstas.
* Garantizar la incorporación completa al colegio para todas las edades.
* Fomentar las actividades de ocio y muy especialmente las deportivas.
* Agilizar la vacunación en la población pediátrica, lo que permitiría reducir los contagios en esta edad, facilitando el contacto social y evitando cuarentenas. Normalizando, en definitiva, su vida.
* Aumentar el número de especialistas en psiquiatría infantil (por cierto, especialidad aún no reconocida) y psicología infantil.
* Aprobar e implementar la Ley de prevención del suicidio, con apartados específicos para adolescentes. El suicidio es la segunda causa de muerte en jóvenes entre 15 y 29 años.
* Implantar programas de promoción de la salud mental, prevención y detección temprana de la enfermedad mental.

Hay que hacer un esfuerzo para atender adecuadamente a niños, niñas y adolescentes, porque la demora hará que los problemas se cronifiquen.

¿Es necesario volver a hablar de protección solar?

Con las buenas temperaturas y las ganas de salir que tenemos las playas se han llenado. Y como otros años, al llegar la temporada veraniega, hablamos de protección solar. Pero ¿es necesario?.

A estas alturas sabemos mucho del tema, llevamos años dando información acerca de los peligros que supone la exposición a la luz solar, principal factor de riesgo para el desarrollo de cáncer de piel. Todo empieza por las mutaciones en el material genético de las células de la piel provocadas por los rayos ultravioleta (UV). A corto plazo esta radiación provoca la quemadura solar y a la larga cáncer de piel. Es verdad que vemos menos quemaduras pero los casos de cáncer de piel aumentan cada año. Aunque afectan a los adultos, sabemos que la radiación UV del sol, acumulada durante la infancia, es la que implica el mayor riesgo. Nuestra piel tiene memoria y almacena las sucesivas veces que la hemos sometido a un sol excesivo. 

Está demostrado que la piel de un niño es más susceptible al daño derivado de la radiación UV, sus mecanismos de defensa son menos eficaces y además son los años de mayor exposición solar.

Por todo ésto vuelvo a insistir en la necesidad de una correcta fotoprotección. Es muy importante lograr una mayor concienciación social y cambiar de una vez por todas nuestros hábitos de exposición solar. 

Hablar de fotoprotección es hablar de sentido común. Ir tapado con ropa, limitar el tiempo que pasamos al sol y ponernos siempre que podamos a la sombra, es la protección mas fácil, lógica y eficaz. Y esto vale para todas las edades y todos los tonos de piel. 

Siempre insistimos en evitar estar al sol, sobre todo, entre las 11 de la mañana y 4 de la tarde y exponerse progresivamente.

En cuanto a los fotoprotectores, sabéis que pueden ser químicos, físicos o mixtos y que no es aconsejable su uso en menores de 6 meses. Los químicos absorben la radiación solar y la transforman en otros tipos de energía que no produce daño cutáneo. Los físicos o pantallas minerales actúan como una barrera física, dispersan y reflejan la radiación lumínica que incide sobre ellos, son los menos cosméticos porque actúan como pantalla opaca, son menos alergénicos y están especialmente indicados en niños. 

El Factor de Protección Solar (SPF) es un índice que mide la capacidad protectora. Usaremos un SPF mínimo de 30. Tampoco superior a 50 porque no aporta nada. Nunca utilizar aceites solares.

Aplicarlo 30 minutos antes de salir al aire libre y repetir cada 2 horas, tras estar tiempo en el agua o sudar mucho. 

Otras medidas: ir tapados con ropa, utilizar gafas de sol para proteger los ojos; llevar sombrero, mejor si es con ala ancha para proteger cara, orejas, nariz y cuello. 

En cuanto a qué ropa es la más adecuada, tendríamos que usar prendas de vestir frescas, ligeras, que cubran la mayor superficie corporal. Afortunadamente también se vienen fabricando prendas con tejidos que ofrecen protección frente a los rayos UV para las actividades al aire libre. El Factor de Protección Ultravioleta (FPU) de un tejido es el equivalente al FPS en cremas solares. Tejido con FPU a partir de 15 se considera una buena protección.

Tomar conciencia de lo importante que es cambiar nuestros hábitos de exposición solar no solo es una medida de prevención frente al cáncer de piel, es también otro hábito de vida saludable en el que estaremos educando a nuestros hijos e hijas desde la infancia.

Otras entradas acerca de fotoprotección:

¿Qué protector solar me aconseja?

Hablemos de ropa y protección solar 

Estos días de verano… ¡Protégelos! 

Fotoprotección en la infancia: ¿somos unos histéricos de la fotoprotección? 

Fotoprotección en la infancia 

Las vacunas como solución

Publicado hoy en el diario Información

Pasar tanto tiempo en casa me supone más tiempo de lectura. No soy la única, lo vienen diciendo los titulares de prensa: “El número de lectores aumentó durante el confinamiento”, ”La venta de libros digitales en España crece un 43% en el año de la pandemia”.

Uno de los últimos libros leídos ha sido “Némesis” de Philip Roth. Cuando terminé de leerlo pensé que cuando unos padres dudaran acerca de si vacunar o no a su bebé empezaría por recomendarles que lo leyeran. Es verano de 1944 en la ciudad de Nueva Jersey y, como otros veranos, empiezan a aparecer casos de polio… a partir de ahí conocemos en primera persona a los que van enfermando y los estragos de la epidemia. Todavía no se disponía de vacuna frente a la polio.

En España, en los años 1958 a 1963 se notificaron las cifras más altas de polio de la segunda mitad del siglo. En el año de mayor incidencia, 1958, la tasa fue de 700 casos por millón de habitantes, causando muchas muertes y parálisis a unos 2.000 niños al año.
En mayo de 1963, mediante un programa piloto, se inició la vacunación sistemática a los niños y niñas de las provincias de León y Lugo. En noviembre de ese mismo año se extendió al resto del territorio nacional. En 1988 se notificaron los últimos casos de polio autóctonos en España.

No solo ha sido la polio la beneficiada por la vacunación, otra muchas enfermedades que se cebaban en la infancia, difteria, tosferina, sarampión, rubeola, varicela, paperas, meningitis… van pasando a segundo plano gracias a las vacunas, que no se nos olvide.
Y gracias a toda la investigación en vacunas hemos podido disponer en un tiempo récord de una vacuna frente a la COVID-19. Llevábamos mucho camino andado.
Ahora toca preguntarnos ¿vamos a vacunar a la infancia y adolescencia frente a la COVID?.

Si hay un aspecto “positivo” en esta pandemia, es que está respetando a los niños y niñas, afortunadamente no son los protagonistas. Como si se tratara de una plaga bíblica, está pasando de largo sin afectarlos apenas. Tienen un cierto entrenamiento inmunitario frente al SARS-CoV-2 porque desde que salen al mundo se van enfrentando a tantos y tantos virus, incluidos otros coronavirus similares. Este entrenamiento les protege. Son capaces de desarrollar una respuesta inmune que controla rápidamente la infección antes de que el virus replique, frenando la infección a nivel local. Transmiten menos, pero la carga viral en niños y adultos son similares. Por todo esto no han sido prioritarios los estudios en niños y no toca de momento vacunar.

Hasta ahora ninguna de las vacunas existentes frente a la COVID-19 están autorizadas en menores de 16 años puesto que no se ha probado su eficacia ni su seguridad por debajo de esta edad. Pero todas las empresas farmacéuticas están realizando ensayos clínicos en niños y adolescentes y en un futuro próximo estarán concluidos los estudios. Por ejemplo en Pfizer-Biontech han comprobado ya la eficacia en mayores de 12 años y han iniciado estudios en bebés desde los 6 meses y hasta 11 años. Janssen también ha iniciado estudios en mayores de 6 meses en el que participan niños españoles.
Finalizados los estudios y vacunada la población adulta, será el momento de acometer la vacunación en los más pequeños para impedir que se conviertan en un reservorio del virus. Se debe dar prioridad a los que son de riesgo y a los adolescentes.

Protegerlos frente a la COVID-19 es una necesidad práctica, pues contribuye entre otros beneficios a alcanzar la inmunidad de grupo, y una obligación ética.

Vuelta al cole

Cada año, por estas fechas, suelo escribir un artículo de “vuelta al cole”. Este año la complejidad del tema ha estado a punto de paralizarme.

Empezaré por una reflexión. Esta pandemia está poniendo en evidencia muchas cosas, desde nuestras debilidades y fortalezas personales a las debilidades y fortalezas de nuestro sistema sanitario y educativo. Sometidos a una situación de stress, el sistema sanitario deja al descubierto el abandono que sufre desde hace años la Atención Primaria. También el sistema educativo nos muestra sus vergüenzas. Está dejando ver, por ejemplo, su incapacidad para equilibrar las desigualdades sociales.

Pero además esta pandemia nos ha puesto delante lo poco que importa la infancia. Empezando por la decisión durante el confinamiento de poder sacar a pasear al perro pero no a los niños y siguiendo porque tendría que haber sido prioridad absoluta establecer la vuelta al cole.

La vuelta al cole debía hacerse en las mejores condiciones epidemiológicas posibles y mucho me temo, ojalá cambie la tendencia, que van a cerrar los colegios antes de abrirlos.

La vuelta al cole exige, de entrada, unas directrices generales con las medidas que hay que tomar y dinero. Exige adaptar esas líneas generales a la realidad de cada escuela. Todo ese trabajo tendría que estar ya hecho.
Pero es más, tendría que estar elaborado un plan B si la enseñanza presencial no puede realizarse por el empeoramiento de la situación epidemiológica. Ahora no nos puede pillar desprevenidos.

Y aquí estamos, sin ir más lejos el 27 de agosto se volvían a reunir los responsables educativos y sanitarios de Gobierno y Autonomías. La anterior, en junio, terminó con la publicación de un Documento que recoge una serie de medidas que se establecen en torno a cuatro principios básicos: limitación de contactos, medidas de prevención personal, limpieza/ventilación y gestión de los casos.

Desde entonces las distintas CCAA han elaborado sus protocolos con bastante uniformidad apostando por una vuelta al cole presencial.

En nuestra Comunidad Autónoma se publicaba en los últimos días de julio un documento de 27 páginas que recoge las líneas generales marcadas. Plantea una serie de medidas adaptadas a las diferentes etapas educativas y establece protocolos de actuación que faciliten la gestión de casos.
Se habla de limitación de contactos que implica distanciamiento físico de metro y medio, circuitos señalizados, escalonar entradas, salidas y recreos. Grupos más reducidos y de convivencia estable sobre todo para el alumnado de Infantil, 1º y 2º de Primaria, son los denominados grupos “burbuja” que funcionarían como si fueran una unidad familiar. Complicada la similitud cuando hablamos de 20-25 alumnos.
Prioriza actividades al aire libre. Habla de transporte escolar, comedor, uso de mascarillas, detalla cuando “no” se ha de acudir al centro educativo, de las medidas de higiene personal por todos conocidas, de ventilar las aulas e intensificar los esfuerzos de limpieza y desinfección. Por último protocoliza la gestión de casos en los centros educativos y las medidas específicas en Educación Especial y para Educación Infantil de Primer Ciclo.
En resumen, perdemos una oportunidad de cambio de modelo educativo.
No consta un plan B en el caso de que la situación epidemiológica obligue a una enseñanza presencial parcial o incluso no presencial.

La vuelta al cole exige implicación de todas las administraciones, no sólo Consellerías, también Diputaciones y Ayuntamientos. Esta pandemia pone en evidencia aquello de que “educamos todos”, efectivamente exige que la sociedad en general deba implicarse. Pondré un ejemplo: si hay que disminuir ratios habrá que buscar espacios alternativos, si es posible en el entorno escolar.

Pero garantizar las mejores condiciones de seguridad no sólo implica a la administración, también a la comunidad escolar y a atención primaria.

La vuelta al cole exige a los educadores un gran esfuerzo. Han de organizar la escuela de la mejor manera posible, grupos, espacios, horarios…la complejidad es enorme porque las soluciones deberían ser a medida para cada centro a partir de las directrices generales.
Exige compromiso, gestionar sus temores, responsabilidad, serenidad, optimismo y alegría para recibir de la mejor manera posible a su alumnado.
Precisarán un tiempo para celebrar la alegría del encuentro, para elaborar el relato de lo sucedido, para la resiliencia, para trabajar los miedos, para el duelo, sobre todo si ha habido algún fallecimiento en la familia.

La vuelta al cole exige mucho también a los padres y madres. Exige gestionar sus miedos, sus incertidumbres y necesitan sentir que todo está organizado.
Como pediatra puedo transmitiros que la mayoría de los niños y niñas infectados por SARS-CoV-2 presentan una enfermedad leve-moderada y que en España, teniendo en cuenta los casos estimados a partir de la encuesta de seroprevalencia, han necesitado ingreso hospitalario el 0,56 % de los casos en el grupo de edad de 0-4 años; el 0,08% en los de 5-9 años; un 0,10 % en los de 10-14 años y 0,21 % en los de 14-19 años. Datos que aparecen en el Documento de las Consellerías y que son muy tranquilizadores.
También se les exige responsabilidad. Han de asumir el compromiso de no enviar al colegio a su hijo si está enfermo, incluso con síntomas banales. Este año es más necesario que nunca que tengan resuelto su cuidado en casa porque también puede que tengan que hacer cuarentena, si ha habido un caso en su aula.

La vuelta al cole exige que la Atención Primaria cuente con el personal adecuado. El pediatra tras un primer contacto telefónico valorará la atención necesaria al niño enfermo y de precisar la realización de una PCR, agilidad en las pruebas. Debe existir línea directa entre Colegio, Centro de Salud y Salud Pública para investigar con rapidez cuando haya un caso. También será importante que este otoño-invierno alcancemos las máximas coberturas vacunales de gripe.

La escuela es un lugar donde aprender a vivir, a relacionarse y ha de garantizar el bienestar de la infancia. Esperemos que esta escuela que abre sus puertas en septiembre no lo olvide.

Artículo publicado hoy sábado 29 de agosto en el periódico Información

 

Las secuelas de un tsunami llamado coronavirus

Publicado hoy en Información

No puedo empezar a hablar de secuelas de este tsunami que estamos viviendo, sin dirigirme primero a las familias que han perdido a un ser querido, a las que han vivido la enfermedad en carne propia y en soledad, a las que han vivido o viven la incertidumbre de tener enfermo, cerca o lejos, a un hijo, un padre o una madre, un hermano, su pareja.… A todos ellos nuestro recuerdo, nuestro apoyo y cariño, en nombre de la Asociación de Pediatría Extrahospitalaria de Alicante, desde este rincón que el periódico Información nos regala.

Este es un espacio en el que hablamos de Pediatría desde hace unos 30 años, por eso me centraré en otras consecuencias que el tsunami coronavirus nos deja. Y es que hay que planificar la organización de la Pediatría en Atención Primaria. Aunque son tiempos de incertidumbre es de prever que los próximos meses… el próximo invierno, serán diferentes y supondrá un cambio en la forma de atender a los niños.

En estos meses de confinamiento las consultas están siendo mayoritariamente telefónicas. Vosotros, padres y madres, habéis sabido gestionar las fiebres, las toses… creo que todos hemos sido conscientes de lo “empoderados” que estáis, por utilizar esta palabra tan de moda. Hemos ensayado otras formas de consulta que han demostrado su utilidad y que debemos seguir mejorando, permitiendo el envío de imágenes y vídeos o realizar videoconferencias. No es solo que sea necesario mantener las consultas telefónicas, es que ha llegado el momento de tener acceso desde el Sistema Público a la telemedicina. Daremos así un gran paso en actualizarnos a las “nuevas” tecnologías. Los profesionales sanitarios lo veníamos demandando.

Las consultas presenciales han de ser espaciadas con el objetivo de mantener las salas de espera lo mas vacías posible y eso supone limitar el número de consultas y realizar un triaje telefónico antes de acudir.
Es importante que habléis con vuestros hijos e hijas y les expliquéis que ahora, para luchar contra el coronavirus, su pediatra va a ir vestido de otra forma para que no se asusten al entrar, sobre todo los más pequeños. A éstos podéis decirle que es el traje, o el disfraz, que tenemos para asustar a los coronavirus y que no entren a la consulta.
A los mayores evidentemente una explicación más real, tenemos que estar protegidos y por eso además de la mascarilla podemos llevar una pantalla en la cara, bata verde o incluso un EPI.

Es probable que tengamos que tomar medidas de sentido común, como estratificar los horarios de consulta para que haya tramos sólo de niños y adolescentes que acuden a revisiones y a vacunación.

En cuanto al Programa de Salud Infantil, en unas semanas habremos actualizado los calendarios de vacunación que se habían suspendido. Continuaremos con las vacunaciones de escolares y adolescentes. Es necesario mantener las excelentes coberturas vacunales que siempre hemos tenido.

Pero es necesario replantear muchas de las cosas que por inercia se han estado haciendo y que llevábamos tiempo queriendo actualizar. Pues ese tiempo ha llegado.
Uno es el de los informes de salud escolar, “como documento sanitario de utilización obligatoria para el acceso a un centro escolar”.
Todos tenemos claro que la educación es un derecho de todo niño, que se rige, entre otros, por los principios de no discriminación y además es obligatoria. Pues bien, solo en nuestra Comunidad seguimos realizando dichos informes que además vulneran el Reglamento de la UE 2016 del Parlamento Europeo relativo a la protección de datos personales y vulneran los derechos a la intimidad del menor que se regula en la Ley Orgánica 3/2018 de Protección de Datos Personales.
Para terminar esta diatriba jurídica, la Orden de la Conselleria que obliga a la realización del Informe de Salud Escolar es de rango inferior y debe entenderse como derogada por la legislación de 2016 y 2018.

Sólo está justificado informar, con el visto bueno de los padres, de aquellos problemas de salud que precisen dar la atención necesaria a un alumno concreto. La mayoría de los datos que se solicitan son irrelevantes y repito, vulneran los derechos del menor.

Seguiremos realizando las revisiones a los 3, 6 y 12 años, porque son edades en las que es conveniente realizarlas para detectar determinados problemas, por ejemplo a los 12 años problemas de columna, coincidiendo además con la administración de vacunas.

Me he extendido más de lo habitual. Seguiré hablando de las secuelas del tsunami coronavirus, porque es también una oportunidad de mejora en la atención sanitaria a la infancia y adolescencia.